Archivo por meses: agosto 2012

Escuchar y ejecutar

Querido asiduo lector, compartamos este bello pasaje bíblico, tomado del Evangelio según San Marcos 7,1-8.14-15.21-23.
Los fariseos con algunos escribas llegados de Jerusalén se acercaron a Jesús,
y vieron que algunos de sus discípulos comían con las manos impuras, es decir, sin lavar.
Los fariseos, en efecto, y los judíos en general, no comen sin lavarse antes cuidadosamente las manos, siguiendo la tradición de sus antepasados;
y al volver del mercado, no comen sin hacer primero las abluciones. Además, hay muchas otras prácticas, a las que están aferrados por tradición, como el lavado de los vasos, de las jarras y de la vajilla de bronce.
Entonces los fariseos y los escribas preguntaron a Jesús: “¿Por qué tus discípulos no proceden de acuerdo con la tradición de nuestros antepasados, sino que comen con las manos impuras?”.
El les respondió: “¡Hipócritas! Bien profetizó de ustedes Isaías, en el pasaje de la Escritura que dice: Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí.
En vano me rinde culto: las doctrinas que enseñan no son sino preceptos humanos.
Ustedes dejan de lado el mandamiento de Dios, por seguir la tradición de los hombres”.
Y Jesús, llamando otra vez a la gente, les dijo: “Escúchenme todos y entiéndanlo bien.
Ninguna cosa externa que entra en el hombre puede mancharlo; lo que lo hace impuro es aquello que sale del hombre.
Porque es del interior, del corazón de los hombres, de donde provienen las malas intenciones, las fornicaciones, los robos, los homicidios,
los adulterios, la avaricia, la maldad, los engaños, las deshonestidades, la envidia, la difamación, el orgullo, el desatino.
Todas estas cosas malas proceden del interior y son las que manchan al hombre”.
Palabra del Señor, gloria y honor a ti Señor Jesús.
Hermanos:
El libro del Deuteronomio es una clave poderosísima para comprender todas las enseñanzas del Antiguo Testamento. Nos da una visión de conjunto de toda la Ley o Pentateuco poniendo el énfasis de los mandamientos en la actitud espiritual con la que se realizan. En particular se destaca la llamada de Israel, también llamada Shemá en la que se invita a amar a Dios con todo el corazón, la mente y las fuerzas. De modo que el motor de toda la legislación es el amor a Dios y al prójimo. El texto que hoy leemos nos recuerda que la primera acción es escuchar esa palabra con el corazón para poderla ejecutar; escuchar y ejecutar se convierten en fuente que nos permite hacer vida el Reino de Dios. Por esta razón se pide no añadir cosas accesorias e innecesarias, ya que las orientaciones de la Escritura, a pesar de su simplicidad, contienen todo lo necesario para hacer realidad el proyecto de Dios.
La carta de Santiago, en la misma línea del Deuteronomio, nos anima a juntar acción y reacción, la dimensión de la escucha y la dimensión de la realización. La Palabra, escuchad en oración, transforma nuestra existencia. La vida se transforma entonces, en un espejo que permanentemente nos devuelve el reflejo de nuestras acciones: Si actuamos movidos por la palabra, la reacción es el fortalecimiento de todas las realidades que están al servicio de la vida; de lo contrario, esa opción por Jesús se debilita y la fe del creyente pierde su eficacia. Leer personalmente la palabra, escucharla en comunidad y hacerla realidad en la cotidiana ayuda al creyente a mantener siempre clara su propia identidad cristiana y su vocación evangelizadora.
De igual modo, el Evangelio invita a mantener siempre fija la vista en la voluntad de Dios, manifiesta en la Sagrada Escritura. El problema planteado por los fariseos y escribas gira en torno a normas de higiene ritual que no son observadas por quienes siguen a Jesús. La comunidad cristiana da respuesta a esta inquietud acudiendo a la interpretación profética del Antiguo Testamento y en contra de la interpretación tradicional que no ayuda a crecer a la gente pobre, incapaz de cumplir con los estrictos y extraños requisitos de las normas rituales. La enseñanza de Jesús muestra cómo los profetas orientan la correcta interpretación de la ley, poniendo siempre el énfasis en la sinceridad de la intención.

PALABRAS DE VIDA ETERNA

Queridos hermanos/as gracias por permitirme compartir la reflexión del Evangelio del domingo. Les invito para que abramos bien los ojos del corazón y dejar que la Palabra de Dios nos llene.
Evangelio según San Juan 6,60-69.

Después de oírlo, muchos de sus discípulos decían: “¡Es duro este lenguaje! ¿Quién puede escucharlo?”.
Jesús, sabiendo lo que sus discípulos murmuraban, les dijo: “¿Esto los escandaliza?
¿Qué pasará, entonces, cuando vean al Hijo del hombre subir donde estaba antes?
El Espíritu es el que da Vida, la carne de nada sirve. Las palabras que les dije son Espíritu y Vida.
Pero hay entre ustedes algunos que no creen”. En efecto, Jesús sabía desde el primer momento quiénes eran los que no creían y quién era el que lo iba a entregar.
Y agregó: “Por eso les he dicho que nadie puede venir a mí, si el Padre no se lo concede”.
Desde ese momento, muchos de sus discípulos se alejaron de él y dejaron de acompañarlo.
Jesús preguntó entonces a los Doce: “¿También ustedes quieren irse?”.
Simón Pedro le respondió: “Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de Vida eterna.
Nosotros hemos creído y sabemos que eres el Santo de Dios”.
Palabra del Señor, gloria y honor a ti Señor Jesús.
Es hermoso como el Señor es claro y no se anda con rodeos. Desde el principio Jesús ya sabía quiénes lo iban a seguir y quiénes lo abandonarían, sin ni siquiera haber puesto la mano en el arado.
Algunos esperaban en Él un líder triunfante, apegado al programa de éxito. En cambio, se encontraron con un maestro humilde, sobrio en su palabra y su actuar, y con un gran amor para toda la humanidad.
Es común que esto ocurra en nuestras iglesias, pues luego de un retiro o un convivio muchos quedan animados, entusiasmados, pero esa alegría es pasajera y cuando viene la hora de la prueba se decepcionan y se alejan.
Sin embargo, Jesús cuestiona a sus discípulos, quienes se quedaron con Él. ¿También ustedes quieren abandonarme? Pedro, como líder le responde ¿A quién iremos? Pues solo tú tienes palabras de vida eterna.
De la misma manera, Cristo nos hace esa interrogante a cada uno de nosotros. ¿También quieres abandonarme? O estamos realmente convencidos que sólo Él tiene palabras de vida eterna y que cuando vengan las pruebas podremos tomarnos más fuerte de su mano.
Te invito a que no dejes que las cosas externas aparten tu mirada de Dios. Si tú estás convencido de su gran amor, no tienes por qué buscar la felicidad en otras cosas.

El pan bajado del cielo

Queridos hermanos les invito a que meditemos la Palabra de Dios de este domingo, donde Cristo se nos revela como alimento de vida eterna.
Evangelio según San Juan 6,51-58.
Yo soy el pan vivo bajado del cielo. El que coma de este pan vivirá eternamente, y el pan que yo daré es mi carne para la Vida del mundo”.
Los judíos discutían entre sí, diciendo: “¿Cómo este hombre puede darnos a comer su carne?”.
Jesús les respondió: “Les aseguro que si no comen la carne del Hijo del hombre y no beben su sangre, no tendrán Vida en ustedes.
El que come mi carne y bebe mi sangre tiene Vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día.
Porque mi carne es la verdadera comida y mi sangre, la verdadera bebida.
El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él.

Así como yo, que he sido enviado por el Padre que tiene Vida, vivo por el Padre, de la misma manera, el que me come vivirá por mí.
Este es el pan bajado del cielo; no como el que comieron sus padres y murieron. El que coma de este pan vivirá eternamente”.
Palabra del Señor, gloria y honor a ti Señor Jesús.
Como cada domingo el Señor nos habla de una manera muy hermosa y nos guía por el camino adecuado. En el evangelio de este domingo Cristo revela que Él es el pan vivo bajado del cielo, pero más importante aún nos invita a que nos alimentemos de Él.
Sería muy contradictorio que Dios nos pidiera seguir su camino sin darnos las herramientas necesarias para caminar. Así como las personas que recorren grandes distancias se preparan con entrenamiento diario y mucha disciplina, así debe ser nuestra vida cristiana; tenemos todos los sacramentos a nuestra disposición para prepararnos al encuentro con Dios.
Ahora yo te pregunto ¿Cómo es tu rutina? ¿Te confiesas periódicamente?, ¿Recibes a Cristo Eucaristía cada domingo? Así como el cuerpo necesita nutrirse, alimentarse, hidratarse de la misma manera, nuestro espíritu necesita de la carne y sangre que dan la vida eterna.
Alimentarnos del cuerpo y sangre de Cristo, leer su Palabra, orar más intensamente debería ser parte del itinerario de todo cristiano, pues con estas herramientas podremos sobrellevar las luchas diarias que vivimos.
Te invito a que en cada Eucaristía medites realmente el regalo tan maravilloso de la presencia real de Cristo Jesús en el pan y vino que se nos da para la vida eterna.