RUTA PANORÁMICA | Parte III: Aurelio en Cojutepeque

En el tercer día de nuestro tour Ruta Panorámica teníamos que pedalear, más bien escalar desde los 350 metros hasta los 1,000 metros de altura. Con unas pendientes de hasta 40º  de inclinación, iba a ser una prueba dura, y lo pensaba y pensaba muchas veces.  Luego de pedalear por 3 km en un camino vecinal  buscando la subida hacia Candelaria, ya cuando estaba resignado, nos encontramos a Alfredo, quien cuando nos vio, muy amablemente y sabiendo qué es lo que se nos venía, dijo «los llevó hasta Cojute». A tal ofrecimiento, ¿quién podría negarse? Y solo dije «sí, señor, vámonos hasta Cojute». No había forma de rechazar ese gran ofrecimiento. Esto nos ahorraría, además de subir esa gran pendiente, por lo menos 10 km de pedaleada y casi medio día de esfuerzo.

A Cojutepeque se le conoce como «La Ciudad de las Neblinas».

Alfredo nos dejó a la salida de San Ramón, a 5 km de la ciudad de Cojutepeque y a 6 km del cerro de Las Pavas, nuestro próximo destino, en el cual visitaríamos el Santuario de Nuestra Señora de Fátima.

El cerro de Las Pavas

Desde el cerro de Las Pavas se pueden contemplar varias vistas, como la de la ciudad de Cojutepeque y el lago de Ilopango.
En la plaza central del cerro de Las Pavas existen una variedad de negocios que ofrecen comidas típicas, golosinas y artesanías.
En el cerro de Las Pavas todavía se pueden encontrar las antiguas calles empedradas.

Su peculiar ubicación hace que este parque sea un oasis en medio de la bulliciosa ciudad de Cojutepeque. Al entrar se siente esa brisa fresca de árboles y naturaleza, y se deja atrás el ambiente caluroso y ajetreado de la ciudad, famosa por ser una de las más emprendedoras del departamento de Cuscatlán. Ir a «Cojute», como coloquialmente le llaman a Cojutepeque, y no visitar el cerro de Las Pavas es como nunca haber ido.
El cerro de Las Pavas es un tesoro natural con una altura de 1,003 msnm que ofrece una impresionante vista de la ciudad y del lago de Ilopango. Sus calles son adoquinadas, pero todavía se pueden encontrar algunas veredas empedradas, vestigios de antaño. Muchas veces, por las tardes, cuando el clima es el ideal, se forma en el cerro una densa niebla, la cual le otorgó a esta ciudad un nombre poético: «La Ciudad de las Neblinas». El emblemático nombre aún persiste, aunque ahora, por los cambios climáticos, solo eventualmente se cubre de neblina.
En el libro «Monografía de Cuscatlán», escrito por Santiago I. Barberena, se afirma que Cojutepeque fue fundado por los indios yaquis o pipiles, y  su nombre viene de la voz náhuatl COXOL–TEPEC, la cual tiene varias traducciones como “cerro de los pericos”, “cerro de los coyotes” o “cerro de los faisanes”, debido a que en tiempos remotos en esta zona existía mucha población de esos animales. Sin embargo, la pronunciación más cercana y que históricamente ha predominado es Cushutépec, que literalmente significa “en el cerro de las pavas”, pero que puede traducirse, como usanza,  “cerro de Las Pavas”, y en la cual aún se mantiene el nombre del cerro en cuyas faldas se construyó esta pujante ciudad. Desde la Colonia el cerro de Las Pavas fue un lugar de relajamiento para los habitantes de la creciente ciudad. En aquellos tiempos se subía por unas calles empedradas de las cuales todavía se pueden ver algunas veredas que llevan al cerro de Las Pavas y al Santuario de Nuestra Señora de Fátima.

Un lugar de peregrinación

En el santuario de la Virgen de Fátima se realizan servicios religiosos a los cuales asisten miles de peregrinos cada año.
En un muro ubicado en el Santuario se pueden observar los agradecimientos de los fieles a gracias y favores recibidos por intercesión de la Virgen María.
Muchos fieles agradecen de una manera humilde, encendiendo veladoras y rezando en el santuario.

El cerro de Las Pavas tiene un atractivo aún más especial: la famosa gruta de la Virgen de Fátima, que cada 13 de mayo se convierte en un centro de peregrinación para miles de católicos salvadoreños y extranjeros.
La imagen de esta advocación de la Virgen María tiene una historia muy singular. Luego de la aparición de la Virgen María en Fátima, Portugal, ese pequeño pueblo se convirtió en un santuario al cual llegan miles de peregrinos.
El 13 de octubre de 1917, un joven anarquista y ateo, al ver la devoción de los fieles y escuchar los relatos de sanaciones, quiso causar el caos e ideó una forma de hacerlo: hacer explotar una bomba en medio del santuario justo cuando Lucía, una de las videntes de la Virgen,  dijera que la Madre de Jesús había bajado y ya estaba presente en el lugar.
En el momento en que Lucía tenía ya las visiones de la aparición, junto a aproximadamente 70,000 personas, ocurrió el primer milagro de  la “danza del sol”. Cuando ella anunció que en ese preciso instante venía bajando la Virgen, un amigo del joven anarquista le hacía señales para que lanzara la bomba en medio de todos los peregrinos que con mucha fe unos, y otros por curiosidad, habían llegado al lugar. El amigo le hacía varias veces la misma señal, pero el muchacho nunca lanzó el artefacto explosivo.
Mientras los minutos pasaban, el amigo se abrió camino entre la multitud y llegó donde estaba el joven, y al interrogarlo sobre por qué no había ejecutado su plan, este le contestó: «Cuando tú me hiciste la señal para que lanzara la bomba, busqué dentro de mi mochila, registré todo y no la encontré. Al volver a intentarlo sentí algo, al sacarlo, era un rosario con sus cuentas destellantes y colgando, un bello crucifijo.  Luego vi a la Virgen, era una imagen bellísima». Al narrar esto el joven no podía contener el llanto y la emoción… En ese preciso momento una lluvia repentina empezó a caer.

Parte de la tradición católica en el cerro de Las Pavas es la bendición después de la eucaristía.

Tiempo después, ese mismo joven que había querido destruir una obra de Dios se convirtió al catolicismo, y como parte de su promesa fue hacer dos esculturas de la Virgen tal como él la recordaba. Buscó a un escultor, quien esculpió dos majestuosas imágenes de la Virgen del Rosario de Fátima. Una fue colocada en la iglesia que pidió que se le construyera en el lugar de su aparición, y la segunda fue rifada, participando todos los países del mundo.
Al efectuar el sorteo, el país ganador para tal honor fue El Salvador. Los que estaban efectuando la rifa se preguntaron dónde quedaba El Salvador, al encontrarlo en el mapa se dieron cuenta de que era un país muy pequeño, por lo tanto, estimaron que la única réplica de Nuestra Señora de Fátima no podía estar en un pueblo tan «modesto» para ellos. Decidieron realizar una vez más la rifa; su sorpresa fue enorme tras salir favorecido nuevamente El Salvador.
Esa misma imagen que ustedes pueden contemplar en el santuario del cerro de Las Pavas fue enviada a nuestro país, y luego aquí fue rifada entre los 14 departamentos, saliendo favorecido Cuscatlán, cuya cabecera departamental es Cojutepeque. Fue así como su gente, con mucha alegría,  construyó la gruta de piedra en el cerro de Las Pavas, donde fue entronizada en un acto muy solemne el 25 de noviembre de 1949, y allí se encuentra actualmente.

Una tarde en «Cojute»

Las tradicionales ventas callejeras son parte del folclore de Cojutepeque. Todo fresco a buenos precios.
El parque Rafael Cabrera es el lugar donde se congregan todos los cojutepecanos a hacer sus compras y entretenerse.

Las calles de esta ciudad son angostas y llenas de vida. Mujeres con canastos venden sus productos en el parque. El municipio de Cojutepeque cuenta con una población aproximada de 55,985 habitantes, con una densidad de población de 1.781 habitantes por km², aproximadamente. En los cantones que circundan la ciudad abundan los cultivos de maíz, frijol y legumbres. Asimismo, la ganadería es una de las mayores fuentes de trabajo y comercio. De aquí que Cojutepeque es famoso por la fabricación de embutidos, como los famosos chorizos de Cojute, a los que hasta canciones les han compuesto algunos artistas nacionales. Por su cercanía al lago de Ilopango y teniendo como municipios a El Carmen, San Ramón y Candelaria, lugares cercanos al lago, se puede encontrar pescado fresco.
Como es tradición en muchos pueblos y ciudades del interior del país, las vendedoras con canastos se congregan alrededor del parque central de la ciudad. En Cojutepeque, el parque Rafael Cabrera es el punto de mayor comercio y  donde se congregan todos los habitantes. El parque es rodeado por un portal donde hay una gran variedad de tiendas comerciales, y al costado norte, la parroquia San Sebastián, una iglesia colonial que resiste el paso del tiempo.

Cerquita de San Salvador

La ciudad de Cojutepeque se comunica por la carretera Panamericana con San Salvador. Desde el Kilómetro Cero hasta esta ciudad hay una distancia de 34.5 km. Es una autopista de cuatro carriles con hombros, lo que permite la circulación en bicicleta, aunque existe mucho tráfico pesado y en algunos tramos los hombros no están en buenas condiciones. Bueno, esa ruta es con la que terminaremos nuestro tour. Pero aún falta. Es una tarde fresca y en el parque hay una banda de músicos juveniles que tocan canciones populares mientras unas cachiporristas bailan con su ritmo.
Luego de caminar por la ciudad, cenamos algo, y después nos fuimos a dormir temprano para tomar fuerzas y así comenzar la pedaleada hacia San Salvador. Este último tramo de nuestro tour no es complicado, pero sí hay varias cuestas en las cuales debíamos tener fuerzas para concluir este bello tour que nos llevó a conocer lugares y personas de nuestro querido El Salvador.

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