No necesitamos más diagnósticos para nuestro avance digital

Casi todos los eventos públicos y privados que tienen que ver con el desarrollo de nuestro país, así como de la humanidad completa en estos días, tocan los temas que se asocian al avance de las tecnologías, y cómo éstas impactan otros aspectos cruciales para las personas y las poblaciones, tales como salud, educación, medio ambiente, productividad y sostenibilidad, entre otros.

Términos como Industria 4.0, Comunidades digitales y Singularidad, han tomado el lugar de las anteriores Web 2.0, Sociedad del Conocimiento, Ciudades inteligentes, y muchas más. Con variantes específicas, la terminología usada tiene en su base el uso y la forma en que cada uno de nosotros, en su país, hogar e industria, incorpora los grandes desarrollos en miniaturización, inteligencia artificial, telecomunicaciones de largo alcance y amplitud, robótica, genética, y varios más.

Con un gobierno nacional recién tomando posesión, y con algunas señales positivas respecto al enfoque y relevancia que se dará a la búsqueda de la mejor forma de asimilar y adoptar dichos cambios y avances tecnológicos, es tentador pensar en que necesitamos que, como nación, alguien externo nos diga qué hacer.

No nacimos ayer

Contrario a ese primer impulso, hay que recordar que al menos desde 1998, cuando se formuló la primera Política Nacional de Informática, por el Comité Nacional de Informática, constituido por representantes de varios sectores del país, bajo los auspicios del entonces autónomo CONACYT (Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología), hemos venido discutiendo y formulando planes y propuestas de trabajo.

Después de más de 20 años y una larga lista de documentos, estudios y diagnósticos, muchos de ellos elaborados por profesionales nacionales, con o sin el apoyo de cooperantes internacionales y países amigos, en aspectos puntuales, como el gobierno electrónico, o la primera versión de la ley de comercio electrónico, elaborada en el año 2000, no necesitamos hacer un nuevo estudio, análisis y dictamen de lo que le falta a nuestro país para insertarse en la economía digital.

Se puede retomar alguno o varios de los documentos existentes, tanto en el sector privado, como la Agenda Digital de CasaTIC, la Cámara Salvadoreña de Tecnologías de Información y Comunicaciones (que a su vez retomó el trabajo hecho por grupos multisectoriales anteriores), o en el sector público, como alguna de las versiones recientes del plan estratégico de Gobierno electrónico.

Como sociedad, por medio de los actores relevantes del sector privado, académico, sociedad civil y comunidad técnica, estamos listos para que, con el acompañamiento en igualdad de condiciones con el gobierno, por medio de las secretarías, ministerios y dependencias respectivas, comencemos, o en algunos casos, retomemos, iniciativas y proyectos que pueden apoyar e impulsar nuestra incursión en el concierto mundial digital.

La experiencia ganada por muchas personas en El Salvador, a lo largo de años, proyectos y programas que han logrado, o no, algunos resultados, además de la continua exposición a presentaciones, talleres y conferencias por parte de ponentes extranjeros, debería ser un buen insumo para plantear y desarrollar algunos proyectos, quizá con expectativas modestas, que nos unifiquen y pongan claramente en la ruta digital correcta.

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