LA SOLIDARIDAD SE LLEVA EN BICICLETA

Conocí a Doña María Bersabé durante el recorrido entre Conchagua y Zacatecoluca que hice para el tour del Lejano Este. Recuerdo que salí muy temprano de Conchagua con el objetivo de llegar antes de las 6 de la tarde a Zacatecoluca; era un recorrido largo.

Cuando conocí a Doña María Bersabé, ella iba con una carga de leña sobre sus hombros; estaba a unos 3 km de su casa.

Alrededor de las 9 de la mañana, cuando iba llegando al cantón El Borbollón, en San Miguel, cerca de la laguna de El Jocotal, vi a una persona caminando en la carretera. A medida que me fui acercando observé que era una anciana cargando leña, calculo que habrán sido unas 40 libras de peso.

Ella me dijo que vive en la «Casita de Botellas», algo que me sonó extraño y no lo comprendí hasta que lo vi.

Me rompió el alma ver a aquella anciana haciendo tal esfuerzo. Me detuve y le ofrecí ayuda. Ella me dijo su nombre: María Bersabé Ponce. Lo que más me desconcertó en aquella ocasión fue que cuando le pregunté dónde vivía, me dijo que «en la casita de botellas». Bueno, la historia completa la puedes ver en la novena parte del tour al Lejando Este y también  en nuestro blog KmCero503.com.

Su caminar es lento, pero tiene una gran fuerza de voluntad. La leña la recolecta para hacer salpores de maicillo que vende luego en su comunidad.

Desde esa vez, la historia de doña Bersabé y las precariedades en cómo vive me tocaron muy dentro. Pude ver la situación en la que viven muchos ancianos en el campo. En esa ocasión me enteré que su esposo, de 101 años, estaba enfermo y no se podía levantar de la cama. Él murió en marzo de este año.

En aquella ocasión le regalé un rosario para que lo rezara. Hasta el día de ahora lo anda puesto.

Recordaba que ella me dijo que el 1.º de mayo cumpliría 87 años, y me surgió la idea de que sería bueno involucrar a los amigos de KmCero503 en una campaña solidaria de ayuda para doña María Bersabé. Hicimos el llamado en nuestras redes sociales y la respuesta fue muy emotiva: muchos aceptaron el reto, otros –anónimamente– nos enviaron sus donativos, otros nos escribieron para que los pasáramos a recoger y muchos más –sin saber de qué se trataba– simplemente nos ayudaron, como los feligreses de la parroquia San Juan de la Cruz, en Nuevo Cuscatlán, La Libertad.

Alegría, lágrimas y reencuentro

El 1.º de mayo salimos temprano de San Salvador, muy alegres de ser el medio para entregar los donativos. Doña Bersabé no nos esperaba. Tampoco esperaba la sorpresa que le llevábamos. Ese día era su cumpleaños y la encontramos cortando vainas de moringa frente a su casa.

Doña Bersabé no esperaba nuestra visita. Era su cumpleaños y la había ido a visitar su hermana Candelaria, de 100 años de edad.

Al principio ella nos nos reconoció, pero a medida fuimos conversando se acordó de aquel ciclista que la ayudó a llevar la leña a su casa, le regaló un rosario y escuchó sus problemas. En su casa se encontraban su hija, su nieta y su hermana mayor, de 100 años de edad. La primera sorpresa fue un pastel que le llevamos, el cual partimos al son del cumpleaños feliz.

Con un pastel rodeada de su familia le cantamos el cumpleaños feliz y la hicimos sonreír.

Fue una celebración sencilla pero muy alegre. La sonrisa de la anciana y sobre todo la sorpresa de ella al ver todos los víveres que le estábamos entregando la hicieron que derramara lágrimas, no de tristeza, sino de alegría. «Sí que hay gente buena. Que Dios los bendiga», dijo la agradecida anciana.

Como siempre, nos recibe muy amablemente. Su casa es muy visitada por turistas locales e internacionales.

Doña Bersabé nos contó que ella y sus hermanas son originarias de Ciudad Barrios, San Miguel. Durante el conflicto armado, cuando aquella zona era tierra de nadie, tuvo que salir huyendo y el destino la llevó hasta este terreno ubicado a la orilla de la carretera del Litoral. Con ella se vino su hermana Candelaria, pero su otra hermana, «la Catocha», se había ido huyendo un año antes hacia Honduras y no supieron nada de ella hasta 20 años después.

Le llevamos muchos víveres y donativos a Doña Bersabé, todos donados por gente de buen corazón.

Fue esa la otra sorpresa del día, de improviso llegó un vehículo y se estacionó frente a la Casita de Botellas. Doña Bersabé no le pone mucha atención a eso porque es frecuente que muchos visitantes lleguen a su casa, pero entonces vio quién se bajaba del carro: era su hermana que venía de Honduras a visitarla. «Es la Catocha. Es la Catocha», grito Bersabé a su otra hermana, Candelaria, quien por su avanzada edad ya no puede ver bien.


La tres hermanas se reunieron en un abrazo de felicidad. Ni doña Bersabé se esperaba la visita ni su hermana de Honduras se acordaba de que era su cumpleaños. «Yo no me acordaba que era su cumpleaños. Mire cómo es Dios de misericordioso», dice Catocha.

Las lágrimas corrieron al darse cuenta de la cantidad de ayuda que les entregamos en nombre de todos los amigos de KmCero503.

Debido a la cantidad de víveres, doña Bersabé decidió compartir algunas cosas con otras personas necesitadas de su comunidad: con Mercedes, quien tiene un hijo con leucemia; con una pareja de ancianos que no tienen nada de comer y no los visitan, y con una mujer que acaba de dar a luz a su quinto hijo. Un gesto que me dejó sin palabras. Gente que necesita que la ayuden pero ellos también ayudan a los que necesitan más que ellos.

La moringa, el árbol de la vida

A sus 87 años, María Bersabé se queja de algunos achaques de la edad, pero su salud en general es muy buena. Le pregunté qué es lo que hace para mantenerse con tanta salud, y me dijo con una sonrisa: «Es la moringa».

En un contenedor deposita todas las semillas de moringa que va recolectando de los árboles que se encuentran a su alrededor.

En un jarrón tenía una semillas blancas, eran las semillas de moringa, que son como unas bolitas blancas, con una textura parecida a las palomita de maíz. «De estas se comen dos diarias y tienen muchos beneficios para la salud. Es buena para la diabetes y para bajar la presión», asegura doña Bersabé.

Las propiedades que posee las semillas de moringa le han conferido el nombre de «árbol de la vida».

Ella ha sembrado varios árboles de moringa, de los cuales extrae las semillas para
tomarlas ella y para vender. «Estas semillitas las empaco y las vendo. Aquí pasan personas que me las vienen a comprar», dice.
«Tome, cómase unas para que las pruebe», me dijo doña Bersabé. Lo hice, pero cometí el error de masticarlas. Al principio saben a palomitas de maíz, pero cuando se llega al centro de la semilla, suelta un aceite ácido que se expande en todo el paladar y la garganta. Un sabor bastante peculiar. ¨¡Se las hubiera tragado enteras!¨, exclama sonriente doña Bersabé al verme hacer muecas por el mal sabor .

El aceite de la moringa tiene un fuerte sabor ácido penetrante que se riega en todo el paladar y la garganta. Bien dicen que ¨toda buena medicina sabe mal¨.

La moringa, Moringa oleifera, es un árbol nativo de India que crece en países subtropicales del continente asiático y africano. Tradicionalmente, de la moringa se utilizan sus hojas, vainas, semillas, aceite, flores, raíces, ramas y corteza tanto para consumo alimenticio como para recuperar y mantener la salud debido a sus cualidades terapéuticas, por eso se le llama «el árbol de la vida».
El contenido en vitaminas, minerales, ácidos grasos y aminoácidos de la moringa la han convertido en un estupendo recurso natural para prevenir la carencia de estos nutrientes básicos. Por otra parte, la gran cantidad de polifenoles y flavonoides que contiene la moringa son los responsables de su actividad medicinal.

 

Tiene al menos 15 usos medicinales comprobados en estudios clínicos. Es muy buena como antioxidante, ayuda contra la diabetes, reduce el colesterol, es un desinfectante natural, ayuda contra los dolores, cura úlceras estomacales y la acidez, ayuda contra la hipertensión, protege el hígado, previene el cáncer, ayuda al sistema inmunológico y contribuye a estabilizar el sistema nervioso. Con todas las cualidades de la moringa me pude dar cuenta cómo doña Bersabé tiene tanta salud y vitalidad aún con las carestías y dificultades a las que se enfrenta todos los días.

Una dura realidad

Tal como lo consignamos en nuestro blog anterior, María Bersabé es un claro ejemplo de la situación que viven miles de adultos mayores en el campo y en el país en general. Los ancianos constituyen uno de los grupos poblacionales más vulnerables. Cerca de la mitad de ellos son pobres, según los datos del último censo nacional (2007).

Es increíble ver la felicidad de las personas cuando sienten que otros les ayudan y solidarizan con sus necesidades.

La gran cantidad de empleos informales, tanto en la ciudad como en el campo, los cuales no proveen de protección social, dan como resultado que la mayoría de la población una vez que alcanza la edad de jubilación no reciban una pensión básica que les permita una vejez digna e independiente, por tanto, deben de continuar trabajando. Las mujeres enfrentan con mayor impacto estas condiciones de precariedad, ya que son ellas las que tienen menos oportunidades de acceso a fuentes de generación de ingreso en la edad joven, y cuando lo logran, obtienen empleos y trabajos informales, con elevados niveles de precariedad y carencia de prestaciones sociales.

Muñeca es la perrita que vive en la Casa de Botellas con doña Bersabé.

Según los datos estadísticos nacionales, del total de población de El Salvador, estimada en aproximadamente 5.7 millones (censo 2007), 542,191 son personas mayores de 60 años. Esto corresponde al 11.1 % de la población total del país. De conformidad con las proyecciones de población, este grupo aumentará en 15 años al 20 %; es decir, dos de cada 10 personas serán mayores de 60 años. Por otra parte, la relación de dependencia se estima en 69 por cada 100.

Candelaria, la hermana mayor de doña Bersabé, tiene 100 años de edad; ha perdido la vista pero se mantiene siempre activa.

Esto significa que por cada 100 personas en edad productiva, dependen 69 personas. Estas últimas se componen principalmente por niños, niñas, adolescentes y personas mayores. Se estima que esta relación  aumente a medida que se reduce la tasa de fecundidad y el número de personas en los estratos de edad más jóvenes.

Doña María Bersabé estuvo feliz de haber recibido toda la ayuda de los amigos de KmCero503 y la parroquia San Juan de la Cruz. Su sonrisa lo dice todo.

Esta es una realidad que podemos transformar exigiendo a los políticos que legislen para cambiar esto en un futuro cercano. Mientras tanto, la solidaridad de todos nosotros puede hacer un cambio en la vida de personas de la tercera edad que esperan una ayuda desinteresada, una palabra de aliento; una visita puede hacer una gran diferencia en sus vidas. No te olvides de los ancianos, ya que es una edad a la que todos llegaremos algún día.

A pesar de sus necesidades, ellas repartieron entre algunos vecinos necesitados parte de los donativos entregados.

 

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *