De como fracasé en mi propósito de leer una novela por semana

No imagino como Sherlock (interpretado por Benedict Cumberbatch) hace tiempo para leer entre tantos asesinatos por resolver.

No imagino como Sherlock (interpretado por Benedict Cumberbatch) hace tiempo para leer entre tantos asesinatos por resolver.

 

Veamos, quería leer un libro por semana. Quería volver a este blog hasta que hubiese terminado mi novela. Quería conquistar el mundo.

La buena noticia es que al fin terminé de leerla, la mala es que no lo hice en el tiempo previsto, ya que en lugar de una semana demoré alrededor de un mes. No es que sea un fracaso total porque al menos leí la dichosa novela y no porque no me gustara, sino que todo se debió a esa gigantesca bola que se te cruza en el camino y que llamamos vida.

¿Qué fue lo que sucedió? Como soy muy curiosa cuando hago estos experimentos me observé a mi misma. ¿Qué me pasa? ¿Por qué no avanzo? En seguida elaboré una lista de eventos desafortunados (para la lectura): tener otras cosas más apremiantes e interesantes por hacer en el tiempo reservado a la lectura. Trabajo, compromisos sociales, cansancio, alguna película o serie de televisión, jugar con los amigos, etc.

Aunque la novela escogida, El frío de Thomas Bernhard (editorial Anagrama, 141 páginas), me agradó no puedo decir que por eso la leí más rápido. Fue lo contrario. Entre más me adentraba en sus páginas más me detenía a pensar, a divagar, a digerir lentamente su contenido.

El frío, para los que no saben, es una novela autobiográfica de Bernhard, que narra de una manera bastante dura el paso del autor por un hospital público para enfermedades pulmonares en Austria. La novela forma parte de una pentalogía compuesta por El origen, El sótano, El aliento, El frío y Un niño.

Bernhard no ahorra detalles. “Al principio, me pareció, solo estaban decepcionados, pero finalmente yo mismo. ¡Algo no iba bien! ¿No podía ser como los otros? ¿Dar positivo? Al cabo de cinco semanas lo conseguí, y el resultado fue: positivo. De pronto era miembro de la comunidad. Mi tuberculosis pulmonar abierta quedaba confirmada. El contento se extendió entre mis compañeros de enfermedad, y también yo estaba contento. No me daba cuenta en absoluto de la perversión de aquel estado”.

Con 17 u 18 años Thomas Bernhard se tiene que enfrentar a su enfermedad, a la inminente muerte de su madre que está en casa y además a un sistema de salud deshumanizado y carnicero. Para cuando Bernhard abandona el tristemente famoso hospital Grafenhof su transformación es evidente. Ahora quiere vivir. No está dispuesto a dejarse vencer por el poder que tienen los médicos ni por su indiferencia, ni por la pasividad con que el resto de los enfermos asumen su condición, como condenados a una muerte segura.

Aunque El frío describe los horrores de un hospital del estado la novela es en realidad un llamado a la vida.

Bien valió la pena el fracaso.

¿La siguiente novela a leer? No tengo idea, pero me tienta la primera parte de Juego de Tronos de George R. R. Martin.

 

 

 

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