Obsolescencia programada

¿Cuántos celulares, monitores, impresores y otros dispositivos ha tirado usted a la basura o ha descartado hasta la fecha, debido a que dejaron de funcionar, y entonces encontró que era más barato comprar uno nuevo que repararlo?

Todos aceptamos en forma casi inconsciente y sin mucho cuestionamiento que la mayoría de artefactos, dispositivos, equipos y suministros que compramos y usamos, duran un tiempo determinado y en seguida se deterioran o se arruinan por completo. Algunos de ellos, nos parece, tienen su primera falla justo un día después de que termina la garantía del fabricante.

Según algunos estudiosos, la duración efectiva de un producto es parte del diseño original del mismo, lo que significa que no es casualidad ni es “natural” que un producto dure funcionando lo que dura, pudiendo este período ser más largo. La razón y el argumento para que los productos comiencen a fallar y sea necesario reponerlos es, por supuesto, la necesidad de generar más ventas y una mayor circulación del dinero para mantener el flujo económico.

El producto ícono que se menciona como el anti-ejemplo de esta duración limitada, y que contradice la noción de que los productos deben durar un tiempo relativamente corto es la bombilla de luz “centenaria”, ubicada en la estación de bomberos de Livermore, California, que está en funcionamiento desde 1901, es decir, tiene más de 111 años a esta fecha.

Ingeniería y economía se combinan

De acuerdo a Wikipedia, se denomina obsolescencia programada u obsolescencia planificada a la determinación, la planificación o programación del fin de la vida útil de un producto o servicio de modo que —tras un período de tiempo calculado de antemano por el fabricante o por la empresa de servicios durante la fase de diseño de dicho producto o servicio— éste se torne obsoleto, no funcional, inútil o inservible.

Otras definiciones establecen que esta obsolescencia programada hace referencia al progresivo acortamiento de la vida de un producto con el fin de convertirlo en un objeto de “usar y tirar”, con el consiguiente gasto por parte del afectado al tener que comprar otro. La operación es simple: basta con la inclusión de pequeñas piezas defectuosas en nuestros computadores, lavadoras o televisores, de manera que éstos no tardan demasiado en dar problemas.

Pareciera que “diseñar para fallar” fuera un oxímoron (una contradicción en sí misma), puesto que a los ingenieros se les educa para que desarrollen los mejores, más eficientes y más duraderos productos.

Entonces, debido a razones y justificaciones económicas, este concepto establece la “necesidad” de diseñar los productos con una vida útil predeterminada, aunque la ciencia y la tecnología permitan que dicha duración sea mayor.

Por moda o por necesidad creada

Más recientemente, dado que nuestra sociedad de consumo requiere que todos compremos continuamente nuevos y más artículos, los productores han debido crear nuevas estrategias, además de la obsolescencia programada, con las cuales convencer al potencial comprador.

Cuando no es posible “diseñar para fallar” porque no hay acuerdo general entre los fabricantes, y alguno de ellos desarrolla un producto que dura más, ganando de esta forma el mercado, se acude al mercadeo para crear la necesidad en el consumidor de actualizar o acompañar a la moda, induciéndole a adquirir los productos que probablemente no necesita. Un claro ejemplo es la frecuencia con la que muchas personas cambian de teléfono celular, aun sin que haya fallado el anterior.

En el caso de los productos de software, por ejemplo, cuando sale una nueva versión de un sistema operativo, una herramienta ofimática o un paquete de productividad en cualquier área, es importante para el productor generar nuevas ventas para recuperar la inversión.

Entonces, es necesario convencer a los potenciales compradores, que incluyen a los que ya tenían una de las versiones anteriores, que la nueva versión es mejor y resuelve aun más problemas que las anteriores, es la moda o tenerla es una necesidad ineludible. De esta forma puede darse que, a pesar de que la versión anterior aun genera los resultados y subproductos suficientes, los encargados de compra de una empresa se encuentren con solicitudes para adquirir la versión más reciente.

Más conciencia antes de comprar

Hay más aspectos que se derivan de la obsolescencia programada: es posible intencionalmente dejar fuera innovaciones tecnológicas para promover las ventas de los productos que aun existen en inventario o cuya transición resulta muy cara para los fabricantes (el vehículo eléctrico o el resistente hilo de nylon, por ejemplo).

En las versiones de software, se puede retrasar deliberadamente la inclusión de una característica en la versión 1, para tener argumentos promocionales para vender la versión 2 y subsiguientes, o crear continuamente nuevas versiones, rodeándolas de un ambiente de modernidad y símbolo de estatus y progreso, relegando como obsoletas o desactualizadas a las empresas y personas que “todavía” no usan la versión más reciente.

La actitud, como consumidores, debe comenzar por cobrar conciencia de este fenómeno tecno-económico, y revisar continuamente si es absolutamente necesario comprar un nuevo celular o una nueva versión de software, antes de seguir contribuyendo a las “fallas por diseño”, la “duración planificada” o la obsolescencia programada.

 

2 comentarios sobre “Obsolescencia programada”

  1. Muy interesante y muy cierto. Cada vez más, la tecnología se hace «obsoleta» en menor tiempo y el consumismo nos hace creer en la necesidad de cambiar por algo «más nuevo, más eficiente, más actualizado…». Triste es que las empresas saben esto y nos pueden manipular fácilmente aunque estemos conscientes de lo que nos están vendiendo no es algo esencial para nuestra vida.

  2. Como mencionó es por el flujo económico, las empresas tienen y quieren seguir ganando; hace poco estuve leyendo que los productos orientados al populacho osea el producto más barato es el que tiene los costos más grandes de desarrollo, así: se realiza I+D del producto más caro, después se hace I+D en base al producto más caro para cortarle ventajas y así nace el producto barato, en resumen el producto barato solo existe para que tenga sentido la existencia del producto caro, aunque sea más caro realizar el producto barato; ¿tiene sentido esto para nosotros?, no, pero para las empresas si, como dijo Steve Jobs, «el usuario no sabe lo que quiere hasta que se lo muestras».

    Cambios se pueden hacer, puedo generar un cultura de comprador inteligente y responsable, estar mejor informado y de comprar lo que realmente me hace falta tener, pero en este mundo que vivimos es muy complicado, aparte del bombardeo constante de publicidad y de ir más allá del mero consumismo, porque ahora los productos no solo te dan beneficios prácticos como hacer más eficiente alguna tarea sino que también beneficios sociales por el simple hecho de lucir mejor por tener un gadget más caro que el de mis pares, porque así somos los humanos, basamos nuetro éxito en base a la desgracia del vecino porque no se trata de tener mucho, se trata de tener un poco más de lo que tiene el vecino.

    Amplio tema de conversación.

    Yo admiro a ciertos países del primer mundo en donde su tasa de consumismo desmesurado no llega a cotas como las gringas a pesar de tener la tecnología y la posibilidad de consumirla a la vuelta de la esquina, supongo que es cultural, nivel educativo o que se yo, por mi parte creo que haciendo lo mio estoy sirviendo de algo, al menos soy un iphone innecesario menos en la calle y trato de comprar de forma inteligente.

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