La trivialización de la adquisición del conocimiento

Es cierto que Internet ha facilitado que cualquiera de nosotros, con acceso a la red, y desde cualquier dispositivo conectado y con capacidades de reproducción, pueda leer, visualizar, observar, estudiar, aprender, conocer, presentar y discutir sobre casi cualquier tema que sea de su interés, y de otros cuantos miles de personas.

Esto es, por supuesto, una inmensa ventaja y una ventana de oportunidades para todos, y por eso varios queremos ver a todos nuestros paisanos conectados a la gran red, haciendo posible su auto formación y desarrollo, sin necesidad de contar con muchos recursos económicos para iniciar el auto aprendizaje personal.

Al parecer, sin embargo, un efecto adicional que puede surgir de esta facilidad en el acceso a la información y al conocimiento es que algunas personas vayan más allá en la conclusiones acerca de los beneficios, y comiencen a considerar que la adquisición de conocimientos en algunas disciplinas sea más sencillo de lo que en realidad es.

El talento hace ver la ejecución sencilla… aunque no lo sea

Al igual que cuando observamos un intérprete musical, una bailarina profesional, un acróbata circense, un cocinero exitoso, un mago famoso o, en general, cualquier persona que realiza un acto frente a nosotros con verdadero profesionalismo y calidad, nos parece que, aparentemente, es muy fácil de imitar, a veces repetimos esa impresión frente al conocimiento científico y al estudio compendioso.

Por ejemplo, ante la pandemia que aún vivimos a nivel mundial, en cuestión de meses, nuestro conocimiento ha aumentado, realmente o en nuestra percepción, sobre el virus que provoca la terrible epidemia, y esto nos hace discutir y plantear las diversas versiones y alternativas de vacuna, tratamiento y esquemas de propagación.

Es algo natural en los seres humanos. Por centurias hemos opinado y repetido opiniones y experiencias de terceros, y dependiendo de la fuente, las podemos dar como las más apropiadas y certeras, a veces incluso ante evidencias hacia el lado contrario.

Otro efecto que se ha propagado es la trivialización de la adquisición del conocimiento, entendiendo por esto la subvaloración de los años de estudio, experiencia y reflexión profesional que toda disciplina académica, científica o artística conlleva. Así, por ejemplo, podemos encontrar personas, o quizá nosotros mismos, creyendo saber más que los profesionales en algún campo, gracias a lo que hemos aprendido, leído o visto gracias a nuestro acceso libre a Internet.

Parece que todos sabemos de áreas del saber y disciplinas tan diversas, y en la realidad complejas, como el fútbol, los virus y enfermedades, la economía, o la transformación digital, y a veces nos sentimos con la capacidad y la solvencia profesional para emitir una opinión que lleva una buena carga de aseveración.

En algunos casos, sobre todo en los casos de aplicaciones o sistemas digitales, esta reacción puede ser provocada por que, gracias a la facilidad de uso actual de estas aplicaciones, se crea la impresión de que su diseño y desarrollo es una tarea sencilla y casi trivial, con las consecuencias que ello puede traer, por ejemplo en el precio a pagar o en el aprecio profesional a las personas que las desarrollan.

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