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EDITORIAL SOBRE LOS JUEGOS BOLIVARIANOS

Once países provenientes de 3 área diferentes de nuestra América: el Sur, el Centro y el Caribe; que además de hablar la misma lengua, durante 15 días se habló el idioma del deporte. Un idioma que en la mayoría de los casos, sólo puede ser entendido por aquellos que se ven inmersos en esta noble labor. La nobleza y entrega de los deportistas, los voluntarios, los organizadores del país anfitrión, se respiró en cada momento.

Los momentos más importantes definitivamente fueron aquellos en los que vibramos de emoción juntó con nuestros atletas, cuando vimos ondear el Azul y Blanco de El Salvador en el cual se siente la grandeza del espíritu patriótico al ritmo de los disparos de fusil, de las flechas de los arcos, y de la belleza en la construcción muscular. Otros momentos nos quedamos con sabor agridulce, porque creímos que alcanzaríamos esos 30 segundo de gloria cuando suena nuestro himno. Pero en esas ocasiones nos quedamos con el casi…casi…sufrimos con los golpes del karate y los agarrones del judo y la fuerza de las pesas.

También fui testigo de lo que yo llamo la depreciación del metal, que consiste en que en nuestro itsmo centroamericano, en algunos deportes somos fuertes, pero sufrimos de una devaluación metálica cuando estamos ante potencias del continente. Lo anterior no significa que no lo hicimos bien, sino que debemos trabajar más para alcanzar nuestros objetivos y valorizar las medallas deportivas.

Se escucharon frases de esperanza y de necesidad como del voley playa – ahora sabemos que podemos ganar- o de los tiradores de arco -no podemos controlar la ansiedad de una final, necesitamos fogueos- o de nuestro saltador de pértiga -quiero destacar más, me gusta lo que hago- y tantas expresiones de sed de victoria que para alcanzarla necesitamos de la confianza de todos los salvadoreños.

Definitivamente el deporte abre fronteras, entre cada plática con jefes de misión u otra autoridad deportiva, el tema en común era el apoyo que los gobiernos y la empresa privada les dan, lo bueno que tiene cada país, el crecimiento económico, como cada vez se van convirtiendo en países más desarrollados por sus gobernantes, la alternancia y los planes de país. Pusimos a El Salvador en el mapa del mundo.

Mucho suramericanos no saben donde estamos, ni que tenemos de bueno?. Algunas expresiones que escuche fueron:

– Ustedes fue donde llego Colón por primera vez verdad? No esa es isla de San Salvador.

– Ustedes están cerca de Paraguay? No, quizás ahí hay alguna ciudad con nombre similar.

– De ahí es el Mara verdad? No es el Mara son «las maras», si son de ahí y son un fenómeno social negativo.

– Ahi fue donde los gringos mataron a Romero? Bueno la historia no es tan así, es compleja y difícil de explicar.

– Ustedes son colonia gringa verdad? Al revés, nosotros estamos salvadoreñizando Estados Unidos.

Como las anteriores muchas ideas sobre nuestro El Salvador y a la vez feliz de tomar esas expresiones como una oportunidad de salvadoreñarizar extranjeros.

Me decían – oye tenemos indicaciones de apoyarles en lo más que se pueda, porque conocemos de la carencia con la que vienen- y casualmente en ese escenario hicimos sonar el himno, me decían -esa medalla vale más, porque a ustedes les cuesta más-

Todas esas emociones vividas es la oportunidad que el deporte puede brindar a todos los que en el se involucra.

Quince días que dejo mi familia, mi trabajo y mis actividades profesionales por ser un voluntario olímpico, así como todos los compañeros de la jefatura de misión: subjefes, médicos, fisioterapeutas, técnicos, periodistas; la verdad no tiene precio la experiencia adquirida y lo que pudimos dejar de nuestro país en otras culturas y al final de todo lo mejor que el deporte puede dejar son los nuevos amigos.

El deporte de nuestro país necesita un mejor futuro y todas las nobles personas que constituyen el Comité Olímpico de El Salvador, empezando por su presidente Eduardo Palomo, no vamos a descansar hasta ver nuestros sueños hechos una realidad. Marca tras marca, cada kilo más de peso, cada segundo menos, ola tras ola, cada gesto técnico de habilidad perfeccionado, cada dólar invertido…todo cuenta…pero nada supera más que la fuerza que tiene la voluntad de los nobles deportistas olímpicos. El amor Dios, la familia, a la patria y hacia uno mismo es lo que nos hace ser

GRANDES BAJO El AZUL Y BLANCO

Fabrizzio Hernández

Jefe de Misión COES.



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