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El día del apagón en las redes sociales

El lunes 4 de octubre de 2021 pasará a la historia de algunos eventos destacados en Internet por que el mundo experimentó uno de las desconexiones mundiales de algunos de los servicios más utilizados, por un período significativo. Las redes sociales Facebook, WhatsApp, Messenger e Instagram dejaron de funcionar por un lapso mayor a las 6 horas.

Con las millonarias cantidades de usuarios de dichas plataformas, los efectos en todo el mundo fueron de gran magnitud. No se podía enviar ni recibir mensajes, realizar llamadas o presentaciones, revisar información de personas, empresas, organizaciones, o intercambiar cualquier tipo de comunicación en estas redes sociales.

Si bien el efecto era mundial, el problema no era generalizado al resto de Internet. Es decir, otras redes sociales que no comparten la infraestructura de las mencionadas, los sitios web y los otros miles de servicios no suspendieron ni sufrieron ninguna interrupción en sus servicios. Algunas cargas se incrementaron, como el acceso a Twitter, pero lo soportaron.

Un efecto mundial

Hay muchos textos y documentos en Internet, tratando de explicar lo sucedido, desde el punto de vista técnico, pues la falla fue de esta naturaleza. En pocas palabras, las rutas de acceso a los servidores de nombre (DNS) fueron modificadas (suprimidas) por los mismos encargados de Facebook. No parece haber sido algún tipo de ataque externo, y dado que los servidores de nombre no eran accesibles, ningún dispositivo en el mundo podía llegar a los servicios de la empresa.

Algo que parece extraño es que se hayan tomado tanto tiempo para restaurar la operación. Normalmente, existen planes de contingencia, de respuesta ágil, de cambio de partes o reparaciones, si es necesario. Por supuesto, los miles de servidores que dan vida  estas redes sociales agregan dificultades a una reacción eficaz y veloz.

Estos eventos, si bien muy raros, nos recuerdan que, de similar forma que con la pandemia, estamos hiperconectados en el planeta, de muchas formas. Es deseable que los líderes mundiales de todos los sectores puedan y quieran reflexionar y actuar considerando este hecho innegable.

Lo que se perdió durante el apagón fue distinto para cada uno, seguramente, y está relacionado con el nivel de dependencia que tengamos, personal, profesional y organizacionalmente, de estas redes. En todo caso, una lección mínima es “no colocar todos los huevos en una sola canasta”.

Fuente: Registro de dominios .HN

Los amigos del registro de dominios .HN, de Honduras, utilizaron este hecho para hacer ver, usando una serie de moda en Netflix, que mientras algunas redes pueden caer, y con ellas todo el contenido propio y de terceros, al contar con un sitio web propio, si bien también es susceptible de fallas, el que lo publica puede tener un mayor control sobre el mismo.

Las fallas pueden y seguirán ocurriendo en Internet, ya sea provocadas por intrusos o por propios, debido a errores, negligencias o mala intención. Debemos considerar ese hecho real cuando planteamos nuestra estrategia digital.

“El Círculo”: Visiones futuristas del efecto de redes sociales… y más

Con la proliferación y amplio uso mundial de las aplicaciones, redes sociales, sitios web en general, y la posibilidad de aplicar inteligencia artificial, análisis de grandes cantidades de datos (big data), algoritmos de predicción de tendencias y la prospectiva tecnológica que la Singularidad anticipa, es atinado considerar escenarios futuros, con sus efectos positivos y negativos.

Muchos autores, en diversos medios, prevén y anticipan que el apego y vínculo tan fuerte que los seres humanos hemos desarrollado con nuestras interrelaciones por medio de las redes sociales han transformado, y continuarán haciéndolo, nuestra forma de ver, sentir y reaccionar socialmente.

Producciones como “The Black Mirror” en cable, y algunas películas, así como libros, dedican su contenido a este tipo de inquietantes visiones futuristas. Un ejemplo de estas publicaciones es el libro “El Círculo”, de Dave Eggers, que es también una película con el mismo nombre.

Algunos efectos en la conducta humana

En la novela, el Círculo es el nombre de una empresa gigante, multimillonaria, que ha creado y administra una inmensa red social, prácticamente monopólica, con millones de usuarios y seguidores en todo el mundo y mucho poder tecnológico en desarrollo de software y hardware.

El personaje principal, Mae Holland, es una joven que inicia su trabajo en la empresa como parte del equipo que atiende las consultas de los usuarios, y es medida y calificada por medio de un sistema de puntajes, que gratifica a los que obtienen los grados más altos y acompaña a los que necesitan mejorar, creando una competencia interna consigo misma y con los demás.

Poco a poco, sin embargo, Mae va no sólo comprendiendo mejor, sino aceptando, asimilando y eventualmente aportando ideas, a los objetivos del Círculo, que en resumen es colectar, almacenar, procesar, analizar y publicar todo el conocimiento del mundo, incluyendo, con especial énfasis, la historia y vida privada de cada persona. Hay tres líderes del Círculo, conocidos y venerados internamente como los Tres Sabios, cuyas visiones, se descubre al final, no son completamente similares.

Algunas transformaciones que la red causa en las personas incluyen el afán enfermizo de contar con un número alto de seguidores, la aprobación generalizada de propios y extraños, y la voluntad de hacer toda la propia vida transparente, utilizando los mayores avances tecnológicos para tal fin: cámaras minúsculas con poco consumo de energía, drones, conectividad a la red incluso en sitios aislados e inhóspitos, tales como desiertos, lagos, océanos, selvas, bosques, etc.

Si bien la novela relata efectos negativos de esta omnivigilancia en algunas personas cercanas a la protagonista, como sus padres y amigos cercanos, que no desean ser tan “transparentes”, esto es aceptado por ella como daños colaterales en la ruta hacia un mejor planeta, basado en la completa transparencia y conocimiento público de todas las acciones, movimientos y diálogos de todas las personas, funcionarios públicos, políticos, empresarios, etc.

Estas publicaciones deben ser conocidas y evaluadas como advertencias a lo que nuestra entrega ciega y sin análisis a lo que consumimos y recibimos en las redes sociales puede conllevar al final, y preguntarnos desde ya si eso es en verdad lo que deseamos.

Las dos caras del acceso abierto a Internet y las redes sociales

Muchos de nosotros hemos podido observar y pensar sobre la evolución de Internet desde sus inicios, no sólo desde el punto de vista de avances tecnológicos, sino también desde las posibilidades de comunicación multidireccional que se han abierto gracias al acceso libre en muchos países y regiones del mundo.

Una de las buenas noticias que recibimos como humanidad, sobre todo cuando la tecnología de Internet fue complementada con la creación de los navegadores, a partir de principios de los 1990, es que publicar contenido propio era tan sencillo como tener acceso a Internet y algunos programas que nos permitían generar páginas web.

Unos años después, al iniciar lo que se conoció como Web 2.0, un concepto más sociológico que técnico, fuimos comprendiendo que también la interactividad facilitada por algunas aplicaciones masivas, en sitios web propios, abría la comunicación en ambas vías.

Todos podemos publicar sin filtro

Como las libertades de las que la humanidad ha gozado históricamente, la libertad de comunicación y publicación en Internet puede ser utilizada para hacer muchas acciones buenas, pero también es posible que, dependiendo de los principios e ideas de cada persona, también sean difundidas publicaciones y comunicaciones que pueden ser perjudiciales u ofensivas para algunos de los usuarios que reciben o acceden a esas piezas comunicativas.

Las redes sociales, una forma que facilita la interacción de muchas personas usando Internet, con la inmediatez del acceso a un celular y los demás dispositivos, ha llevado esta interacción a niveles en tiempo, espacio, geografía, esfuerzo, costo y disposición que nunca antes se había conocido.

De esta forma, se habla de periodismo en red (network journalism), ya que las fuentes de noticias, aunque probablemente sin confirmación, se vuelven prácticamente todos los usuarios de Internet que estén conectados y con acceso a ciertos portales y redes sociales.

La otra cara de la moneda es que, por ejemplo en el plano de las noticias, además de publicar hechos reales y en algunos casos documentados, cualquier persona o grupo organizado, puede literalmente crear, y luego difundir, noticias y rumores, ya que no existe un equipo editor que cuestione la veracidad o la comprobación necesaria de los hechos, como se suele proceder en los medios tradicionales de comunicación.

La publicación y pronta difusión de noticias, comentarios y opiniones, algunas movidas por emociones o identificación personal con la fuente original, permite la propagación y la práctica de aceptación casi inmediata y la reducción del análisis conveniente y necesario por parte del receptor.

La posibilidad de obtener nuevas y diversas visiones y opiniones sobre un tema específico es algo beneficioso y positivo para formar la propia opinión, pero es importante que, en un mundo ideal, todas las publicaciones fueran confiables y motivadas por buenas intenciones. Como esto no es así, debemos mantener la mente abierta y crítica al recibir y acceder a estas comunicaciones.