“El cambio es el que nos da un propósito”: Heráclito de Efeso

Se dice que Heráclito, el filósofo griego que vivió entre el 540 a.C. y el 470 a.C., habría dejado esta frase como parte de su legado a la humanidad. Como mucha de la sabiduría ancestral, es posible revisitarla en muchos momentos de nuestra vida, y encontrar nuevos argumentos y motivaciones en ella.

Todos experimentamos cambios: cuando nos mudamos, cambiamos de trabajo, nos graduamos de bachillerato o de universidad, cuando iniciamos o terminamos alguna relación personal, cuando aprendemos un nuevo oficio, y en muchas ocasiones más.

Si bien no todos los cambios son decididos por nosotros, y tampoco todas la variaciones son positivas, lo que sí está en nuestro poder y voluntad es decidir qué hacer con la nueva situación y con qué actitud tomar cada una de estas nuevas circunstancias, dejando un poco de lado los sentimientos, temores y prejuicios.

El propósito de los cambios que estamos experimentando

Sin duda, la situación que recientemente nos ha tocado vivir como humanidad, ha significado varios cambios en nuestras vidas, independientemente de cualquier característica personal, cultural, geográfica, económica o social.

Además de los hábitos de limpieza y de relacionamiento social, hemos debido modificar nuestras rutinas diarias, las formas de realizar compras y transacciones, las metodologías de estudio, trabajo y esparcimiento, así como las dinámicas de las actividades productivas y creativas que realizamos como seres humanos con necesidades primarias de comunicación.

Dentro de estos cambios, el uso de las tecnologías, en particular las de la información y las comunicaciones, han jugado un papel muy especial, ya que un creciente número de actividades que solíamos realizar en forma presencial han cambiado a ser ejecutadas en línea, en forma mediada por la tecnología, la conectividad y una red normalizada, Internet, cuyos estándares siguen todos los proveedores y usuarios.

De esta forma, y con el propósito inmediato de poder trabajar, estudiar, reunirse, comprar, vender, reclamar, recibir bienes y servicios, divertirse, realizar transacciones con el gobierno y otras organizaciones, local e internacionalmente, entre otras actividades, hemos incrementado el uso y pericia de nuestra vinculación con las plataformas y servicios informáticos a distancia.

Esta forma de interrelacionarse mediante la tecnología no es nueva, pero para muchas personas no era su medio natural de convivencia, y han debido desarrollar o adquirir nuevas competencias, que le continuarán sirviendo más allá de esta situación especial. Este salto de calidad en nuestro conocimiento y habilidades personales es ahora uno de los propósitos que este cambio en nuestras vidas nos ha brindado.

Es posible ver estas mejoras en nuestras habilidades digitales como un propósito positivo que este cambio, si bien no deseado, nos ha proporcionado. Dependiendo de la actitud con la que lo tomemos, podemos rescatar un valor agregado dentro de la situación general adversa que vivimos.

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