Seguridad, legalidad y ética como formas de expresión

Las amenazas y ataques a sitios web ocurren todos los días y todo el tiempo, en muchos lugares del mundo. Las herramientas utilizadas para sustraer información, cambiar el rostro de un sitio web, suplantar identidades, interceptar comunicaciones, desarrollar ataques masivos, implantar virus y piezas de software nocivo (malware) en discos duros y memorias, y todas las formas de alteración del orden cibernético se basan en la misma tecnología que ha sido usada para crear las instancias objeto de ataque.

Inevitablemente, en paralelo al desarrollo tecnológico de cualquier área, también evoluciona la disyuntiva ética acerca de los propósitos con los cuales se utiliza la tecnología. Científicos de todas las épocas, como Nobel, Einstein y los creadores de Internet han debido ver sus inventos, creaciones y descubrimientos siendo utilizadas y aprovechadas para fines distintos a los que ellos mismos tenían en mente al concebirlos.

Este dilema ético ha estado y seguirá estando presente en todos los aspectos de la vida, y la tecnología no está exenta. A veces, buenas intenciones son recubiertas con acciones no tan transparentes, con o sin intención; de igual modo, en algunas ocasiones los objetivos oscuros son abonados con actividades que dan lugar a efectos positivos.

La ley y la ética en el ciberespacio

Por estas situaciones conflictivas, las sociedades han intentado desde sus inicios lograr la convivencia armónica entre sus miembros, y para eso crearon el sistema de reglamentos, códigos de conducta y leyes nacionales e internacionales.

Sin embargo, la humanidad evoluciona constantemente y las normas que rigen el comportamiento de los pobladores de una región deben ser revisadas y actualizadas frecuentemente. El surgimiento de las nuevas tecnologías de información y comunicación, especialmente el amplio y gran potencial que ha generado Internet en el mundo, mantiene en trabajo permanente a los grupos de personas interesadas en lograr la mejor convivencia en ese mundo virtual, planteando nuevas formas de trabajo, reglas adicionales a las tradicionales y herramientas especializadas.

Aspectos como el comercio electrónico, las compras por Internet, las bases de datos públicas y semi-públicas, la firma electrónica, los certificados digitales, el acceso restringido, los contratos electrónicos, la posibilidad de repudio de un mensaje electrónico, la admisibilidad de los vídeos, los audios y las fotografías digitales en juicios civiles y penales, etc. son algunos tópicos que, al no estar completamente regulados por las leyes de todos los países, abren posibilidades para realizar acciones que, aunque puedan no ser ilegales, se vuelven al menos cuestionables éticamente.

Acciones para expresar opiniones

Algunos sitios web de diversos sectores, privado y público, reciben ataques constantemente, por diversos actores y distintas razones. Por ejemplo, los bancos y las instituciones que utilizan el comercio electrónico están siempre expuestos a que los atacantes intenten copiar las bases de datos de cuentas, números de tarjetas de crédito, números pin o palabras clave para acceder a los depósitos de dinero de sus clientes y sustraer sumas monetarias en forma virtual.

Los sitios de las entidades gubernamentales suelen ser atacados por razones políticas, ya sea de sus opositores o por grupos de personas que están en desacuerdo con su desempeño, sus posiciones o las medidas tomadas, o dejadas de tomar.

El Salvador, al igual que otros muchos países, aunque en menor medida, también recibe este tipo de intentos, infiltraciones, modificaciones y apropiaciones indebidas de información.

Se dice que algunas de estas acciones son realizadas por conglomerados de alcance mundial con el objetivo de protestar contra la gestión gubernamental en los temas que son más relevantes para el ciudadano común: seguridad, salud, educación, etc.

Como sucede con otras formas de expresión, en una sociedad donde se permite opinar con bastante libertad, los límites de nuestras expresiones deben ser establecidas por nosotros mismos, atendiendo a la ética personal. Esto significa que podemos estar o no de acuerdo con alguna decisión, o ausencia de la misma, de las personas que en el sector público o en el sector privado tienen la facultad de decidir, pero debemos enmarcar nuestra expresión en los confines de lo que es aceptable, ya sea por las leyes formales o por las normas de conducta generalmente aceptadas.

La controversia existe y seguirá existiendo: pintar paredes, bloquear calles y “hackear” sitios web son formas que se usan para protestar y exigir derechos y/o acciones concretas porque tienen resonancia mediática y en algunas ocasiones atraen la atención pública y aparentan lograr los objetivos perseguidos.

Sin embargo, también tienen su lado negativo y su costo social: invaden los derechos de otras personas: los propietarios de los locales pintados, los trabajadores que utilizan las calles para llegar a sus empleos y los ciudadanos que necesitan utilizar la información o los servicios de un sitio web comprometido.

Positivos, propositivos y proactivos

En contraposición, las actitudes que deberíamos adoptar, tanto los protestantes como los tomadores de decisiones a los que se dirigen las protestas, pasan por la tolerancia mutua, la apertura a sugerencias y propuestas, la empatía, la comunicación y la transparencia, entre otras.

Adicionalmente, deberíamos aprovechar las competencias y habilidades que se tienen para infiltrar un sitio web, por ejemplo, para brindar capacitaciones, charlas y cursos sobre seguridad informática; elaborar o colaborar en la formación de propuestas de ley para reducir la inseguridad, física y digital; proponer actualizaciones en los planes de estudio de universidades y centros de formación; conformar equipos de respuesta a incidentes informáticos; y otras actividades positivas y constructivas.

A la larga, lo que hace crecer y desarrollarse a un país está formado, como en una ecuación matemática, por todo lo que sume, por todo lo que sea positivo. Cualquier acción, actitud o propuesta que reste o que sea negativa, contribuye a retrasar aun más nuestro propio desarrollo.

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