Memorias de un exorcista

 

Detalle de la pintura de Luca Signorelli sobre el infierno

Debo confesar que este libro me llamó la atención solamente por su título: Memorias de un exorcista. Bueno, no me van a negar que es un tema que atrapa a cualquiera, creyentes y no creyentes, me atrevería a agregar.

El autor es el padre José Antonio Fortea, un sacerdote y teólogo español especializado en demonología y quien ha escrito también Summa Daemoniaca, un tratado bastante completo de demonología que aborda temas como la tentación y el pecado.

Sus memorias, sin embargo, no crean que están llenas de rincones oscuros y giros tenebrosos a lo Hollywood. Como se trata de sus memorias pues empieza por eso, por el inicio, por su infancia en su pueblo de Barbastro.

Resulta que Fortea fue un niño como todos los que hemos sido niños: veía los muñequitos en la tele, le gustaba jugar, era travieso y curioso, y como él mismo dice con su genial sentido del humor, llegaba a casa con un hambre de los mil demonios. Y se pregunta: “¿Quizá ese apetito de mil demonios me llevó a estudiar más adelante la demonología? Quién sabe”.

Con la adolescencia le vinieron los enamoramientos, pero a los 15 años cayó en la cuenta que era egoísta y mala persona y quela Iglesia era el camino por donde iría progresando hacia la virtud. “Ya me gustaría poder escribir treinta capítulos, como San Agustín, explicando mi marcha hacia la conversión. Pero en mi caso no hubo evolución sino irrupción repentina de la gracia”.

Pero de pensar en Dios a hacerse sacerdote y luego exorcista hay un salto. En el caso de Fortea digamos que nada de esto fue planeado. Como suele suceder, es Dios quien llega cuando la idea apenas se ha cruzado por la mente de la persona.

Sucedió entonces que un día, ya siendo sacerdote, se le ocurrió escribir algo sobre el Demonio, lo escribió, se lo presentó al obispo y él le dijo que le daría el imprimatur pero después de rehacerlo como tesina de licenciatura.

Ese fue el principio de la aventura, una aventura que lo llevó a conocer al padre Gabriele Amorth, el exorcista de la diócesis de Roma, quien por cierto, escribió el libro Habla un exorcista, a comentar en otro blog. De Amorth afirma Fortea fue de quien más aprendió. Lo que dice de él no tiene pérdida: “Era el cura más bromista y menos afectado que uno pueda imaginar. Es más, me recordaba todo el rato al Frodo de Tolkien. Todo en él transpiraba naturalidad y ausencia de complicaciones. Si hubieran tenido que hacer un castin para la película El Exorcista, él hubiera sido desechado en la primera selección. Habría restado credibilidad a la historia. En él nada había de misterioso, tan sólo aparecía como un cura normal. Dios nos está dando lecciones continuamente”.

Pero la prueba de fuego para Fortea vino un día cualquiera, cuando lo buscaron para su primer caso de posesión demoníaca. Desde entonces, su fama se ha extendido y su trabajo también.

De todo el libro me quedo con una reflexión que él mismo hace sobre lo que ha aprendido en sus conversaciones con el Demonio: lo horrible que es la condenación eterna.

“Si los hombres supieran lo que es el infierno, harían lo que fuera, lo que hiciera falta, con tal de no ser condenados a las tinieblas exteriores. Desde luego, no debe ser fácil condenarse, porque es algo tan terrible que pone los pelos de punta. El que está condenado se convierte en un ser tan odioso y tan lleno de odio, tan saturado de furia, tan deseoso de hacer el mal, que el que lo contempla (viendo a un poseso) sólo desea hacer el bien”, dice Fortea.

Porque después de todo, incluso viendo los estragos del mal en el mundo hay quienes no creen en la existencia del Demonio.

 

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Un comentario para “Memorias de un exorcista”

  1. MANUEL ANTONIO dice:

    CIERTO, EL MAL EXISTE COMO EL DEMONIO TAMBIEN Y ES EL CAUSANTE DE TODA LA MALDAD QUE HAY EN EL MUNDO HOY EN DIA.

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