Bajo las estrellas de Hazel y Augustus

No puedo recordar por qué quise leer este libro y la verdad es que una vez leído poco importa. A lo mejor fue por su titular, por su portada colorida que presagiaba algo bueno por venir (¿y quién no quiere eso?). La novela es Bajo la misma estrella de John Green aunque me gusta más su título en inglés The Fault in Our Stars.

En todo caso, lo compré y después de darle unos días de vacaciones lo empecé a leer, para ser exactos, el lunes y para el jueves (y para mi sorpresa) lo había terminado.

Ahora quisiera más, quisiera una segunda parte, quisiera ver la película (si la hay), y temo convertirme en otra Hazel Grace, obsesionada con Un dolor imperial y su misterioso autor de origen holandés que resulta ser un tipo despreciable. En fin, no creo que llegue a tanto, pero creo que lo que quiero decir es que disfruté su lectura. Mucho.

Fue hasta que lo estaba leyendo que caí en la cuenta que era un libro para un público adolescente, pero como ya he leído novelas para niños no me iba a detener por ese detalle.

Es, para comenzar, un libro fácil de leer: capítulos cortos,  número de páginas razonable, diálogos divertidos, frases que se te pegan, personajes muy memorables, escenas de película. Todo, a pesar de que estamos hablando de algo tan temido como el cáncer.

Sí, es una novela no sobre el cáncer, sino sobre dos personas con cáncer: Hazel o Hazel Grace y Augustus Waters (Gus). Ella tiene 16 y siempre la acompaña Philip, su tanque de oxígeno y él 17 y siempre anda con un cigarro que nunca enciende y tiene una sonrisa torcida que vuelve loca a Hazel.

Bajo la misma estrella es una novela sobre la amistad, el amor, la relación entre padres e hijos y en medio de todo esto sobre la enfermedad, el dolor, la tristeza y la muerte. No te deprime (si a eso le tienes miedo), porque estos dos chicos tienen tantas ganas de vivir que te contagian.

También tiene unas frases bastante memorables (me doy cuenta que a veces soy una granada) y no me extrañaría que se empezaran a comercializar.

Entras en un universo propio en el que te sumerges sin remedio: V de vendetta, Natalie Portman, el juego Contrainsurgencia, el famoso “Esto no es una pipa” de Magritte, un poco de rap sueco, la casa de Ana Frank y los canales holandeses.

Quiero llegar hasta aquí, porque continuar sería llegar hasta el final, pero en todo caso me gustó mucho conocer a Hazel y a Augustus.

Me doy cuenta que la enfermedad -cualquiera que sea-  no tiene porque convertir a la persona ni la persona tiene que convertirse en su enfermedad. Reconozco que una enfermedad te marca, marca a tu familia, a tu entorno, pero siempre se puede escoger y dejarle un espacio al amor, a la amistad y al sentido del humor.

Sí, me gustó.

 

 

 

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