Hay ciertos momentos de la vida que parecen tan pequeños, insignificantes o hasta risibles; pero que después nos hacen reflexionar grandemente y hacer comparaciones muy apropiadas para nuestra vida espiritual. Hago este comentario porque en una ocasión me pasó algo así: Mi vehículo se apagó cerca de una colonia con calles muy estrechas. La persona que me acompañaba me ayudó a empujarlo para así poder arrancarlo; pero todos nuestros intentos fueron en vano, el carro no respondió y, para colmo, ninguno de los dos sabía de mecánica.
Nuestro problema terminó hasta que de una de las casas aledañas escuchamos una voz que nos ofrecía su ayuda y con ella unas herramientas sencillas. Se acercó, vio el vehículo y rápidamente detectó el problema. Unos pequeños ajustes bastaron para que mi carro arrancará sin necesidad de empujarlo.
Lo que hizo aquel señor nos pareció a los dos algo tan sencillo que hasta me puse a pensar que yo hubiese podido hacerlo. En ese momento, me di cuenta que teniendo un vehículo no sabía nada sobre cómo repararlo en caso de un defecto.
Así nos pasa con nuestra vida. Vamos por el mundo tranquilos, creyendo que la manejamos a nuestro antojo y sin pensar que en algún momento necesitaremos de ayuda y que también tenemos que reparar ciertas cosas de nosotros mismos, para poder seguir caminando.
Si sabemos que tenemos una vida que Dios nos la ha regalo, sabemos que tampoco Él nos ha dejado sin un manual para poder repararnos. Así como un conductor debe conocer de mecánica, los cristianos tenemos que conocer de la palabra de Dios. Ahí está la respuesta a nuestros problemas y para no quedarnos en medio de la nada sin soluciones o máxime al ser un servidor de Dios nos quedemos sin saber orientar a alguien que necesite de nuestra ayuda.
Saber cómo es el correcto funcionamiento de nuestra vida terrenal y cómo debemos repararnos, calibrarnos, revisar nuestro estado del corazón, observar aquello que necesita un ajuste y lo que necesita un cambio total para que nuestro vehículo funcione, todo esto lo encontramos en la Santa Biblia: El manual perfecto de vida y de una vida eterna.
Esto que nos quede de reflexión para no vernos en esa penosa situación de quedarnos en medio de la nada, claro, aprender mecánica y leer mucho más la palabra de Dios para que nuestra vida funcione mucho mejor.