El Modelo de Múltiples Partes Interesadas está en el ADN de Internet

La mayor parte de los temas que se discuten y resuelven por las comunidades son presentados, apoyadas, discutidas y acordadas utilizando diversos modelos y procesos para hacerlo. Tanto los temas que se discuten, como los retos que deben ser resueltos, continúan evolucionando todo el tiempo, a medida las circunstancias cambian.

Estos modelos van desde el liderazgo unipersonal, donde una sola persona tomas las decisiones, como en los casos de reinados y dictaduras, hasta las más abiertas, donde se espera que todos los miembros de una comunidad puedan participar en el proceso de definición de soluciones, pasando por todas las variantes y grados de apertura, inclusión y participación.

El Modelo de Múltiples Partes Interesadas (“Multistakeholder Model”, en inglés) es una forma abierta a todos, participativa, inclusiva y no discriminante, que busca tomar las decisiones por consenso, definiendo éste como la ausencia de oposiciones mayores, pero permitiendo la disidencia y expresión de la misma por medio de argumentos escritos.

Internet como realización del Modelo de Múltiples Partes Interesadas

Desde el principio de la concepción, diseño y construcción de lo que hoy conocemos como Internet, sus creadores, ingenieros y técnicos siguieron los principios de colaboración abierta, inclusión, discusión amplia entre pares, consenso aproximado (“rough consensus”) y código de programación efectivo (“running code”). Es probable que ni siquiera se conociera el nombre que hoy asignamos a esta forma de trabajo.

Internet fue concebida en una época en que las situaciones sociales y sus actores buscaban formas de cooperación, apoyo recíproco, diálogo, idealismo por sociedades más justas, equitativas, solidarias y generosas, como respuesta opuesta a las actividades bélicas. La convivencia social, el arte y los estilos predominantes, ejemplificados por los movimientos de amor y paz, los hippies, las protestas, música y expresiones de arte plástico, proveyeron el contexto para este desarrollo científico tecnológico.

Steve Crocker, uno de los padres de Internet, creador del nombre y conceptos detrás de los documentos conocidos como “Solicitud de Comentarios” (RFC, Request For Comments), que representan la documentación técnica de Internet, escribió en julio de 2020: “El principio es que los protocolos que gobiernan cómo se comunican los dispositivos conectados a Internet deben ser abiertos, expandibles y robustos. Y el proceso que inventa y refina esos protocolos exige colaboración y un alto grado de consenso entre todos los que quieren participar”.

RFC 1. Autor Steve Crocker

Es decir, los principios de diseño de Internet, antes y ahora, se discuten por medio de los documentos RFC, y tienen en la actualidad un proceso específico para alcanzar consenso en las reuniones de la Fuerza de Trabajo de Ingeniería de Internet (IETF, por sus siglas en inglés).

Esta forma y proceso de tomar decisiones se ha extendido a todos los ámbitos relacionados a Internet, más allá de lo meramente técnico, y muchas organizaciones y movimientos, como ICANN, LACNIC y los otros 4 Registros de direcciones en el mundo, el Foro de Gobernanza de Internet y varios más.

La razón es que, como hemos esbozado, Internet nació con este componente dentro de su ADN, es inherente a ella, por lo que todos podemos participar en los procesos de definición de sus políticas. Ojalá más procesos de toma de decisiones siguieran los principios de apertura, participación, inclusión y consenso aproximado.

TBox y el Aula Invertida: Nuevos paradigmas en educación

Las limitaciones que el encierro por prevención que ha caracterizado la mayor parte de este año ha servido como fuerte motivación para muchas personas, empresas e instituciones para reinventarse y buscar formas distintas de hacer lo que venían haciendo de manera tradicional.

Una de las áreas más golpeadas y con fuerte impacto en el mediano y largo plazo de todas las sociedades y países es la educación. De repente, la mayoría de escuelas y centros educativos de todos los niveles debieron cerrar sus puertas y pedir a sus alumnos y docentes que se quedaran en casa, suspendiendo las clases sin un plan alternativo de contingencia.

A medida pasó el tiempo sin prever una vuelta a la normalidad en el corto plazo, fue necesario e imperativo tratar de minimizar los daños, y muchos comenzaron a retomar la interacción entre los profesores y estudiantes usando la conexión de Internet para dar clases y sesiones en línea, según el mejor entender y las posibilidades de cada uno.

Buscando nuevos paradigmas

Al mismo tiempo, y hoy más que antes, es importante desarrollar y poner en práctica las formas y técnicas que puedan hacer más eficientes y relevantes estas nuevas clases en línea. Uno de estos nuevos paradigmas educativos es conocido como Aula Invertida, Aprendizaje Invertido, o Flipped Classroom, y la empresa TBox acaba de completar un curso taller para docentes en estos conceptos y herramientas.

Hay algunas definiciones para el concepto, pero se puede decir que es una de las nuevas formas de enseñanza combinada que incluye el uso de Internet y tecnologías para mejorar el aprendizaje de los alumnos. Permite que el profesor dedique más tiempo a sus alumnos en los momentos en que se “reúnen” en línea o en forma presencial, sirviendo mucho más como un tutor y orientador, respecto a los contenidos que el alumno ya conoció en su tiempo y hogar.

Los materiales y el contenido que se hacen accesibles a los estudiantes para que los conozcan, analicen y reflexionen, antes de reunirse con su profesor, constituyen la parte “invertida” del paradigma, y estos documentos pueden ser en múltiples formatos y deben buscar ser atractivos, interesantes y estimulantes.

La construcción de estas piezas de información, entonces, deben ser diseñadas, pensadas y realizadas por los mismos docentes, para que estén completamente alineados con los objetivos de aprendizaje, y reflejen, de manera asíncrona pero consistente, el estilo y secuencia que el maestro – tutor busca hacer llegar a sus aprendices.

Como lo expresa TBox en su sitio: “El Flipped Classroom es un enfoque pedagógico que “da vuelta” a la dinámica de la clase: los estudiantes se preparan previamente con los conceptos y datos por medio de videos, sitios web, infografías y otros recursos multimedia”.

Felicitaciones a TBox, a sus instructores y, sobre todo, a los docentes de varios países que tomaron este curso. Seguramente habrá más oportunidades para cada uno de los participantes para seguir desarrollando sus materiales, y para los que aún no se han aproximado al nuevo paradigma, esperamos que en la próxima oportunidad, se sumen a estos talleres.

Más importante que nunca: Formación continua en línea

La situación especial que ha modificado la manera en que hemos realizado, o intentado realizar, nuestras actividades productivas, de aprendizaje y sociales, han sido transformadas en forma bastante profunda durante la mayor parte de este año 2020.

Muchas personas han debido aprender, cuando menos, a utilizar de forma eficiente las distintas plataformas digitales de comunicación sincrónica para llevar a cabo reuniones de trabajo o sociales, desarrollando las habilidades para abrir o cerrar su cámara y micrófono, compartir su pantalla, enviar archivos, participar en el chat o pedir la palabra.

Otros han debido, además, reinventar la forma en que hacen sus negocios y tratan de lograr generar ingresos que les permitan mantenerse en su área de conocimiento empresarial o comercial, y si se ha considerado necesario, han agregado, o reducido, las líneas de negocio o trabajo que realizan. En no pocos casos, esto ha significado hacer actividades que nunca antes se habían ejecutado.

Educación continua por necesidad

Afortunadamente, en paralelo, y como parte de las actividades de varias organizaciones, tanto a nivel nacional como internacional, han florecido y aumentado la cantidad de webinars, talleres, charlas, presentaciones y cursos en línea, tanto gratuitos como pagados, que nos permiten ampliar nuestros conocimientos y habilidades, por supuesto usando el formato en línea.

Si desde hace muchos años ya contábamos con la posibilidad de acceder a tutoriales, clases, cursos, textos, libros, gráficos y varias formas más de mostrar información en Internet sobre muchísimos temas y habilidades, con la situación mundial existente, estas oportunidades se han multiplicado, abriendo vastas posibilidades para cualquier persona interesada.

Para algunos, esto ha sido un descubrimiento fortuito, pero afortunado. Les ha permitido, con limitaciones y hasta cierto punto, fertilizar ideas y posibilitar el desarrollo de nuevos negocios y propuestas, o fortalecer sus incipientes capacidades en casi cualquier disciplina o actividad, según su preferencia o de acuerdo a su necesidad.

Este hallazgo, equivalente al encuentro de una mina de un mineral precioso o un tesoro casi ilimitado de conocimiento, ha sido uno de los beneficios de esta época de encierros, trabajo desde casa y estadías inusuales fuera de los lugares habituales de trabajo. Es importante que, además de aprovecharlos, hagamos de esta práctica algo habitual en nuestras vidas.

Por parte de nuestros cerebros, que es sumamente plástico, podemos optar por no dejar de aprender nunca. Si tenemos esa capacidad, y ahora sabemos que es posible lograrlo con relativa facilidad, con sólo tener una conexión y un dispositivo para acceder a ese cúmulo de información y conocimiento, es casi imperdonable que no lo aprovechemos, aún una vez termine esta condición excepcional.

Desarrollando la cultura de innovación

Se habla mucho de innovación, y aunque el fenómeno ha existido desde hace mucho tiempo, es hasta recientemente que podemos decir se ha comenzado a profesionalizar y volver más científico, sistemático y meticuloso su estudio académico, surgiendo cada vez más empresas y consultores que promueven una cultura de innovación.

Este desarrollo es importante, sobre todo en países, organizaciones y comunidades que buscan no sólo sobrevivir, sino destacarse y generar riqueza de manera sostenida. Una de las razones para esta búsqueda es el incremento en la dimensión y la definición de la competencia, la competitividad, la productividad y el acercamiento a los mercados, que se está dando con mayor intensidad en todo el mundo.

No obstante, esta cultura de innovación no puede surgir por generación espontánea o por decreto legal en una nación o empresa. Es necesario trabajar con horizontes bien definidos, metas claras y acciones concretas, de forma tesonera, sistemática y decidida para buscar ese desarrollo en las generaciones de personas que van llegando al aparato productivo.

Elementos necesarios para buscar la cultura de innovación

Si buscamos desarrollar una cultura de innovación, hay que considerar, al menos, lo siguiente:

Un ecosistema de innovación integrado, alineado y con objetivos comunes a nivel nacional. Para ello, como ya lo han hecho algunos estudios, es bueno identificar a los jugadores clave, organizaciones, empresas, cooperantes, instituciones académicas y tanques de pensamiento, inversionistas de todo tipo, y programas y entidades públicas y privadas dedicadas al fomento de la innovación.

Estímulo y desarrollo de las habilidades personales y el perfil adecuado en los jóvenes para convertirse en emprendedores, innovadores y creativos. Sería largo de enumerarlas, pero aspectos conocidos, tales como liderazgo, trabajo en equipo, tolerancia al fracaso, persistencia, entusiasmo, auto estima y solidaridad, son algunos de las aptitudes a fomentar, tanto a nivel formal como en cualquier interacción formativa.

Esfuerzos sistemáticos de apoyo, tales como acceso a mentores, recursos técnicos y financieros, desarrollo de cursos sobre innovación y emprendedurismo, realización de hackatones, rallies de innovación, ideatones, festivales maker, edutones, boot camps, certámenes de resolución de problemas técnicos, y otras formas para facilitar el diseño, prototipado, revisión y crítica, así como la ejecución de proyectos innovadores.

Políticas públicas nacionales apropiadas y debidamente financiadas e inclusión de los temas de innovación, creatividad, emprendedurismo y desarrollo de modelos de negocio bajo la sombrilla de la Responsabilidad Social Empresarial.

Sistemas de evaluación y valoración de emprendimientos tecnológicos, start ups, fin techs y otras formas incipientes de negocios en economía circular y naranja, para que inversionistas ángeles y capitales de riesgo, incluidos fondos de inversión del Estado y estímulos fiscales a los mismos, puedan ser canalizados con facilidad.