Las desventuras de un periodista novato

El último naufragio en las costas italianas me recuerda al abuso y acoso que pasan los estudiantes. Foto tomada de diarioinformacion.com

El último naufragio en las costas italianas me recuerda al abuso y acoso que pasan los estudiantes de periodismo. Foto tomada de diarioinformacion.com

No soy ninguna novata, lo sé, pero mis alumnos sí. Día a día mi oficina se convierte en un especie de consultorio al que acuden para contarme sus aventuras y desventuras porque, al final de todo, quieren entender esa maraña en la que se ha convertido el periodismo.

Son aguas turbias por las que ellos navegan con las desventajas de la juventud e inexperiencia. Enfrentan comunicadores institucionales convertidos en policías, que sin la más mínima pizca de respeto por el oficio obligan a los estudiantes a borrar entrevistas, fotos o bien redactar cartas solamente para que ellos puedan ejercer un derecho al que ya tienen acceso como estudiantes de periodismo o como ciudadanos. Tal parece que en algunas instancias del gobierno ese derecho no existe y la ironía es que es donde son creadas las leyes del país.

Luego está el problema del acoso. Partimos del hecho que serán acosados, esa es la realidad. De nuevo su juventud los convierte en presa fácil y proviene por lo general de las mismas fuentes a quienes ellos entrevistan. El acoso puede ser sutil, “¿tiene novio?” “¿la puedo ver otro día?” o aplastantemente directo y brutal. Tampoco ellos se salvan, el típico acoso de hombre a mujer está superado por nuevos acosos de hombre a hombre, de mujer a hombre y puede ocurrir antes, durante o después de la entrevista, llamadas telefónicas, mensajes de texto, etc.

De mi experiencia como ex dueña de una librería puedo decir que los hombres que entraban preguntando por Biblias eran por regla los ladrones, los que se referían sobre las mujeres con los peores términos. A veces el acoso es así, puede venir de la persona que menos te lo esperabas, incluidos los santos.

¿Qué es lo que un estudiante puede hacer? No hay reportaje que valga el precio de la dignidad. La vida está barata, es cierto. En las costas italianas un barco pesquero se acaba de hundir llevándose 900 vidas y leemos la noticia como si nada.

Lo cierto es que toca educar a las fuentes, exigir respeto, porque aunque seas un periodista novato de 20 y tantos años jamás le da derecho a nadie al maltrato y la humillación.

Para terminar con este triste rosario quiero exponer un último peligro, que cada vez es más difícil rehuir. Si bien es cierto que la violencia está diseminada por todo el país los estudiantes de periodismo corren con un riesgo extra debido a su inexperiencia.

Aunque se les pide que investiguen la zona a la que van a ir a reportear e ingresen con personas conocedoras, sobre todo si se trata de comunidades donde mandan las pandillas, nos vemos rebasados por la realidad.

Hace poco unos estudiantes, en pleno centro de gobierno, fueron abordados por un desconocido que pedía direcciones. Al darles la mano perdieron su voluntad y terminaron por entregarle al desconocido sus pertenencias. Nunca cayeron dormidos, estaban despiertos pero en un estado parecido a la hipnosis. Uno de ellos es el que más recuerda difusamente lo que sucedió, el resto no recuerda nada.

Aprender a ser periodista -y un buen periodista- nunca antes había sido tan difícil. Si a la situación de inseguridad generada por la delincuencia añadimos acoso de las fuentes y abuso de las autoridades no va a quedar mucho que salvar.

Violencia sobre violencia, ¿nos hace falta algo más?

 

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