EL MATRIMONIO: LO QUE ES Y LO QUE NO ES

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Cuando se habla de “matrimonio” es necesario saber que se quiere decir. En nuestros días este es un debate, será interminable si no nos aclaramos, a veces no se ignora su significado y su realidad, sino lo que se quiere es confundir y hacer conveniencias personales. Ante todo el matrimonio es una institución divino-natural de la unión entre un hombre y una mujer para realizar su vocación personal en el amor: tal unión esta abierta a la vida, es decir, que son capaces de procrear y educar a sus propios hijos. Este es el llamado “matrimonio tradicional”, no importa, así se ha humanizado el hombre.

El matrimonio es un derecho porque responde a las exigencias más íntimas del ser humano. Pero por ser un derecho de un bien muy grande también exige unos deberes, es decir, unas normas éticas y jurídicas que lo protejan. Así, por su importancia, el matrimonio tiene unas exigencias antropológicas que no pueden pasarse por alto. El matrimonio, que es entre un hombre y una mujer, necesita de un recto ejercicio de la sexualidad. Esta necesidad radica en la misma dignidad de la persona humana. En las uniones homosexuales esto, que es fundamental, no es posible, y no es discriminación, el hecho es que no responde a la naturaleza humana.

Ante esto cabe una pregunta, ¿Quién determina lo que es el matrimonio? desde los orígenes del hombre su naturaleza misma está abierta a la vida en el “creced y multiplicaos”; la sociedad, desde siempre ha potenciado y protegido la unión de un hombre y una mujer para procrear hijos y, por ultimo, la Iglesia que siguiendo el ejemplo de su maestro, ha enseñado que el matrimonio es una institución divina y natural en el hombre, “dejará el hombre a sus padres y su unirá a su mujer y los dos serán una solo carne”. El hombre está hecho para amar y vivir en sociedad, pues el hombre y la mujer son diferentes y complementarios en el matrimonio.

El matrimonio es para el amor de los esposos y transmitir la vida; cuando algo de esto falta no se puede hablar de matrimonio. Esto está por encima de la voluntad de los individuos y de las configuraciones culturales, es decir, a lo que quiere decir y hacer en cada momento de la historia: el matrimonio es algo sagrado, una institución no recibida de los hombres porque está inscrita en la misma naturaleza humana. Así ha sido siempre, así lo dice la Revelación de Dios y así lo enseña la Iglesia. El matrimonio es la escuela del amor y de la vida, aquí se aprende a amar y a vivir.

El matrimonio es una estructura estable y permanente entre un hombre y una mujer, hacia aquí esta ordenada la diferenciación y complementariedad sexual en la familia, ambos colaboran, como son, hombre y mujer, en la transmisión y educación de la vida de sus hijos.

El matrimonio es un bien para los esposos, los hijos, y la sociedad.

La familia así constituida es el verdadero núcleo de la sociedad. Este vínculo no depende de la mera decisión humana, sino que viene en la naturaleza humana, de tal manera que no es posible que sea de otra forma. ¿Cómo se concreta el bien de los esposos, de los hijos y de la sociedad?

El bien de los esposos está en la diferenciación y complementariedad sexual que es constitutivo en el ser humano, sea hombre o mujer. Su amor está abierto a la vida, su relación tiende naturalmente a un tercero. El bien de los hijos está en que nacen y crecen en el seno de una familia constituida donde se está abierto a la procreación y educación de los efectos de su amor – hijos – y por último el bien de la sociedad radica en su humanización. Es en la familia donde el hombre se vuelve más humano y aprende a convivir en sociedad.

Un matrimonio bien constituido es el germen de una sociedad más humana donde se respetan los valores antropológicos y éticos del hombre, allí es donde está la humanización y el verdadero progreso de la sociedad.

El matrimonio, por tanto, no son las uniones de hecho, las parejas de homosexuales o lesbianas, etc. No es invento cultural, no es producto meramente histórico. No son uniones que se construyen y perduran en el “amor”, no son relaciones prematrimoniales. No es organización represiva de la sociedad, no es la unión sexual como mera satisfacción del instinto sexual y por último el matrimonio no es sólo un ideal.

El amor hace el matrimonio y viceversa, pero este tiene exigencias éticas, antropológicas, sociales y jurídicas que no pueden faltar, porque se trata de la protección de un gran bien y de la misma humanización de la sociedad. La naturaleza no se equivoca y ésta necesita ser obedecida para que funcione por sus causes ordinarios. El amor y la apertura a la vida es lo que determinan al matrimonio entre un hombre y una mujer, distintos y complementarios para procrear y educar a sus hijos.

Dcno. Edwin Baños

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