El derecho leer como yo quiera leer

Es cierto que me encanta leer y por supuesto, me encantan los libros pero es que a veces tengo mis días y simplemente amanezco un poco negada.

Por eso cuando tropecé con los derechos del lector de Daniel Pennac, de los que habla en su libro Como una novela, me dije: “Si yo hago todo eso”, fue como una revelación, de esas que quisiera tener en otras áreas de mi vida.

En fin, que Pennac me ha abierto los ojos y ahora cada vez que me dispongo a buscar una lectura me paro frente a mi librera y ante la mirada incrédula de mis perros (dos salchichas bastante tontos),  les lanzo la siguiente advertencia: “San Pennac dice que tengo derecho a no terminar” y ya, todos en paz.

Para seguir con las revelaciones creo que he ejercido a plenitud mis derechos como lectora (al menos los primeros diez), empezando por el primero, el derecho a no leer. Porque no siempre se tiene la disposición, el tiempo o falta el ambiente indicado.

También ya me he saltado páginas. Con perdón de los autores que se deshacen los sesos por una página bien escrita, pero es que hay momentos de alta tensión en los que me urge saber qué pasó con la protagonista y no me aguanto. Imposible hacer como si no me importara y esperar diez páginas de detalles y tortura.

El derecho a no terminar un libro quizá sea el más controvertido. Creo que solo una vez me he levantado del cine y he dejado a los actores con la película andando. Pues sí, la verdad es que de repente hay libros que resultan todo menos excitantes: son aburridos, confusos, demasiado complicados o rebuscados. Entonces por salud mental lo dejas.

¿Releer? Me fascina releer libros. Es como un reencuentro. El único riesgo es que puede ser desagradable. Me ha pasado con varios libros, pero nada grave. Eso sí, noto que ya no es lo mismo entre nosotros, que esa magia del primer encuentro ha quedado en un bello recuerdo y que ahora somos diferentes. Sí, que sigo hablando de libros…

En cuanto a leer cualquier cosa es el derecho que más me averguenza confesar. Casi leo de todo, incluidos paquines, almanaques y revistas. Disfruto de relatos infantiles pero no me gusta seguir modas, eso de leer el mismo libro junto con el resto del mundo no va conmigo.

Y claro, ya me he embarcado en ensoñaciones por culpa de un libro y cuando voy a una librería ejerzo mi derecho a hojear. Trato de leer en cualquier parte y en voz alta cuando los diálogos son divertidos y estoy sola.

El último derecho de Pennac, a estar callado, es el que más saboreo a mi manera. Nada más delicioso que adivinar lo que viene, descubrir al asesino antes que el autor me lo diga  y quedarme callada, saboreando mi victoria.  O bien, cuando finalizo un libro (y ha sido una buena lectura) lo mejor es quedarse un rato en silencio, casi sin moverse y perpetuar por unos breves instantes ese momento tan delicioso que no volverá.

Con todo lo dicho hay otros derechos que podría agregar. 

 

Tu puedes dejar un comentario, o seguir desde tu sitio.

4 comentarios para “El derecho leer como yo quiera leer”

  1. Luis dice:

    Así es … es que la lactura es entre el libro y el lector. La lectura crea en mucho de los casos en la imaginación un trama y entorno diferentes segun el lector, si se escribe sobre un bosque, este puede ser con arboles de pino, de arces o mangos. Es lo bonito de leer, que las imagenes se forman dentro de nuestras cabezas.

  2. Esmeralda dice:

    a mi me encanta leer pero nunca había leído sobre los derechos que tenemos al disfrutar de ese precioso momento. y reconozco que he releido varios libros y le he encontrado gusto al hacerlo

  3. Carlos dice:

    ya me ha pasado a mi también cuando termino de leer un libro y me ha gustado bastante, la última palabra con ese punto final te deja pensativo, pasas la pagina queriendo mas y te encontras con una en blanco.

  4. Lito dice:

    Y además, “el derecho a comentar, opinar, escribir, discrepar o apoyar acerca de lo que leo”, como lo que se hace en este blog.

Dejar un comentario