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Tus redes sociales, tu testimonio

Comparto un resumen del mensaje del Papa Benedicto XVI que se adapta a cada una de nuestras situaciones actuales.

1. El cambio cultural generado por Internet es equiparable al ocasionado por la Revolución Industrial. La extraordinaria potencialidad de sus aplicaciones debe ponerse al servicio del bien de la persona humana.

· 2. La coherencia que debemos mostrar, como católicos, entre nuestro ser real y nuestro “perfil público” en la Red. Asumir el reto y la obligación de comunicar en las Redes Sociales nuestro pensamiento cristiano sin desvirtuar o relativizar la verdad por buscar la “popularidad”.

· 3. Evangelizar por Internet no es forzosamente hablar de Dios, sino demostrar nuestro estilo cristiano de vivir en todo lo que publicamos en la Red: opiniones, fotografías, preferencias, comentarios, etc.

· 4. Cuidarnos de la tentación de tener páginas personales en donde mostremos en nuestro perfil una imagen parcial y distorsionada de nuestro mundo interior, con un afán de autocomplacencia.

· 5. Reflexionar acerca de “¿Quién es mi prójimo?” en este nuevo mundo. Los que están a mi lado y los que no lo están. No perder de vista al que está junto a mi, pero tampoco desaprovechar la oportunidad de alimentar amistades y relaciones profundas y duraderas en el mundo virtual, con una comunicación franca, abierta, auténtica, amable y respetuosa.

· 6. El Papa termina la carta invitándonos a todos los fieles a ser activos participantes en el mundo digital: “Deseo invitar a los cristianos a unirse con confianza y creatividad responsable a la red de relaciones que la era digital ha hecho posible, no simplemente para satisfacer el deseo de estar presentes, sino porque esta red es parte integrante de la vida humana”.

Realmente la revolución que están causando las redes sociales ocurren a pasos agigantados y nosotros los cristianos no podemos quedarnos atrás. Te repito algo que digo siempre en mis predicaciónes: Que al salir de este lugar llevemos la presencia de Dios a nuestros hogares y lugares de trabajo. Ya no seamos cristianos solo del templo. Llevemos a nuestros perfiles la evangelización, demos a coconer de qué realmente estamos hechos.

Bendiciones

Padre Martín.

Consejos de Vida

Queridos padre y madres de familia y queridos lectores.
Gracias por sus comentarios y sugerencias para mis futuras publicaciones. Me han solicitado que escriba sobre superación personal y reflexiones bíblicas. Así que para complacerles a ambos tomé un texto bíblico que sé que te ayudará a tí que eres padre o a tí joven que lo serás algún día.

Amigos, Dios no nos ha dejado solos, el manual de vida se encuentra en su sagrada Palabra. Si quieres leer más dime y te diré de que libro extraje este apartado.

Bendiciones. Espero les sirva.

01 El que ama a su hijo lo castiga asiduamente, para poder alegrarse de él en el futuro.

02 El que educa bien a su hijo encontrará satisfacción en él y se sentirá orgulloso entre sus conocidos.

03 El que instruye a su hijo dará envidia a su enemigo y se sentirá dichoso delante de sus amigos,

04 Muere el padre, y es como si no muriera, porque deja detrás de sí a uno igual a él.

05 Mientras vive, se alegra de verlo, y a su muerte, no siente ningún pesar:

06 Deja a alguien que lo vengará de sus enemigos y devolverá los favores a sus amigos.

07 El que mima a su hijo vendará sus heridas y a cada grito que dé, se le conmoverán las entrañas.

08 Un caballo sin domar se vuelve reacio, y un hijo consentido se vuelve insolente.

09 Malcría a tu hijo, y te hará temblar; juega con él, y te llenará de tristeza.

10 No hagas bromas con él, para no sufrir con él ni rechinar tus dientes al final.

11 No les des rienda suelta en su juventud,

12 pégale sin temor mientras es niño, no sea que se vuelva rebelde y te desobedezca.

13 Educa a tu hijo y fórmalo bien, para que no tengas que soportar su desvergüenza.

14 Más vale pobre sano y vigoroso que rico lleno de achaques.

15 La salud y el vigor valen más que todo el oro y el cuerpo robusto, más que una inmensa fortuna.

16 No hay mejor riqueza que la salud del cuerpo ni mayor felicidad que la alegría del corazón.

17 Es preferible la muerte a una vida amarga y el descanso eterno a una enfermedad incurable.

¿Qué quieres leer en este blog?

Saludos queridos lectores.

Durante este tiempo que he tenido este blog, siempre he sido yo el que decide sobre qué escribir.

Ahora quiero darte el control.

Te doy tres opciones y la más votada será la que prime en mis próximas publicaciones.

-Superación personal

-Temas actuales del acontecer nacional

-Reflexiones Bíblicas

Espero tu respuesta…

¿Dónde pongo mi corazón?

Comparto contigo esta reflexión.

Mt 6, 19-23
No amontonéis tesoros en esta tierra, donde la polilla y la herrumbre echan a perder las cosas, y donde los ladrones perforan los muros y los roban. Amontonad mejor tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni la herrumbre echan a perder las cosas, y donde los ladrones no perforan los muros ni roban. Porque donde está tu tesoro, allí estará también tu corazón.

Jesús compara el Reino de Dios a un tesoro que está escondido, o a una perla preciosa de gran valor. El mercader que tiene la fortuna de hallarlos vende todo lo que tiene para comprarlos. Vender todo significa cambiar de vida, y seguir un nuevo rumbo, porque se ha encontrado la auténtica felicidad… Ante todo, la conversión es una experiencia interior que nace del corazón del hombre. Es el tesoro del Reino que se puede pregustar en la tierra pero que de suyo es un bien del cielo.
Cuando las cosas de este mundo invaden el corazón, más que saciarlo, lo dejan más hambriento, pues nuestro corazón está hecho para algo más duradero. San Agustín decía: Nos hiciste, Señor, para ti, e inquieto está nuestro corazón hasta que descanse en ti. Así ocurre cuando el deseo de tener tal o cual cosa, de usar o poseer tal otra, llega a inquietarnos.
Usar y tener más y mejores medios, no es malo en sí. Pero si con la excusa de que los demás lo hacen o lo tienen, damos rienda suelta a este afán, podemos terminar por convertirnos en personas que viven inmersas en una insaciable sed de todos los bienes materiales.
Luego nos precipitamos en el engaño de idolatrar el tener en nuestra vida. Una falsedad que, unida a la codicia, multiplica el deseo de tener más y más. Ahora bien, esto no significa que no debamos interesarnos por las cosas de este mundo; todo lo contrario. Tenemos obligación de ocuparnos y preocuparnos de nuestras cosas, de vivir en medio del mundo, sin ser del mundo, de transformar el mundo, etc. Pero no es en ellas donde debemos poner nuestro corazón, sino en Dios. A medida que vamos haciendo la experiencia de la posesión de Dios, como supremo bien y dicha única de nuestra vida, las cosas materiales se van situando en su lugar adecuado: medios, criaturas, peldaños para cumplir una misión, para conseguir un fin: la gloria de Dios.

Sepamos desprender nuestro corazón de cualquier bien material, que perece, y apeguémoslo sólo en Dios. Pensemos con fe, que un solo momento en el Paraíso, vale infinitamente más que el mundo todo con sus bienes pasajeros.
Te invito hermano y hermana que lees a que hagas esta oración. Recuerda que Dios siempre te escucha.
Jesús, Tú eres el único que sacia de veras mi corazón. Tú eres la única fuente en la que puedo reposar. Quisiera tener esto grabado a fuego. Ayúdame. No permitas que acuda a cisternas rotas, olvidándome de ti, fuente de aguas vivas.