Libros mimados

Separador inspirado en El mago de Oz.

El otro día salí de paseo por las librerías me encontré con una escena que no sé porque me causó ternura. Era un niño que, a pesar de las protestas de su papá, quería que le comprara un libro (uno de Greg, por cierto).

El papá negociaba, le preguntaba, se aseguraba, “¿vas a leer ese libro?” y el niño con esa seguridad que se tiene a los siete u ocho años le dijo que sí. Vino la transacción económica y el niño salió con la bolsa de la tienda.

Al instante venía de regreso ¿a devolver el libro? No, es que se les había olvidado darle un separador para su libro y él necesitaba un separador. Ese niño ni se entera, pero ya es un lector en toda regla.

Porque, quién piensa en el separador que le va a poner a su libro, quién los forra con plástico, les pone su nombre (a veces hasta dirección y teléfono por si se pierde); algunos hasta los mandan a empastar con su nombre o les mandan a hacer sellos:  Familia Fernández.

En fin, hay libros que reciben tantos cuidados como si fueran verdaderas mascotas (y se les quiere como verdaderas mascotas).

 

 

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Un comentario para “Libros mimados”

  1. jarhi dice:

    Bueno que interesante entrada, la verdad yo vivi lo mismo en mi infancia yo añoraba comprar ciertos libros pero nunca pude comprarlos todos… pero sigo yo tambien con la nece (si) dad de leer…. y yo si quiero leer Los Hermanos Kharamazov ahh.. mi añoranza aun sigue por este libro…

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