Tras las huellas del saqueo

 

Fotograma de la película El tren.

Fotograma de la película El tren.

La Segunda Guerra Mundial acabó hace más de 50 años. ¿Pero, realmente terminó? Después de escuchar al periodista y escritor, Héctor Feliciano, me parece que no. Todavía persiste el misterio, las preguntas sin contestar, por los archivos confidenciales y sobre todo por la ausencia de una investigación a produndidad.

Feliciano lo intenta y cuenta su aventura en El museo desaparecido. Los nazis y la confiscación de obras de arte, una investigación que le tomó ocho años y que nació después de una entrevista en la que su fuente se preguntó en voz alta dónde podrían encontrarse las miles de obras de arte desaparecidas durante la guerra.

Así inició la investigación. Pero claro, el primer tropiezo estaba a la vuelta: Había poca documentación sobre el tema, unos cuantos libros, pero ninguno que fuera al fondo del asunto. La búsqueda llevó a Feliciano a muchos países, a museos, galerías, entrevistó a los descendientes de las familias judías que fueron saqueadas, a marchantes de arte y también enfrentó demandas y amenazas. Su propia investigación bien podría dar pie a una novela.

Uno de los aspectos más interesantes es que a pesar que fueron robadas más de cien mil obras de arte, medio millón de muebles y más de un millón de libros y manuscritos (solo en Francia), apenas se conozca sobre el tema o aún más se realicen investigaciones para averiguar el paradero de estas obras, entre las que se cuentan las de pintores reconocidos como Henri de Toulouse-Lautrec, Edouard Manet y Edgar Degas.

La película El tren de John Frankenheimer con Burt Lancaster, Paul Scofield y Jeanne Monreau es de las pocas que aborda el tema, que por cierto está basada en un libro de Rose Valland, a la que también Feliciano hace mención y que fue la encargada del museo Jeu de Paume, uno de los involucrados.

 Al final me quedo con un sentimiento de insatisfacción.  Siempre se tiene prisa (y lo entiendo) por restaurar la democracia de un país, por atender la economía si está en crisis y se dejan la vida cultural en segundo plano, un segundo plano que acaba en el olvido.

Sin embargo, al final creo que Feliciano demuestra, y bastante bien, que es posible lograr una excelente investigación periodística de un tema cultural. Ya va siendo tiempo de apostarle a la cultura.

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