Internet de las cosas = Inteligencia distribuida = Industria en crecimiento

Tanto durante las jornadas de Día de Internet recién pasadas como en otros ambientes, técnicos o no, se viene conversando mucho acerca de la tendencia tecnológica identificada como Internet de las Cosas (IoT, por sus siglas en inglés). Se trata, en su definición más sencilla pero también más ambiciosa, de que todos los dispositivos, artefactos, objetos animados e inanimados, son susceptibles de estar conectados a Internet, intercambiando información digital entre todos.

La idea de hacer que algunos objetos que no son computadoras y tienen, si acaso, muy poco poder computacional, estén conectadas a la red de redes no es nueva. Desde los inicios de Internet, cuando aun no tenía ese nombre, algunos ingenieros se divertían interactuando con una máquina expendedora de bebidas gaseosas, por medio de sensores, una conexión al computador y un pequeño programa que les permitía saber desde su laboratorio cuando la botella de soda había alcanzado la temperatura ideal.

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Una forma de ver este concepto es desde el punto de vista estrictamente técnico, y hablar de las conexiones simultáneas, las velocidades requeridas, la cantidad de direcciones en Internet y el tráfico incrementado. Sin embargo, también se puede ver como algo mucho más allá, incluyendo las puertas que esta tendencia abre para nuevos negocios, mayores eficiencias en la producción y generación de datos, información y conocimiento.

Así, dependiendo de cómo lo queramos ver, podemos afirmar que Internet de las cosas puede ser sinónimo de Inteligencia distribuida, así como también de Industria en crecimiento.

Inteligencia distribuida

Aunque desde los inicios de la computación se ha venido trabajando y discutiendo, sin consenso, acerca de la posibilidad de que las máquinas “piensen” como los humanos, desarrollando una inteligencia artificial, hay una convención de aceptar por ahora usar el término “inteligencia” para referirnos a ese procesamiento adicional que ya se realiza en las computadoras actuales.

En ese sentido, si visualizamos que ya hay, y en un futuro cercano habrá muchos más electrodomésticos, vehículos, equipos y otros elementos de la vida diaria con la posibilidad de leer los datos de su quehacer y entorno, procesarlos (o no) y enviarlos hacia otros computadores, podemos aceptar que pueden haber muchas decisiones que los mismos dispositivos podrán tomar sin la intervención de seres humanos.

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En el campo, si algunos animales de granja o plantas que se siembran y cosechan cuentan con sensores y conectividad, se pueden tomar acciones para crear en el sitio alimentos balanceados o fertilizantes adecuados a las condiciones, y hacerlos llegar a estos seres vivos de forma automatizada.

En la industria, la mecanización de la producción puede incrementar sus niveles de complejidad, así como la cantidad y variedad de decisiones que pueden tomarse y ejecutarse sin que los humanos participen, logrando en muchos casos una fábrica más eficiente, productiva y efectiva.

El uso de direcciones IPv6 es una condición estrechamente vinculada a Internet de las cosas, por la cantidad prácticamente ilimitada de direcciones que facilita. De igual modo, los dispositivos con varias direcciones IP, ya en el mercado y proliferando aun más, necesitan contar con más espacio de direccionamiento. Los anchos de banda, fibras ópticas y enlaces con mayor capacidad también se verán incrementados, pues la cantidad de datos que todos estos dispositivos generarán, recibirán y enviarán se sumarán a los que ya enviamos y recibimos los seres humanos.

Industria en crecimiento

Pero sobre todo, el desarrollo de Internet de las cosas se convertirá, para algunos innovadores y visionarios, en la nueva fuente de ingresos y desarrollo, cuando creen nuevas formas de mejorar la productividad de las industrias tradicionales, hagan más eficiente la operación de algunos dispositivos que ya hacen nuestra vida más fácil, o inventen formas completamente nuevas de combinar los datos y la información generada en miles de micrositios diseminados en las cientos de miles de cosas que estarán conectadas a Internet.

Como en las épocas más productivas intelectualmente, de las que como humanidad hemos ya sido beneficiados en algunas ocasiones, surgirán muchas ideas que pueden convertirse en negocios rentables. Comprendiendo el potencial que significa que podamos contar con la inteligencia distribuida en las cosas que esta tendencia está haciendo posible, muchos emprendedores podrán crear y perseguir su sueño.

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Si consideramos que con el Internet de las cosas, las máquinas le “hablan” a las máquinas, le envían sus datos, los procesan mutuamente y toman decisiones según se les ha programado y enseñado, podemos comprender que este proceso le dejará más tiempo libre al ser humano para que, de nuevo, siga produciendo más ideas.

Así que, si queremos lograr un pedazo del próximo pastel que IoT nos traerá en muy breve tiempo, es conveniente estudiar, analizar, concebir, diseñar, probar y comercializar estas nuevas ideas, para que Internet de las cosas pase de ser un atractivo concepto futurista a una fuente de nuevas industrias rentables.

 

 

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