LA EDAD DE LA INOCENCIA

Cómo quisiera volver al pasado, regresar a esa edad donde todo lo que me preocupaba era cómo pasarla bien, esa edad donde los complejos y el qué dirán no formaban parte de mi diario vivir, esa edad donde la amistad era pura y sincera de parte de todos a los que llamábamos amigos; pero si algo sé, es que eso es ahora imposible, todo es parte del plan perfecto de Dios para el crecimiento de cada ser humano.

Vestir con pantalones remendados no era problema, tener un agujero en la camisa era casi parte de la moda, portar los zapatos rotos hablaba de la calidad de deportista que éramos en el colegio, la falta de dientes era parte del diario vivir como niños en etapa de crecimiento, pero todo cambió cuando cruzamos la frontera de la inocencia, todo cambió el día que descubrimos el bien y probamos del mal.

Beatriz se llamaba una jovencita que enardeció mis sentidos a mis cortos doce años de edad, ella, una muchacha muy bella y cuidada, de buena familia, estudiosa, muy bien portada, llegó a mi vida a través de mis ojos, entró sin pedir permiso y sin querer queriendo sembró discordia entre mi amigo Alfonso y mi persona, siendo grandes amigos me di cuenta que Alfonso contaba con cualidades que a mí me faltaban.

El tenía ojos verdes, cuerpo esbelto, una voz de ángel, muy querido por todas las madres de mis demás amigos, sus padres se caracterizaban por la abundancia de bienes y estabilidad en su hogar, cuando en mi caso era todo lo contrario; no teníamos dinero, mis ojos eran oscuros como hasta hoy, vivía en un hogar altamente inestable por los continuos pleitos de mis padres.

Mi sobrepeso era notorio, con una cintura talla treinta y seis a mis escasos doce años todo lo que tenia según escuchaba de los amigos de mis padres era una cara bonita, y una sonrisa cautivadora; fue en ese momento que descubrí que la edad de la inocencia había llegado a su final, todo lo que había recibido como herencia de mis padres, cualidades físicas, características de nuestro hogar ahora cobrarían la factura.

La inocencia había llegado a su final, ya como un adolescente debía aprender que en el camino de la vida nada seria fácil de aprender, en pocos meses mi voz inicio a cambiar y la gente en lugar de darme la bienvenida, me observaban y sonreían por el tono de voz en desarrollo, fue entonces que di por terminada la edad de la inocencia; amigo no te equivoques para con Dios, Él no tendrá por inocente al culpable.

No sigas viviendo en rebeldía para con Dios, el tiene un propósito para tu vida, y los problemas solo son las herramientas para que entiendas que le necesitas, después de haber leído estas palabras no podrás decir o considerarte inocente de pecado, ya estás avisado de lo que el texto sagrado advierte “POR CUANTO TODOS PECARON Y ESTÁN DESTITUIDOS DE LA GLORIA DE DIOS”. Entrega tu corazón al Creador.

¡Recupera en Jesús la edad de la inocencia!

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