Después de 20 años de existencia, el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT) de El Salvador ha sido formalmente derogado, según decreto legislativo 234 aprobado por la Asamblea Legislativa, y publicado en el Diario Oficial el 19 de febrero de 2013.
El proceso fue detalladamente planificado durante varios años, y el primer gran paso ocurrió en julio de 2011, cuando se aprobó el decreto que derogó todas las actividades, funciones y obligaciones que tenía el CONACYT en materia de calidad, creando el Consejo Nacional de Calidad, y sus cuatro institutos especializados, a los que se le trasladaron dichas funciones en el área de calidad.
Por casi dos años, de 2011 a 2013, el CONACYT continuó siendo una entidad autónoma con una junta directiva multisectorial, enfocada solamente en los temas de ciencia y tecnología, trabajando en estrecha relación con el Viceministerio de Ciencia y Tecnología, adscrito al Ministerio de Educación.
La gestión y nombramiento de la junta directiva concluyó en diciembre de 2012, y en febrero de este año, finalmente, se derogó el decreto 287 de fecha 15 de julio de 1992, con lo que se cierra el ciclo de vida del primer CONACYT de El Salvador.
Un nuevo CONACYT
De inmediato, con fecha 1 de marzo de 2013, el Ministro de Educación ha emitido un decreto ministerial que, como elemento principal, da vida a un nuevo CONACYT, como una entidad desconcentrada de dicho ministerio, y a cargo del Viceministerio de Ciencia y Tecnología, y encargada fundamentalmente de las funciones que antes tenía a su cargo el CONACYT anterior.
Por decreto, la presidencia del nuevo CONACYT está a cargo del viceministro o viceministra de Ciencia y Tecnología, y la unidad cuenta además con un Consejo Técnico Consultivo, un director ejecutivo y los gerentes de área, jefes y personal de las áreas administrativas, operativas y de asesoría.
Todo el personal del CONACYT, desde el director ejecutivo, así como los jefes, gerentes y personal ejecutivo y operativo, será nombrado por el presidente de CONACYT, concentrando esta facultad en una persona.
El presupuesto de funcionamiento de esta unidad estará incluido en el asignado al ramo de Educación, a través de su ministerio, y podrá recibir donaciones y aportes de cooperaciones internacionales.
Diferencias entre ambos CONACYT
Por supuesto, la naturaleza y características de ambas instituciones tienen algunas diferencias entre ellas que, según la perspectiva de cada observador, pueden ser ventajas o limitaciones.
Para comenzar, el anterior CONACYT era una institución autónoma, adscrita al Ministerio de Economía; el nuevo CONACYT es una unidad desconcentrada del Ministerio de Educación. La entidad del ejecutivo a la que está adscrita esta dependencia refleja el enfoque que se busca otorgarle: al estar adscrito a Economía, el CONACYT enfocó muchos esfuerzos a buscar y fomentar la productividad industrial y empresarial por medio de la calidad, la ciencia y la tecnología. Al cambiar su adscripción a Educación, y no tener entre sus funciones los temas de calidad, puede enfocarse más a la ciencia, innovación y tecnología por medio de la investigación, pura y aplicada.
La gestión estratégica del anterior CONACYT estaba confiada a una junta directiva plurisectorial, conformada por 10 directores propietarios e igual número de suplentes, provenientes de los sectores público, privado, académico y profesional, propuestos por las gremiales e instituciones del sector respectivo. El nuevo CONACYT contará con un Consejo Técnico Consultivo, también plurisectorial, formado por 7 consejeros y sus respectivos suplentes, con la diferencia de que algunos espacios ya están pre-asignados (el viceministro de ciencia y tecnología, que preside, el director nacional de investigación del Viceministerio de Ciencia y Tecnología y un representante de la Universidad de El Salvador; los restantes 4 cargos son para las demás universidades, los centros de investigación y 2 para el sector privado).
Adicionalmente, la Junta Directiva del anterior CONACYT era la autoridad máxima real y formal de la entidad autónoma; el Consejo Técnico Consultivo (CTC) del nuevo CONACYT solamente puede sugerir y apoyar las acciones de la nueva entidad. El artículo 13 del decreto deja bien claro que el presidente de CONACYT escuchará y considerará las resoluciones del CTC, “pero en ningún caso serán vinculantes”.
Al ser parte de una entidad mayor, el Ministerio de Educación, el nuevo CONACYT recibirá sus fondos de esta entidad, a diferencia del anterior CONACYT, que tenía un presupuesto separado, y que se mantuvo con un techo bastante bajo todos los años de su operación.
El nuevo CONACYT no tiene entre sus funciones asesorar al presidente de la República en temas relativos a sus funciones, como lo tenía el anterior, aunque en sus 20 años nunca fue requerido en tal función por la presidencia nacional.
El nuevo CONACYT está en su proceso de formación y consolidación. Tendrá una estructura jerárquica, administrativa y operativa distinta, lo que, dependiendo de lo que se haga y, sobre todo, de su orientación estratégica, podrá establecer la diferencia real con el anterior. El tiempo, los resultados y la evolución de la ciencia, innovación, tecnología e investigación en El Salvador nos revelará la madurez y razón de estas decisiones.
El CONACYT ha muerto. Retomemos su legado y hagamos que viva el CONACYT.