Vivir el momento

Si pudiera mirar atrás, si pudiera regresar a aquel libro, a ese momento y quedarme allí, en ese lugar. El instante en el que el Topo se sentó en la hierba a contemplar el día, lejos del trabajo que le imponía la limpieza general de primavera en su casa.

¿No te pasa? A veces el día va a mil por hora cuando de repente te tomas un momento para salir y contemplar el cielo, para sentir en el rostro la brisa callada que te aleja del ajetreo y te invita a quedarte en silencio.

Esos instantes descubren mucho y en el caso del Topo no solo descubrió a la Rata del Agua, sino al Tejón y al Sapo como lo cuenta Kenneth Grahame en El viento en los sauces, un libro que parece para niños pero es más que eso.

Son cuatro amigos, cuatro formas de ver la vida y de vivirla. El Topo es el más abierto a conocer otros animales y lugares, la Rata se entrega como amigo sin vacilar mientras que el Tejón me recuerda a un tipo reservado, fiel a sus valores y costumbres. El Sapo, digamos que es un caso aparte, es  juergista, hablador y derrochador, el que rompe con sus andanzas, la rutina.

Por eso digo que El viento en los sauces es para todos, porque para ser amigo o amiga de verdad hay que tener gestos, como cuando el Topo se aventura solo por el boque salvaje para conocer al Tejón o cuando la Rata, ante la nostalgia del Topo por su hogar, le hace que se reencuentre con él.

Pero quizá la aventura que más se recuerda es la del Sapo y su loca afición por los carros, que lo lleva a la cárcel y a perder su mansión en manos de las comadrejas. Entonces, sus amigos orquestan un espectacular rescate.

Sirva El viento en los sauces para detenernos un momento y pensar hacia donde vamos (estamos a mitad del año), qué es lo que en verdad deseamos hacer con nuestras vidas y cuál es el equipaje que decidimos dejar atrás.

Sí, porque como el Topo reflexiona en su cama al final del día cuando retorna a su hogar: “Vio claramente lo simple y sencillo, y hasta lo estrecho que era todo, pero también vio claramente cuánto significaba para él y lo mucho que valía que todo el mundo tuviera un puerto así en la vida”.

Tu vida puede ser imperfecta, bastante imperfecta, pero hay una gran riqueza en la vida sencilla, en el amor al hogar y en la generosidad de las amistades.

Busca un momento para salir, para dejarte invadir por la naturaleza y aprender, como el Topo o la Rata, que  la vida no está en las prisas sino en la quietud, en lo que se vive conscientemente.

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