Ya en la isla Tasajera pedalear fue un doble reto. Debido a que como ya es casi verano la arena está seca y muy suelta por lo que las llantas se traban. Se requiere práctica, pues los pobladores lo hacen con mucha facilidad.
Esta es una isla que está ubicada en el estero de Jaltepeque y está formada por las desembocaduras del río Lempa. Mide 2 kilómetros de ancho por 6 de largo.
En ella viven aproximadamente unas 150 familias y cerca de Tasajera se encuentran pueblos como La Colorada, Montecristo y La Pita. Entres sus principales atractivos están el mar y los manglares, estos últimos, son una reserva para la conservación de la vida silvestre, tanto de animales y aves nacionales como migratorias.
Otro de sus principales atractivos, y por el cual pedaleamos hasta acá, es que durante la temporada de agosto a diciembre inicia el proceso de eclosión de los huevos de tortugas los cuales han sido sembrados en corrales de incubación. Específicamente visitaremos el vivero de Tortugas de Tasajera administrado por FUNZEL y cuyo coordinador local es Walter Peña, mejor conocido como «el padre de las tortugas».
Frente al mar
¿Alguna vez te has parado frente al mar y te has sentido intimidado por esa inmensidad? Da miedo, verdad. Siquiera nos atrevemos a pensar en meternos a nadar solos y lanzarnos a lo incierto, a la nada. Y qué si tuvieras apenas 2 centímetros de tamaño, acabas de nacer y te colocan a la orilla de la playa para que te metas por voluntad propia, o por instinto, sin saber nada, sin nadie que te acompañe o te guíe. Sí, en ese océano, en esa inmensidad.
Este «ritual» de la vida, si le podemos llamar de alguna forma, es realizado año con año en las playas de la isla Tasajera en donde se encuentra uno de los pocos viveros de tortugas marinas que existen en el país. Las protagonistas son unas pequeñas tortuguitas de la raza Golfina, que recién acaban de nacer.
Es increíble y sobrecogedor verlas tan pequeñas y vulnerables, pero con unos grandes deseos de ir al mar. La vida de las tortugas, como la de muchos animales silvestres, no es fácil. Tienen que sobrevivir a los enemigos naturales, la contaminación de los océanos, el cambio climático y, sobre todo, a la mano del hombre, quien a través de una depredación injustificada extrae los huevos para su comercialización y consumo.
Luego de su liberación las tortugas ingresan al mar y comienza realmente su prueba de supervivencia. Mientras crecen inician su vida en solitario y se enfrentan a innumerables peligros. Si la tortuga hembra logró sobrevivir a estas amenazas, regresará a la orilla de la playa en la cual ella posiblemente haya nacido hace unos 15 a 30 años y depositará, en un hoyo que ella misma cavó en la arena, entre 70 a 200 huevos. Luego regresara de nuevo al mar, cumpliendo de esta manera un ciclo que se ha repetido por cientos de años en la Tierra.
A partir de este momento y dependiendo de las condiciones del clima, los huevos se incubarán en un periodo de 45 días. Llegado el instante de la eclosión, las tortugas rasgan el cascarón con un dentículo que presentan en la punta de su pico. La rotura de los cascarones en la cámara de incubación puede ocupar de dos a tres días más. En el momento en que todas la tortugas recién nacidas han roto sus cascarones inicia la eclosión a través de activos movimientos simultáneos, logrando de esta forma salir a la superficie. De ahí tienen un largo camino hacia la playa, donde son vulnerables a las aves y otros animales, incluyendo perros y hasta cerdos que se las comen. Las que sobreviven a este último trayecto en tierra firme entrarán al mar en donde existen más depredadores.
Según el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, en inglés) unas 29.000 tortugas marinas mueren cada año atrapadas en las redes de arrastre de los barcos camaroneros que, posteriormente, son vendidas en el mercado europeo. No son buenos tiempos para las tortugas marinas. Históricamente buscadas por su carne, piel, caparazón y huevos, ahora el cambio climático representa una nueva amenaza. El sexo de las crías de estos animales depende de la temperatura de la arena en la que ponen los huevos: la arena más caliente provoca el aumento de la proporción de crías hembra. Efectivamente, esta especie ha evolucionado para sincronizar su reproducción con los momentos del año en los que la temperatura produce igual número de machos que de hembras. Si esta proporción se pierde, las poblaciones podrían disminuir drásticamente debido a la escasez de uno de los sexos.
Desafortunadamente, poco se conoce sobre la biología y ecología de las tortugas juveniles entre su nacimiento hasta que alcanzan la madurez sexual, razón por la cual este período ha sido llamado «el año perdido», aunque en realidad son varios. Debido al pequeño tamaño corporal de los recién nacidos y su bajo peso, se cree que las tortugas a esta edad son arrastradas por corrientes marinas o flotan a la deriva en nudos de algas marinas, donde encuentran refugio y alimento.
La especie más común de tortuga marina es la golfina, con un estimado de 800,000 hembras anidadoras. Las tortugas marinas son una de las especies más longevas y pueden vivir más de 100 años. Desde que nacen son seres solitarios y solo buscan en las áreas de alimentación a una pareja para aparearse. Su madurez sexual la alcanzan entre edades que fluctúan alrededor de 15 y 50 años.
Una batalla
En El Salvador se reproducen y desovan cuatro de las ocho especies de tortugas marinas que hay en el mundo (baule, carey, prieta y golfina), por lo que el hábitat nacional se vuelve relevante para la conservación de estos seres. Por tanto, diferentes instituciones realizan esfuerzos con pocos recursos para rescatar la mayor cantidad de huevos, para evitar que sean recolectados en las playas por pobladores que después los venden.
Las tortugas que fueron liberadas este día nacieron en el vivero de tortugas de la isla Tasajera, el cual es administrado por la Fundación Zoológica de El Salvador (FUNZEL). A través de patrocinadores que aportan dinero, FUNZEL les paga a los recolectores para que no vendan los huevos al mercado y les dejen «sembrarlos» en el vivero para incubarlos y liberar luego a las tortugas.
El vivero es administrado por Walter Peña, de 48 años, quien ha realizado esta actividad desde hace 11 años. Tal es su dedicación al rescate de las tortugas que muchos en la comunidad lo han llamado «el padre de las tortugas». Esta es una batalla contra muchos factores adversos como la depredación tanto de animales como del hombre. La comercialización está penada por la ley, pero a pesar de esto, muchas personas los siguen consumiendo, ignorando el daño que le hacen a esta especie.
«Desde un principio de que hicimos esto hemos liberado muchas tortugas y no tenemos aproximadamente la cantidad de tortugas que hemos liberado», asegura Walter. «Lo que me motivó para comenzar en esto al inicio, como era algo que yo nunca había hecho, nunca había visto una tortuga de este tamaño, un neonato pequeño, pues dije ‘voy a intentarlo’.
Y me motivó tanto de ver tanta tortuga que va para el mar y ver que por otra parte tanto huevo que sale al mercado y con esto estamos destruyendo nuestro medio ambiente. Con esto que hago siento que estamos protegiendo a la tortuga marina», añade Walter.
La recolección y cuidado de las tortugas es un trabajo a tiempo completo, tanto de día y de noche, ya que la temperatura del clima es algo que realmente afecta la incubación de las tortugas. Si sube o baja, afectará su incubación; por tanto,Walter debe estar pendiente y ver la forma de regular la temperatura a través del uso de una ramada a la que va quitando y poniendo palmas.
«Nosotros, en la comunidad, tenemos dos centros recolectores en las playas. Estas personas traen los huevos que recolectan y los traen al corral, y hay un beneficio que otorga FUNZEL junto a Termo Encogibles y la Universidad Francisco Gavidia, que son los que nos están apoyando en la recolección. Ellos nos dan fondos para pagarles a los recolectores. El recolector nos proporciona información de la tortuga, su medida, largo y ancho, y la profundidad del nido donde los ha colocado. A esta persona se le compra la información, no se le compran los huevos. Se les pagan $2 la docena. El tortuguero da 14 huevos, dona dos, y se le cancelan los otros 12», asegura Walter.
La mayor cantidad de tortugas que llegan a las playas de la isla Tasajera son de la especie golfina, pero existe una especie que debido a su nivel de depredación ya casi no regresa: es la especie Baule, la cual ha disminuido considerablemente su desove en esta playa y desde ya se considera en peligro de extinción.
«A finales de enero de este año apareció una tortuga baule aquí en la playa. Tenía entre 15 a 20 años de no ver una tortuga de este tipo y menos de cuidar un nido de esta especie», comenta Walter. Esta tortuga desovó un total de 120 huevos, de los cuales 80 son fértiles y el resto infértiles. «Esta especie de tortuga utiliza esta estrategia para protegerlos de los depredadores», indica. «Es una tortuga que puede medir hasta 2 metros de largo. Ya no hemos visto muchas de ellas en los últimos años. Creemos que quizás estén en peligro de extinción», añade.
Equilibrio de la naturaleza
Muchos pensarán que las tortugas no traen ningún beneficio a los océanos o a las playas donde llegan a desovar. Todo lo contrario. «Traen un beneficio al planeta: que si en el mar hay tortugas, no hay muchas medusas. Pero si no tenemos tortugas, existiría una sobrepoblación de medusas que el turista no se va a poder bañar en la playa y no va a poder pescar. Las tortugas se comen las medusas. Todo es un equilibrio y la naturaleza es sabia», reflexiona Walter.
A mediada la temporada de desove de las tortugas va avanzando, los fondos para pagarles a los tortugueros se acaban y todos los huevos se van directamente al mercado ilegal. «Como no tenemos de dónde financiar el proyecto, por eso nosotros nos estamos formando en la comunidad en un comité ambiental y de turismo en la isla Tasajera para proteger la tortuga.
Sí, necesitamos encontrar gente a través ya del comité organizado; encontrar gente que nos ayude a sostener este proyecto con fondos para evitar que los huevos se vayan al mercado ilegal, poder seguir pagando por la información y salvar a las tortugas», asegura Walter.
Con un huacal en el que se encuentran unas 30 tortugas recién nacidas e inquietas por ir al mar, Walter nos comenta: «Estas tortugas son un milagro, ya que en este corral que tenemos aquí quedó inundado para este último invierno. La temperatura bajó y pensábamos que las habíamos perdido. Pero están naciendo entre un 80 a un 90 % , son pocos los huevos que hemos perdido. Es un milagro que ha sucedido. Que la tortuga hay sobrevivido a este invierno y la baja temperatura es un milagro», concluye Walter.
Datos curiosos
- Las tortugas de mar vienen a la playa de noche para poner un nido de entre 70 y 240 huevos.
- Los huevos eclosionan de 40 a 60 días.
- Las crías son completamente independientes al nacer y jamás ven a sus madres.
- Tras salir de los nidos, las crías se arrastran lo más veloz posible al mar y nadar cara el mar abierto.
- Las tortugas jóvenes pasan múltiples años a la deriva con las corrientes por casi toda la geografía marina (con frecuencia referida como «la pérdida de años»). Se nutren de pequeños animales que viven en las algas que flotan en el agua.
- Después de unos años, las tortugas inmaduras se conforman cerca de la costa, donde les puede tomar más de 20 años en lograr la edad adulta.
- Las hembras nadan de regreso a la playa en la que nacieron para poner sus huevos cada dos o tres años.
- Las tortugas de mar tienen una bajísima tasa de supervivencia natural, una de cada 1,000 tortugas llega a edad adulta.
- Las tortugas marinas no poseen cromosomas sexuales, de manera que el sexo de los recién nacidos
es determinado por la temperatura de incubación de los huevos.