Historia de un desmayo

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Creo que en el fondo de todo lo voy resumiendo a un me gusta escuchar. Desde que me despierto busco el canto de los pájaros, sobre todo de uno que siempre es muy madrugador y que no importa si el día empezó con una lluvia pero sale a cantar.

En el auto voy escuchando música. La radio ya no por la cantidad de anuncios y avisos, porque intento que la música actúe como un catalizador que pacifique mi animal interior que quiere trepar insistentemente sobre el pito y abrirse paso en el tráfico tan terrible que tenemos. Parece mentira que tan temprano estemos destruyendo el día.

Pero entre lo que más disfruto escuchar son a las personas. Es increíble que siendo millones en el mundo todavía tenemos algo nuevo que decir, una historia que contar o conocimientos que compartir. Esta idea siempre me ha fascinado y creo que esa es una de las razones por las que me gusta leer (aunque me quede poco tiempo).

¿Qué tenemos que perder al leer un libro? El viejo argumento que los libros son muy caros ya no me lo creo. Primero, porque la mayor parte de personas que he conocido que me dan ese argumento sí han tenido dinero para comprar un buen celular, una tableta o una computadora. Segundo, los libros hoy los podemos descargar en internet, no todos obviamente y tercero, buscando bien se encuentran buenos libros a precios asequibles.

Me encantan los libros, las librerías, las bibliotecas públicas y las privadas. Pasear la mirada por los estantes, tocar con mis dedos los lomos de los libros, abrirlos y atrapar una frase perdida. Me encanta ver gente caminando con un libro en la mano, leyendo sentados en una banca o en la yerba. Incluso, coleccionar historias de lectores, de los muchos y grandes lectores anónimos.

Creo que es un placer al que nunca espero renunciar aunque me cuesta mantenerlo vivo. Lo único que puedo pensar ahora es en un jardinero que no puede cultivar su jardín o en un atleta que no puede correr esa gran maratón. Tengo mis épocas de frustración y tristeza pues los libros (ficción y no ficción) han llegado a ser un alimento imprescindible.

Antes he dicho que me disfruto escuchar y eso incluye al silencio. El silencio es tan necesario como la música (de hecho la música está compuesta por silencios) y claro, para escuchar hace falta cierto silencio, cierta disposición porque no todo debe ser yo-yo-yo.

Quiero pensar que no es demasiado tarde para recuperarme. Después de todo, eso me han enseñado los libros.

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