Archivo por meses: noviembre 2010

VIENE NAVIDAD…PERO ANTES…. EL ADVIENTO

Las lucecitas de colores, las celebraciones anticipadas en los trabajos, los entusiasmos, las alegrías, los bailes, y hasta los vientos y noches frías, nos dan la certeza de que una vez más la navidad está cerca y llega con sus bullas, su música y sobre todo con los adornos en almacenes, centros comerciales y supermercados, donde todos se disputan cómo hacer para quedarse con nuestros aguinaldos, de tal forma que incluso un mes antes de que nos los paguen, ya están comprometidos.

Llega navidad…, que bueno que venga… pero debemos recordar que invariablemente para los cristianos católicos, antes de esas fiestas tan esperadas durante todo el año, se vienen cuatro semanas de preparación para la navidad, lo que los católicos conocemos como el Adviento.

Hay que poner las cosas en su lugar. No es que pretendamos ser el “grinch” (el personaje de un cuento que no le gustaba la navidad y hace todo lo posible por boicotearla), sino que, por el contrario, la Iglesia nos enseña que para vivir una fiesta verdaderamente espiritual, como debería ser la navidad, debemos prepararnos precisamente así: de manera espiritual.

Por ello, estas cuatro semanas de preparación para la navidad, deben ser vividas en forma intensa con la mirada puesta en el hecho de que la mejor preparación consiste en hacer un alto en el camino, revisar cómo está nuestra vida y, si ésta no está de acuerdo a los mandamientos de Dios, lo mejor es ponernos a cuentas con Él y pedirle perdón por nuestras faltas.

Sólo la preparación espiritual nos hará comprender que lo suntuoso de las fiestas navideñas se contrapone con lo que nuestra Iglesia enseña, es decir, lo mejor es compartir con los más necesitados desde nuestra pobreza, como lo hizo el Niño Jesús desde el momento de su nacimiento: El nos dio lo más precioso que poseía, es decir su propia vida.

Qué contraste el que vemos. Por un lado, los mensajes que recibimos en esta época son: “llévese esta rebaja”, “coma esta comida…”, “compre su estreno de ropa en…”, “celebre su fiesta empresarial en…” “su cena navideña debe ser con pavo al horno”, “beba este licor y celebre”, “compre, compre, compre…” y por el otro, vemos a un niño desnudito acostado en un pesebre, sin más calor que el que sus padres y los animalitos que vivían en el establo le prodigaban. Totalmente empobrecido.

Sólo comprenderemos estos misterios, si nos acercamos a Dios en este Adviento con la mentalidad puesta en que la navidad será una fiesta eminentemente espiritual en la que conmemoraremos el nacimiento del hombre más gran de la historia: Jesucristo, Rey del Universo, Señor y Salvador.

Prepárate a recibirlo en tu corazón y pídele que no se vaya de allí…sólo así tendrán sentido las fiestas, las luces, los regalos, las comidas…cuando sea Jesús el centro de todo ello.

El corazon humano es como papel

En cierta ocasión conocí a alguién tan amable que no me pude contener y tuve que preguntarle cómo hacía para ser de esa manera, a pesar de los problemas y dificultades que se presentan a diario.

Entonces me dijo:

Cuando era joven, mi carácter fuerte, impulsivo y explosivo, me hacía reventar en cólera a la menor provocación. La mayoría de las veces, después de uno de estos incidentes, me sentía avergonzado y me esforzaba por consolar a quien había dañado.

Un día mi maestro, quien me vio dando excusas a un compañero de salón después de una explosión de ira, me llevó a un aula, me entregó una hoja de papel lisa y me dijo: “¡Estrújalo!”.

Asombrado, obedecí, lo arrugué e hice con él una bolita. Luego me dijo: “Ahora déjalo como estaba antes” … Por supuesto que no pude dejarlo como estaba. Por más que traté, el papel quedó lleno de pliegues y arrugas.

El profesor me dijo: “El corazón de las personas es como este papel… La impresión que dejas en ellos, será tan difícil de borrar como esas arrugas y esos pliegues que has hecho en el papel” … Así aprendí a ser más comprensivo y paciente.

Cuando siento ganas de estallar, recuerdo ese papel arrugado. La impresión que dejamos en los demás es imposible de borrar … más aún cuando lastimamos con nuestras reacciones o con nuestras palabras … Luego queremos enmendar nuestro error, pero ya es tarde.

Querido lector, espero que hayas aprendido el mensaje de este día, contenido en estas líneas.

El loro que pide libertad

A ver cuántos loros y loras descubrimos con este cuento que me encontré, cuando hojeaba unos libros y que me pareció adecuado para compartirlo contigo.

Ésta es la historia de un loro muy contradictorio. Desde hacía un buen número de años vivía enjaulado, y su propietario era un anciano al que el animal hacía compañía. Cierto día, el anciano invitó a un amigo a su casa a deleitar un sabroso té. Los dos hombres pasaron al salón donde, cerca de la ventana y en su jaula, estaba el loro. Se encontraban los dos hombres tomando el té, cuando el loro comenzó a gritar insistente y vehementemente: –¡Libertad, libertad, libertad! No cesaba de pedir libertad. Durante todo el tiempo en que estuvo el invitado en la casa, el animal no dejó de reclamar libertad. Hasta tal punto era desgarradora su solicitud, que el invitado se sintió muy apenado y ni siquiera pudo terminar de saborear su taza. Estaba saliendo por la puerta y el loro seguía gritando: “!Libertad, libertad!”.

Pasaron dos días. El invitado no podía dejar de pensar con compasión en el loro. Tanto le atribulaba el estado del animalito que decidió que era necesario ponerlo en libertad. Tramó un plan. Sabía cuándo dejaba el anciano su casa para ir a efectuar la compra. Iba a aprovechar esa ausencia y a liberar al pobre loro. Un día después, el invitado se apostó cerca de la casa del anciano y, en cuanto lo vio salir, corrió hacia su casa, abrió la puerta con una ganzúa y entró en el salón, donde el loro continuaba gritando: “!Libertad, libertad!” Al invitado se le partía el corazón. ¿Quién no hubiera sentido piedad por el animalito? Presto, se acercó a la jaula y abrió la puerta de la misma. Entonces el loro, aterrado, se lanzó al lado opuesto de la jaula y se aferró con su pico y uñas a los barrotes de la jaula, negándose a abandonarla. El loro seguía gritando: “!Libertad, libertad!”

Queridos lectores, como este loro, son muchos los seres humanos que dicen querer madurar y hallar la libertad interior, pero que se han acostumbrado a su jaula interna y no quieren abandonarla.

Te invito a buscar, encontrar y seguir tu verdadera libertad.

MUERTE GANA A LA PAZ: 2 A 12 MIL

Con asombro leía los periódicos el día lunes muy temprano. El domingo por la tarde había vivido una experiencia única en el estadio Oscar Quiteño de Santa Ana: 12 mil personas se habían reunido para lanzar un grito de paz. Los organizadores esperábamos 4 mil, pero el Señor siempre nos sorprende. Vestidos de blanco, hombres, mujeres, jóvenes, niños, en fin el estadio era una bandera
blanca que ondeaba al son de alabanzas y oraciones.

Me causó mucha tristeza como en una cancha de Quezaltepeque la muerte había ganado la batalla de la vida a dos personas creo que en muchas salas de redacción se pensó: …eso es noticia… No sé por qué la delincuencia siempre es noticia y ocupa grandes espacios en nuestros medios de comunicación.

Pero, ¿no son más importantes 12 mil almas que gritaban y oraban por la paz? Solo me pregunto, los mil guatemaltecos que vinieron a unirse en cadena de oración, ¿no eran más importantes que un señor que vino a enterrar barriles con dinero? ¿Por qué la delincuencia tiene publicidad gratis y los buenos tenemos que mendigarla?

El domingo en dos canchas de futbol hubo un partido, lamentablemente para los medios, gano la muerte al deseo de paz y el resultado fue: 2 a 12 mil.