Conmemoración de todos los fieles difuntos

Evangelio según San Mateo 25,31-46.

Jesús dijo a sus discípulos:
“Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria rodeado de todos los ángeles, se sentará en su trono glorioso. Todas las naciones serán reunidas en su presencia, y él separará a unos de otros, como el pastor separa las ovejas de los cabritos, y pondrá a aquellas a su derecha y a estos a su izquierda.

Entonces el Rey dirá a los que tenga a su derecha: ‘Vengan, benditos de mi Padre, y reciban en herencia el Reino que les fue preparado desde el comienzo del mundo,
porque tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; estaba de paso, y me alojaron; desnudo, y me vistieron; enfermo, y me visitaron; preso, y me vinieron a ver’.
Los justos le responderán: ‘Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de comer; sediento, y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos de paso, y te alojamos; desnudo, y te vestimos?
¿Cuándo te vimos enfermo o preso, y fuimos a verte?’.
Y el Rey les responderá: ‘Les aseguro que cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo’. Luego dirá a los de su izquierda: ‘Aléjense de mí, malditos; vayan al fuego eterno que fue preparado para el demonio y sus ángeles, porque tuve hambre, y ustedes no me dieron de comer; tuve sed, y no me dieron de beber; estaba de paso, y no me alojaron; desnudo, y no me vistieron; enfermo y preso, y no me visitaron’.

Estos, a su vez, le preguntarán: ‘Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento, de paso o desnudo, enfermo o preso, y no te hemos socorrido?’. Y él les responderá: ‘Les aseguro que cada vez que no lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, tampoco lo hicieron conmigo’. Estos irán al castigo eterno, y los justos a la Vida eterna”.

Reflexión
Esta tercera parábola indica la tercera orientación de una vida que espera la venida del Señor: la preocupación por los pequeños. Para empezar, varias revelaciones sobre la puerta de la eternidad. El que ocupa el trono de la Gloria divina es Jesús glorificado; la resurrección no esta reserva, tal como se creía entonces, a los israelitas sino a todas las naciones que están ante Él; no se hace ninguna diferencia entre creyentes y no creyentes, y tampoco se habla de “los hijos de Abraham” como sería normal hacerlo en un escenario semejante.
Jesús ha superado las estrechas perspectivas de los creyentes judíos o cristianos que se veían como una minoría en un mundo, “las naciones”, listo para engullirlos. Todos los que sin conocer a Cristo compartieron el destino común de la humanidad, serán juzgados por él. En realidad él nunca los abandonó, sino que puso a su lado a esos pequeños que son sus hermanos como representantes suyos.
El juicio es a la vez individual y colectivo. Los actos individuales que se citan a continuación han construido la historia. El plan de Dios se realiza a través de los innumerables gestos fraternos sin los cuales no habría hombres ni civilización.
Preparado para ustedes. No hay simetría entre la sentencia sobre los buenos y la condenación de los malos. Para los primeros la posesión del Reino es a la vez el premio de sus obras y la realización de un don de Dios que desde toda eternidad les ha preparado el camino de su maduración y “justificación”. En cambio el fuego eterno no está escrito en la eternidad y solo es la consecuencia del pecado de los ángeles que introdujeron el mal en el mundo. Nadie ha sido destinado al infierno.
Los que van al fuego eterno no son grandes criminales: al infierno parece que vamos todos, ya que es el lugar al que Jesús envía todas nuestras faltas cotidianas. Se trata de una parábola y no de la descripción de lo que en realidad ocurriría.
Teniendo en cuenta que es tan solo un parábola y que no pretende decirlo todo, no hay que imitar a aquellas personas que, según parce, no conocen más que este texto del evangelio y que lo citan a cada instante como si bastara con “ser solidario” para haber cumplido con la misión del cristiano.
Los no cristianos tienen acceso al reino mediante la observancia de los mandatos que les proponen sus religiones y su conciencia: solo Dios sabe lo que espera de cada uno de ellos. Los cristianos en cambio debemos amar como Jesús ama, lo que es muy diferente. Los cristianos serian infieles a su misión si solo se limitaran a hablar de ayuda, de hospedajes o de alimentos y se olvidasen de lo que es Vida para la humanidad: la Palabra de Dios, el conocimiento y el amor de su Señor.

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