La Transfiguración del Señor

Ya en este tiempo de cuaresma te invito querido lector  a que pongas tu corazón y tus obras en reflexión. Dejemos ya de actuar como animales sin juicio ni pensamiento. Jesús cada año nos recuerda el sufrimiento que padeció por nosotros en la cruz. No es justo que vivamos al margen de ello y que convirtamos este tiempo en nuestro verano 2012, nada más.
Pero bien, de lo anterior hablaré el próximo martes. Por el momento, reflexionemos sobre el evangelio de este domingo, tomado de San Marcos 9,2-10.

Seis días después, Jesús tomó a Pedro, Santiago y Juan, y los llevó a ellos solos a un monte elevado. Allí se transfiguró en presencia de ellos.
Sus vestiduras se volvieron resplandecientes, tan blancas como nadie en el mundo podría blanquearlas.
Y se les aparecieron Elías y Moisés, conversando con Jesús.
Pedro dijo a Jesús: “Maestro, ¡qué bien estamos aquí! Hagamos tres carpas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías”.
Pedro no sabía qué decir, porque estaban llenos de temor.
Entonces una nube los cubrió con su sombra, y salió de ella una voz: “Este es mi Hijo muy querido, escúchenlo”.
De pronto miraron a su alrededor y no vieron a nadie, sino a Jesús solo con ellos.
Mientras bajaban del monte, Jesús les prohibió contar lo que habían visto, hasta que el Hijo del hombre resucitara de entre los muertos.
Ellos cumplieron esta orden, pero se preguntaban qué significaría “resucitar de entre los muertos”.
Palabra del Señor, Gloria y Honor a ti Señor Jesús.

El pasaje de la Transfiguración narrado por Marcos tiene una intencionalidad implícita: Mostrar al lector, destinatario de su evangelio, que Jesús, el crucificado, el derrotado en la cruz, es el Mesías, el hijo de Dios, el predilecto del Señor. Con las figuras de Moisés y Elías, el evangelista coloca a Jesús como plenitud de la ley de los profetas. Jesús el Mesías, el hijo amado es el verdadero Maestro y profeta. La blancura de sus vestidos anticipa el acontecimiento de la resurrección. El crucificado es el resucitado. Los apóstoles, testigos de la manifestación epifánica, no alcanzan a comprender la hondura del misterio salvífico que allí se revela. Su experiencia de fe no ha alcanzado aún la madurez necesaria para asimilarlo. La experiencia de fe del cristiano implica abrirse plenamente al misterio de Dios y poner la confianza en él y en sus promesas que siempre son de vida abundante salvación y liberación integral a todos sus hijos.

Un pensamiento en “La Transfiguración del Señor

  1. Manuel de Jesús Rodríguez Miranda

    GRACIAS POR SU OBJETIVIDAD, A VECES A NOSOTROS SE NOS DIFICULTA ENTENDER LAS ESCRITURAS PERO USTED NOS AYUDA CON SUS COMENTARIOS A TENER LA VERDADERA ENSEÑANZA; SIGA ADELANTE Y QUE DIOS Y MARIA LE COLMEN DE SALUD, BENDICIONES Y FORTALEZA PARA SEGUIR CON SU MISION EVANGELIZADORA

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