Hacen falta muchos muchachos

Muchacho leyendo de Johann Baptist Reiter

Muchacho leyendo de Johann Baptist Reiter

No sé si te pasa lo mismo cuando terminas de leer un libro al que le has sacado tanto provecho y deseas más que recomendarlo, convertirlo en lectura obligatoria (pero no odiatoria).

Algo así fue lo que me pasó y me sigue pasando con Hace falta un muchacho de Arturo Cuyás Armengol, que a pesar de ser un libro que vio la luz en 1924, pienso que no debería considerársele como pasado de moda, porque tiene mucho que decir todavía hoy.

Es un libro que te habla al corazón, que sin ser pretencioso está lleno de frases célebres y datos interesantes, incluso tiene algunas ilustraciones. Pero sobre todo está lleno de buenos consejos y como apunta su autor, el propósito es formar, despertar la voluntad y modelar el carácter en los jóvenes.

Uno de los capítulos que me llamó la atención fue la elección de carrera, algo que para ser sincera, según recuerdo, no me lo pensé mucho. Yo quería escribir (y leer) y punto, quería una profesión que me permitiera hacerlo y por eso escogí periodismo. Si me alguien me hubiera dicho “si estudias administración vas a poder escribir”, seguro aquí tendrían ante ustedes a una administradora de empresas.

Claro, me guiaba por mis gustos, no me daba cuenta que estaba tomando la decisión de mi vida, una decisión que me haría feliz o infeliz y de paso, felices o infelices a los que me rodean. ¿Quién no ha tenido la desdicha de conocer a seres amargados que desgraciadamente (para nosotros) deben prestar un servicio al público? Son unos infelices y nos hacen infelices con su infelicidad.

Como dice Cuyás Armengol, “es preferible que hagas buenos muebles, que levantes una buena pared, que construyas un buen cerrojo, a que pierdas pleitos como abogado o que mates enfermos como médico”.

En fin, que si no se tiene disposición (y subrayo, disposición) para el trabajo que hacemos hay que buscar otro acorde a nuestras aficiones. Ya lo dijo Facundo Cabral, “el que no ama lo que hace es un desocupado”, cuándo desamor y desocupación hay en estos tiempos.

Quizá es porque (con o sin crisis económica) perdemos de vista lo más importante, que todos venimos al mundo para ser y hacer algo, no para ser y hacer cualquier cosa o como les pasa a algunos, que de un día para otro parece que dicen ahora quiero ser diputado.

Cuyás Armengol agrega: “Todo en la creación tiene su objeto; y a cada criatura, a cada cosa, le está asignado su servicio”. Esta es otra de esas palabras –servicio- que a veces parece que se escribe con letra pequeña y en las que nadie se fija.

Cierro el blog con una frase de esas que deberían adornar nuestras congestionadas calles, a modo de inspiración: “Mucho aprovecha a las costumbres el ejemplo” (de Valerio Máximo por si a alguien le interesa). Sí, porque hacen falta muchachos y muchachas, jóvenes y adultos con ganas de salir adelante pero que también sean coherentes, que sean lo que han sido llamados a ser y que a la vez lo vivan. ¿Pero, quién se anima a dar el ejemplo?

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3 comentarios para “Hacen falta muchos muchachos”

  1. Oscar dice:

    Hacen falta padres con visión, con entusiasmo por el futuro, para que inculquen valores a sus hijos como la lectura de este tipo de libros que liberan fronteras mentales. Muy buena entrada de blog. Saludos y adelante.

  2. RAM dice:

    Apreciable Srita. Ibarra:

    Es muy encomiable este artículo acerca del insigne Sr. Cuyás cuya meritoria vida e interesante obra son ejemplares. La única precisión que me permito hacerle es que la primera edición de “Hace falta un muchacho” es de 1906. Para la fecha de 1924 que usted menciona, dicho libro ya llevaba varias ediciones y el Sr. Cuyás fallece en 1925.
    Felicitaciones por su magnífico blog.

    RAM

  3. Adán Flores Balderas dice:

    Este libro es de mis favoritos, lo leí tres veces y ha marcado mucho en mi vida
    lo recomiendo altamente para forjar los valores.

    Saludos
    Adán

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