¿La vida en línea nos hace más o menos sociales?

El surgimiento de las aplicaciones que, por medio de la tecnología desarrollada para Internet, nos permiten revisar una inmensa variedad de sitios web, enviar mensajes a todo el mundo, realizar transacciones comerciales, académicas y gubernamentales, integrarnos en las llamadas redes sociales y permanecer en contacto con hechos y personas 24 x 7 si así lo deseamos, nos tomó a todos por sorpresa.

Salvo algún pequeño atisbo que quizá un escritor de ciencia ficción pudo anticipar, nadie podía haber predicho lo que significaría la irrupción de estas aplicaciones en Internet en el comportamiento de la humanidad. Sin embargo, ante la realidad que vivimos y sin duda seguiremos viendo, es probable que aun la ciencia ficción se haya quedado corta, ya sea en fechas o en alcance de la tecnología o en cantidad de personas involucradas.

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Tenemos el privilegio de estar en medio del desarrollo tecnológico más vertiginoso que la humanidad ha presenciado. Adicionalmente, no sólo nos enteramos de estos avances como simples espectadores, sino que somos partícipes y usuarios de una buena cantidad de los dispositivos, sistemas y redes que forman parte de estos adelantos. Y todo ello en nuestro tiempo de vida sobre el planeta.

Esta situación provoca que los analistas, sociólogos y aun nosotros mismos, encontremos que no hay un comportamiento o un análisis único, “correcto” y adecuado ante el fenómeno de esta avalancha de posibilidades comunicativas.

Preguntas, dudas y discusiones

De aquí se derivan las diferencias de opinión entre muchas personas al considerar las mejores y más aceptables formas de lidiar y administrar los dispositivos, las redes y las posibilidades que tenemos frente a nosotros.

  • ¿A qué edad deben tener teléfono celular propio los niños?
  • ¿Cuánto tiempo puede un empleado permanecer conectado a las redes sociales en Internet en la oficina?
  • ¿Se debe permitir acceso permanente a Internet en las aulas durante una clase?
  • ¿Es de mal gusto contestar mensajes en móviles mientras estamos en reuniones de trabajo o sociales?
  • ¿Cuál es el nivel de transparencia y socialización que debe tener nuestra vida?
  • ¿Es un tema de diferencia generacional o es un cambio cultural radical?
  • ¿Es correcto imponer mi visión de este fenómeno a mi familia o a mi empresa?
  • ¿Es necesario crear leyes y reglamentos nuevos en torno a estas tecnologías?

Seguramente cada uno de nosotros se ha hecho éstas y muchas otras preguntas similares, y al compartirlas con nuestros allegados, o leer referencias por escrito, encontramos diferencias de opinión en las que posiblemente haya un poco de razón en cada una de ellas.

La socialización por medio de Internet

De acuerdo a la Real Academia de la Lengua, “Sociedad” es definida como “agrupación natural o pactada de personas, que constituyen unidad distinta de cada uno de sus individuos, con el fin de cumplir, mediante la mutua cooperación, todos o alguno de los fines de la vida”.

El ser humano es sociable por naturaleza, busca entrar y mantenerse en contacto con algunos otros congéneres, ya sea cercanos o no tan próximos, porque su relación contribuye de alguna forma a su propio desarrollo y crecimiento intelectual, emocional, espiritual y/o social.

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La intermediación de la tecnología informática y de comunicaciones, resumida en la red de redes Internet, ha modificado radicalmente el alcance en espacio y tiempo para nuestro proceso de socialización, y ese súbito cambio en las posibilidades espaciales y temporales para realizar y mantener contactos con otros seres humanos, conocidos o extraños, tiene indudablemente un impacto en nuestros procesos naturales de socialización.

Por medio de aparatos, móviles o de escritorio, pequeños o grandes, en forma sincrónica o desfasada, hoy es posible fortalecer y fomentar las relaciones sociales con nuestros amigos, familiares, conocidos y aun con personas extrañas con las que quizá tenemos algunas coincidencias en gustos, aficiones o creencias.

En el otro extremo, algunas personas pueden encontrarse más cómodas interactuando la mayor parte de su tiempo con la red por medio de sus dispositivos, incluyendo juegos en línea, transacciones y comunicaciones, dejando a un lado la relación con seres humanos en forma directa, sin intermediación tecnológica.

Las nuevas preguntas

Como en muchos otros casos, lo racional y normal será un punto intermedio entre la convivencia natural con otros seres humanos en nuestro entorno inmediato, y la comunicación tecnológica con el resto de nuestros contactos que se encuentran lejos física o temporalmente.

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Hemos ya insistido anteriormente que este balance entre la comunicación social cara a cara, usando palabras en el aire, contacto físico y visual inmediato, y la comunicación remota, auxiliada por los dispositivos móviles o fijos, es una definición personal.

Entonces, las nuevas preguntas a hacernos deberán ser:

  • ¿En qué momento del día me debo desconectar?
  • ¿Cuánto tiempo paso al día en sesión en redes sociales, viendo el correo electrónico, o navegando?
  • ¿Cuánto tiempo del día converso con colegas, amigos, familiares, en forma directa?
  • ¿Desconecto mis dispositivos cuando estoy en una reunión de trabajo o social, para prestar completa atención a los que me rodean?
  • ¿Cuántos amigos o conocidos tengo que sólo contacto por medio de tecnología?
  • ¿Estoy descuidando mis relaciones cercanas a costa de incrementar mis relaciones lejanas?

Cada uno de nosotros deberá definir la respuesta más adecuada a cada uno de estos temas.

 

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