De vuelta del Chaparrastique.

Me tuvieron fuera de aquí un par de viajes a la tierra. Fui, de vuelta, a El Salvador a preguntar y preguntar, a ver, a reportear. En el camino hice una pausa para ir hasta el rincón en el que echaron raíces mis antepasados del lado paterno. Mis abuelos, Héctor y Gloria, descansan ahí, bajo la sombra de un amate. Dice la leyenda familiar que mi abuela quería construir una casa ahí: en un día claro, sin nubes, se ve, hacia el sur, la bahía de Jiquilisco, como un cuadro de Renoir hecho a pincelada gruesa; al norte, el cráter del coloso. Ese rincón se esconde en una explanada de piedra volcánica en la que crece un amate y un par de frutales que sembró el tío Neto; está ahí, en las faldas del  Chaparrastique. Alguien me dijo hace poco que la belleza está en todas partes, que solo hace falta saber identificarla. No es difícil en este lugar.

 

Volcán1

 

Volcán2

Volcán3

Vistas del volcán Chaparrastique. Febrero 1, 2014.

Luego volví al invierno más frío que la capital de Estados Unidos recuerda en los últimos 20 y bastantes años. La previsión del clima dice que en dos días entra el cuarto frente polar del invierno y que las temperaturas bajarán hasta los 10 grados Celsius bajo cero. Y mientras manejo al trabajo paso por una de esas esquinas de los suburbios de Washington en que los jornaleros salvadoreños se paran sin que medie demasiada preocupación por los termómetros o los soplos gélidos a esperar el trabajo del día para completar la cuota del mes, esa que dividen entre lo que usan aquí para mantenerse y lo que mandan a El Salvador. En estos días en que leo sobre tantos despropósitos en las noticias de El Salvador, llenas de los absurdos que marcan un Ferrari, la cadera maltrecha del presidente o un bicho plagiador de cuentos, realizo que los verdaderos héroes se paran en estas esquinas invernales. Ellos, con los otros, los anónimos que en El Salvador se levantan a diario para lanzar para adelante, sin reparar demasiado en las bajezas de nuestros líderes, son los héroes cotidianos. La belleza de El Salvador está en ellos, en ellas. Y en faldas del Chaparrastique, ahí donde, en medio de la pobreza y los malos humores del volcán, viven más héroes, hijos de quienes se vinieron al norte desde ahí o de quienes se quedaron ahí trabajando, sobreviviendo.

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Un comentario en “De vuelta del Chaparrastique.
  1. ana gloria silva dice:

    excelente, lleno de poesía, escondiendo la verdad

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