¿Cómo alimentas a tu monstruo?

Tránsito en espiral de Remedios Varo.

Tránsito en espiral de Remedios Varo.

Es innegable. Mientras te pasas el día bailando de un lado para otro, saltando frenéticamente entre carros feroces él te lanza una mirada hambrienta desde el rincón donde lo tienes viviendo. Te has despedido de él antes de salir a trabajar, le has dado una palmadita en la cabeza a modo de consuelo aunque el consuelo era para ti. Le has dicho: “Vuelvo pronto”.

Cuando regresas evitas mirar hacia la esquina donde lo dejaste. Quieres saludarlo, pero miles de alfileres te arrastran a la cama, te duermes y sueñas con él y él sueña contigo.

Entonces quieres romper el hechizo que se interpone entre los dos, quieres sacar a tu monstruo de ese laberinto construido con las duras piedras del hastío y el cansancio.

Pues escucha bien principiante porque el primer paso exigirá hacer algo que a lo mejor nunca has intentado: debes robar.

Robarás las ideas de tus héroes, leerás lo que han escrito como si fuera todo lo que pudieras beber, escucharás la música que han compuesto hasta que la cantes con placer, pasarás tus manos por encima sus pinturas como si las estuvieras pintando de nuevo, estudiarás sus vidas, te dejarás consumir por lo que te dice cada uno de ellos y cuando hayas recogido suficiente se lo llevarás a tu monstruo como ofrenda.

¿Qué leo? ¿Qué escucho? ¿Qué veo? ¿Qué toco? ¿De qué alimento a mi alma, a ese monstruo, espíritu ligero cuando quiere, que se llama creatividad?

Jim Jarmusch, fabuloso cineasta estadounidense, dijo: “Roba de cualquier lado que resuene con inspiración o que ponga en marcha tu imaginación. Devora películas viejas, películas nuevas, música, libros, pinturas, fotografías, poemas, sueños, conversaciones aleatorias, arquitectura, puentes, señalizaciones callejeras, árboles, nubes, luces y sombras. Roba solo de las cosas que le hablen directamente a tu alma. Si haces esto, tu trabajo (y tu robo) serán auténticos”.

No basta con robar. El siguiente paso es fingir hasta lograrlo (o al menos así aconseja Austin Kleon en Roba como un artista) . Empiezas copiando un poco a tus héroes, pidiendo prestadas sus palabras, sus gestos y luego lo mezclas.

Como un buen cocinero preparas el mismo plato una y otra vez hasta que consigues sacar una pequeña bola de masa que es tuya, definitivamente tuya. Llevas esa pequeña y mágica bola a tu monstruo, la depositas en el suelo a sus pies y entonces él desde la oscuridad te mira por primera vez en meses a los ojos.

 

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