Archivo por meses: septiembre 2013

Luchemos por los tesoros del cielo

Queridos hermanos, es un gusto compartir como siempre la Palabra de Dios de este día.
Evangelio según San Lucas 16,19-31.
Había un hombre rico que se vestía de púrpura y lino finísimo y cada día hacía espléndidos banquetes.
A su puerta, cubierto de llagas, yacía un pobre llamado Lázaro,
que ansiaba saciarse con lo que caía de la mesa del rico; y hasta los perros iban a lamer sus llagas.
El pobre murió y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham. El rico también murió y fue sepultado.
En la morada de los muertos, en medio de los tormentos, levantó los ojos y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro junto a él.
Entonces exclamó: ‘Padre Abraham, ten piedad de mí y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en el agua y refresque mi lengua, porque estas llamas me atormentan’.
‘Hijo mío, respondió Abraham, recuerda que has recibido tus bienes en vida y Lázaro, en cambio, recibió males; ahora él encuentra aquí su consuelo, y tú, el tormento.
Además, entre ustedes y nosotros se abre un gran abismo. De manera que los que quieren pasar de aquí hasta allí no pueden hacerlo, y tampoco se puede pasar de allí hasta aquí’.
El rico contestó: ‘Te ruego entonces, padre, que envíes a Lázaro a la casa de mi padre,
porque tengo cinco hermanos: que él los prevenga, no sea que ellos también caigan en este lugar de tormento’.
Abraham respondió: ‘Tienen a Moisés y a los Profetas; que los escuchen’.
‘No, padre Abraham, insistió el rico. Pero si alguno de los muertos va a verlos, se arrepentirán’.
Pero Abraham respondió: ‘Si no escuchan a Moisés y a los Profetas, aunque resucite alguno de entre los muertos, tampoco se convencerán'”.

Palabra del Señor, gloria y honor a ti Señor Jesús.
Como en cada evangelio, Dios siempre nos tiene un gran mensaje, y éste no es la excepción. Cuando oímos decir que los pobres son los preferidos del Señor, no quiere decir que Él desprecie a los ricos de este mundo. Al contrario, Dios les da la oportunidad de poder compartir los bienes que les ha dado para administrar en la tierra. Es decir, no es pecado poseer bienes materiales en este mundo, el problema es la avaricia, la ambición, el deseo de poder que sobre pasa el amor que le tenemos a Dios.
Esta lectura nos da la pauta para saber cuál será el destino del egoísta, el injusto el que no amó a su prójimo en este mundo. Por ello, queridos hermanos en este día les invito a que reflexionemos sobre nuestro actuar con el prójimo. ¿Amamos realmente a nuestro prójimo como a nosotros mismos? Sin importar que sean muchos o pocos los bienes que administremos, siempre debemos ser solidarios con los menos favorecidos.
Sin embargo, debemos analizar también nuestra vida espiritual. ¿Somos generosos con Dios? Cuantas veces renegamos del servicio que nos toca prestar en la Iglesia o el esfuerzo que debemos hacer por alguna actividad de la comunidad. Recordemos que Dios nos da todo y debe ser el Señor de nuestras vidas. Si nos ocupamos de sus cosas lo demás vendrá por añadidura.
Luchemos por alcanzar los tesoros del cielo y no los de esta tierra, pues son pasajeros y superfluos, ya que al final Dios nos pedirá cuentas de las obras de caridad que hemos realizados en nuestras vidas.
Que Dios todopoderoso les bendiga abundantemente y el Espíritu Santo les dé la sabiduría para obrar bien.

El funcionario deshonesto

Este domingo, El Señor nos regala un mensaje inigualable y lleno enseñanzas para nuestra vida. Leamos:

Evangelio según San Lucas 16,1-13.

Decía también a los discípulos: “Había un hombre rico que tenía un administrador, al cual acusaron de malgastar sus bienes.
Lo llamó y le dijo: ‘¿Qué es lo que me han contado de ti? Dame cuenta de tu administración, porque ya no ocuparás más ese puesto’.
El administrador pensó entonces: ‘¿Qué voy a hacer ahora que mi señor me quita el cargo? ¿Cavar? No tengo fuerzas. ¿Pedir limosna? Me da vergüenza.
¡Ya sé lo que voy a hacer para que, al dejar el puesto, haya quienes me reciban en su casa!’.
Llamó uno por uno a los deudores de su señor y preguntó al primero: ‘¿Cuánto debes a mi señor?’.
‘Veinte barriles de aceite’, le respondió. El administrador le dijo: ‘Toma tu recibo, siéntate en seguida, y anota diez’.
Después preguntó a otro: ‘Y tú, ¿cuánto debes?’. ‘Cuatrocientos quintales de trigo’, le respondió. El administrador le dijo: ‘Toma tu recibo y anota trescientos’.
Y el señor alabó a este administrador deshonesto, por haber obrado tan hábilmente. Porque los hijos de este mundo son más astutos en su trato con los demás que los hijos de la luz.
Pero yo les digo: Gánense amigos con el dinero de la injusticia, para que el día en que este les falte, ellos los reciban en las moradas eternas.
El que es fiel en lo poco, también es fiel en lo mucho, y el que es deshonesto en lo poco, también es deshonesto en lo mucho.
Si ustedes no son fieles en el uso del dinero injusto, ¿quién les confiará el verdadero bien?
Y si no son fieles con lo ajeno, ¿quién les confiará lo que les pertenece a ustedes?
Ningún servidor puede servir a dos señores, porque aborrecerá a uno y amará al otro, o bien se interesará por el primero y menospreciará al segundo. No se puede servir a Dios y al Dinero”.

Palabra del Señor, Gloria a To Señor Jesús.

El que es fiel en lo poco, lo será con lo mucho. En repetidas ocasiones, a lo largo de nuestra vida deseamos obtener lo mejor sin esforzarnos mucho. Cuando se inicia la escuela queremos obtener los mejores resultados o que el año termine pronto para estar de vacaciones. Cuando somos adolescentes ansiamos la independencia, cuando estamos en la universidad queremos el trabajo de los sueños con un sueldo exorbitante, desde el momento que terminamos de estudiar. Por otra parte, cuando iniciamos un negocio, muchas veces esperamos las ganancias al primer mes de haber iniciado. La verdad es que todo requiere un sacrificio y esfuerzo constante. Dios nos prepara para obtener el éxito. Necesitamos pasar por pruebas pequeñas para superar los problemas de mayor tamaño. Tenemos que saber esperar y no desesperarnos si los que tanto anhelamos no llega. Dios sabe lo mejor y cuándo nos lo dará. Lo importante es realizar nuestros mejores esfuerzos en todas las tareas, por pequeñas e insignificantes que parezcan. Una humillación que recibas de tus superiores te puede ayudar a formar un carácter más fuerte.

Es necesario detenerse también en el hecho del Evangelio cuando nos habla de los administradores. Es un llamado no solo para cualquier funcionario, sino también para nuestra vida. Debemos ser fieles y servir con amor. En el caso de los funcionarios no olvidarse que están ocupando esos puestos, gracias a la elección de la población y ellos se deben. En el caso de los padres de familia, no se debe obrar pensando en lo obligados que estarán los hijos a cuidarlos en la ancianidad o por el interés de cuando trabajen ellos los mantendrán económicamente.

Debemos descubrir el verdadero valor de lo que se nos confía, ya sea una institución, una familia, una parroquia, una comunidad, una familia o algo tan simple como el orden de unos cuantos papeles. Dios mira tu esfuerzo, sufrimiento y, sobretodo, los sueños que guardas en el corazón.

Ten fe. Algo grande está preparado para tu vida.