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Jesús, el centro de tu familia

Voy a comenzar la enseñanza diciendo que nacer en el seno de una familia cristiana es una bendición. Aquellos que venimos de una familia cristiana, allá donde se nos enseñó el amor a Dios y el cumplimiento de los mandamientos, nos sentimos de verdad dichosos, nos sentimos honrados, por lo tanto es una bendición haber nacido así.

Analizar esto es importante, no solamente por el bien de los esposos, si no también para el bien de toda la familia. Lamentablemente, nos encontramos con muchos hogares que solo son un hotel, un restaurante, una gasolinera para llenar el tanque y seguir el camino. Lamentablemente esa es la realidad. Muchos viven en una casa, no en un hogar, porque ahí no hay calor, no hay luz, no hay hoguera. Cuántos padres no ven siquiera a sus hijos, cuántos conyuges no tienen momentos ni para platicar; por tanto trabajo, estudio, diversión, reuniones, etc.

Pero ese no es el proyecto de Dios. Una familia que vive en esas circunstancias no está haciendo la voluntad de Él. Ahora bien, refirámonos al Salmo 128 que habla de un anuncio de bendición y prosperidad para la familia. Felices los que temen al Señor y siguen sus caminos. Me detengo en una parte. Temer no es como nosotros lo entendemos en el sentido de miedo, el temor a Dios no es el miedo del Dios que castiga. Se refiere a tratar de no ofenderlo. Aquí en este contexto lo entendemos como el cumplimiento de sus mandamientos. El que teme es aquel que cumple su voluntad, aquel que lo ha convertido en el Señor de su vida, de su matrimonio y de su familia.

Para aquellos que tienen a Jesucristo como el centro de sus vidas, hay una promesa: Comerás del trabajo de tus manos. Es decir habrá una bendición, sin cumplimos la voluntad de Él, si lo hacemos nuestro Señor, es decir el que manda en nuestra familia. Hay promesas de bendición. Pero, ¿cómo hacer que Jesús sea ese centro? Lo que debes hacer querido padre de familia es:

La oración en familia, estudio y lectura de la Palabra de Dios, primero el reino de Dios ante todas las cosas y asistir a la vida de los sacramentos.

Se lee fácil pero en realidad ponerlo práctica es muy difícil y no se alcanza de la noche a la mañana. Si quieres convertir a Jesús en el centro de tu familia debes comenzar poco a poco.

Ánimo que Dios bendecirá tu esfuerzo.

Atentamente.

Padre Martín

Fe y servicio

 

Evangelio según San Lucas 17,5-10. ?Los Apóstoles dijeron al Señor: “Auméntanos la fe”. ?El respondió: “Si ustedes tuvieran fe del tamaño de un grano de mostaza, y dijeran a esa morera que está ahí: ‘Arráncate de raíz y plántate en el mar’, ella les obedecería. ?Supongamos que uno de ustedes tiene un servidor para arar o cuidar el ganado. Cuando este regresa del campo, ¿acaso le dirá: ‘Ven pronto y siéntate a la mesa’? ?¿No le dirá más bien: ‘Prepárame la cena y recógete la túnica para servirme hasta que yo haya comido y bebido, y tú comerás y beberás después’? ?¿Deberá mostrarse agradecido con el servidor porque hizo lo que se le mandó? ?Así también ustedes, cuando hayan hecho todo lo que se les mande, digan: ‘Somos simples servidores, no hemos hecho más que cumplir con nuestro deber'”.

Palabra del Señor, Gloria a ti Señor Jesús.

Realmente tenemos dos fuertes enseñanzas en este día. La primera un recordatorio del poder de la fe. Me detengo en aclarar que fe no es sugestión. La fe es la certeza de lo que no se ve. Sabemos que Dios existe y que está ahí para consolarnos y ayudarnos en nuestras necesidades. Solo tenemos que creer. No obstante, decirlo y llevarlo a la práctica son cosas muy distintas. Muchas veces pedimos con una fe a medias. Rezamos pero con la duda latente de que posiblemente no se va a cumplir nuestra petición. Tan grande es el poder de la fe que puede mover montañass, por increible que te parezca. A lo largo de mis casi 25 años de sacerdocio, he visto muchos milagros recibidos gracias a la fe en un Dios que es fiel y que está presto a atendernos. Pero, ¿cómo aumentar la fe? La respuesta es sencilla. A cocinar se aprende cocinando, a jugar se aprende y perfecciona con la práctica. Así que con la fe no es distinto, hay que creer y fortalecer la fe, creyendo cada día más y depositando la confianza en Dios, por pequeño que parezca nuestro esfuerzo. Si saldremos de casa vayamos sin preocupación puesto que confiamos en nuestro Padre Celestial que la cuidará.

Por otra parte, el texto bíblico nos recuerda algo que se nos olvida y que es necesario guardarlo en el corazón, para hacer nuestra vida más sencilla. Muchas veces en el trabajo nos sentimos mal porque no recibimos el reconocimiento de los jefes, o simplemente porque ellos no se dan cuenta de todos los esfuerzos que realizamos; para llevar a cabo las tareas encomendadas. Sepamos que nosotros trabajamos por Dios y que Él sí mira nuestro cansancio y ganas de superación. Más allá de buscar un halago, sepamos que solo estamos cumpliendo las labores para la que nos han contratado y estamos felices porque hacemos lo que nos gusta. Que nuestra felicidad no dependa del reconocimiento de los demás. Dios es el único por el que tenemos que preocuparnos de agradar.