Me sucede lo de siempre: tengo una idea, pero cuando la pongo en papel (es un decir) esa idea ya no se ve tan bien como se veía en mi mente. ¿Qué será? ¿Será el mal que padecen muchos blogeros? ¿Será que ciertas ideas tienen un buen lejos pero de cerca no lucen tan bien?

Como por estas fechas a muchos nos da por celebrar su día a los padres había pensado en hacer una selección de libros aptos para progenitores, pero al final me he decidido por los libros que mi venerado papá considera sus infaltables. Así que después de hurgar entre sus posesiones he llegado a la conclusión que no hay que darle muchas vueltas, a mi papá lo que le gusta es filosofar.

Pero vamos por partes. Desde que recuerdo la verdad es que sus hábitos de lectura no han variado mucho. Aparte de sus lecturas financieras como todo hombre de negocios nunca le he visto una de detectives, aunque los disfruta en la tele (quizá será por eso). Tampoco es de novelas románticas, ni ciencia ficción o de esos a los que no les puede faltar una novela histórica. Mucho menos lo vas a ver acostado un domingo en la hamaca leyendo muñequitos.

La verdad es que el gusto de mi padre gira en torno a tres libros: Don Quijote de la Mancha de Miguel de Cervantes, El amor en los tiempos del cólera de Gabriel García Márquez y El mundo de Sofía de Jostein Gaarder.

Del Quijote es un gran aficionado. Cuando ha tenido un buen día (se entiende un buen día en los negocios), empieza a rememorar pasajes del Quijote, especialmente los de Sancho, a quien sospecho que le guarda más compasión que simpatía. Se ve que los hombres de negocio también tienen su corazoncito y que quizá desearía que nosotros, sus descendientes, fueramos algo así como su Sanchos o Sanchas. Ya lo veo frente a los molinos y yo detrás, más preocupada que aventurera, “papá se va a golpear” y él, a lo Bruce Willis, “sino me va a pasar nada”.

Con El amor en los tiempos del cólera creo que de alguna manera se identificó con Juvenal así como con Florentino; sobretodo la escena del perico, porque recién leído no perdía la ocasión de recordarle a mi mamá que él ya no estaba para realizar oficios domésticos de alto riesgo. 

Pero es El mundo de Sofía el que ha tenido un efecto a largo plazo. Lo leyó en su momento y lo regaló, luego lo volvió a leer y lo volvió a regalar. Ahora estoy a punto de entregarle a su tercera Sofía. Vaya a saber porque hay libros que parece que nos llaman desde lejos, a través del tiempo, como si hablaran un lenguaje secreto que solo en lo más profundo parecemos entender.

Si bien es una novela sobre la historia de la filosofía creo que no peco si digo que es algo más que una novela, algo más que historia y algo más que filosofía. Es un libro que definitivamente te hace pensar y qué rico es pensar acostado un domingo en la hamaca, cuando se logra saborear un instante de eternidad.

 Feliz día, papás lectores.