Derechos de una lectora que por encima de todo desea disfrutar leyendo

No sé si te pasó igual, pero después de leer los derechos del lector de Daniel Pennac me quedó claro que se le escaparon algunas prácticas que en esta ocasión quiero llamar derechos. También son diez, pero podrían ser más.

Los diez derechos (de Telena) son:

1. El derecho a comer mientras se lee. De pequeña recuerdo que había un momento del día en que iniciaba una ceremonia muy especial. Iba a la biblioteca, escogía un buen paquín (Linterna Verde, La pequeña Lulú, Pato Donald) o cualquier otro libro de muñequitos como Tintín, me lo metía bajo el brazo y me dirigía a la cocina, me preparaba un vaso con leche y unas galletas, me sentaba a lo largo y ancho del suelo y me pasaba un buen rato leyendo y comiendo. Fue una suerte que a mis padres no les importara que los libros  pudieran sufrir accidentes. Creo que algunos todavía conservan las migajas entre sus páginas. En todo caso es un placer doble.

2. El derecho a manchar los libros. No sé cómo surgió la idea. Quizá fue de tanto leer que despertó en mí el deseo de expresarme y decirle al libro algunas cositas. Entonces empecé a escribir al inicio o al final qué es lo que más me había gustado, a subrayar alguna frase interesante o a comentar a un lado lo que pensaba de lo que decía el autor (quién iba a imaginar que en esos comentarios estaba la semilla de una futura bloguera).

3.El derecho a imaginarme a los personajes como quiera. ¿No te ha pasado? Vas al cine a ver la película del libro, ves al personaje y piensas: “Para nada me lo había imaginado así”. El rostro, la voz, todo. Es terrible.

4. El derecho a añadir o a quitar personajes. Esta práctica la inicié de pequeña. Habían personajes tan simpáticos que desaparecían a mitad del libro o que eran opacados por los personajes principales y de los que yo quería saber más. De igual forma, habían otros que me caían mal, que no me interesaban o me resultaban aburridos y deseaba con todas mis fuerzas que desaparecieran del relato. En mi imaginación lo hacía.

5. El derecho a cambiar el argumento, incluso el final y a inventarme segundas o terceras partes. ¡Cuántas veces me puse a inventar partes que no estaban! En mi agonía porque la historia terminaba y no había más que leer me ponía a imaginar nuevas aventuras y claro, tenía que cambiar el final para que la historia continuara.

6. El derecho a que no me gusten los libros recomendados. Es un compromiso. Te dicen: “Leélo, es muy bueno, te lo recomiendo” y por compromiso lo empiezas a leer. Resulta que no te gusta ni pizca. ¿Y cómo se lo devuelves, con qué cara?

7. El derecho a leer en grupo (hasta en compañia de tu mascota). Si es en voz alta no hay problema, hay un lector designado mientras el resto más o menos escucha, los menos atentos hacen muchas preguntas porque no han entendido cómo va la cosa. Pero leer en grupo en silencio es tan divertido. De repente se oye la pregunta: “¿Ya terminaste? ¿Paso la página?”. Y no falta el que te pregunta: “¿Ya llegaste a la parte cuando le dice que lo del muerto?”.

Leer con mascotas, por otro lado, no representa mayor problema en tanto la mascota en cuestión no sea muy ansiosa-nerviosa y no esté reclamando cada cinco minutos un poco de atención y mimo.

8. El derecho a hojear lo que otros leen. Esta es una de mis peores manías. No puedo ver a alguien con un libro porque de inmediato me surge la curiosidad de saber qué está leyendo. Lo siento, no lo puedo remediar. Quizá soy un poco fisgona.

9. El derecho a oler los libros. Nada que ver con El perfume, pero es que los libros nuevos tienen un olor tan especial, como todo lo nuevo y me resulta muy agradable. Otra manía.

10. El derecho a esconder los libros. Sí, suena egoísta, pero me ví obligada a hacerlo cuando al buscar uno y preguntar por él mi papá me dijo: “Ah, es que se lo regalé a un amigo”. También lo he visto en las librerías, los esconden para que otro no se lo lleve. Lo peor es que no sirve de nada. Ahora trato de ser más desprendida y a modo de consuelo me digo: “Bueno, ni modo, ojalá lo lea”.

 

 

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3 comentarios para “Derechos de una lectora que por encima de todo desea disfrutar leyendo”

  1. Chele Lennon dice:

    BUENISIMO COMENTARIO ME GUSTO MUCHO YA QUE AL IGUAL QUE TU ME SENTI MUY IDENTIFICADA CON LOS DERECHOS DEL LECTOR TODAS LAS PEROSNAS CREO QUE TENEMOS ESTAS MANIAS CUENDO LEEMOS PARA SERTE SINCERA EN MI FAMILIA A NADIE LE GUSTA LEER Y SOY LA UNICA QUE COGE UN LIBRO EN CUALQUIER VIAJE Y LO LLEVO

  2. Me encanto!!! el derecho a manchar los libros es lo mejor, porque pones tus pensamientos al momento de leerlo y queda congelado, y cuando vuelves a leer el libro tambien vuelves a recordar el porque tu comentario. Y el derecho de oler los libros, prefiero mas el perfume de un libro viejo, te hace ver que ha vencido la adversidad y te preguntas, cuando y quien fue el ultimo que te leyo??…
    Nada mejor que siempre andar acompanada de un buen libro!!!

  3. Paola dice:

    A mi me fascina leer y eso de los derechos del lector me parece fantástico. He hecho muchas de las cosas de la lista, jajajaja, desde que estaba pequeña y desde que leí una de mis primeras novelas serias, que fue “Corazón Ladino” y que, en dicha época, leí dos veces. Me encantaba el personaje de esa chica indigena siempre discriminada y tratada como artesanía, que yo quería liberarla y hacer que volara, como ella lo hacía en su cabeza. Muy bueno

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