De lo que cuesta pedir disculpas

“Mujer leyendo en un interior”, de Ricardo Lopez Cabrera (Museo de Bellas Artes de Granada, 1898).

“Mujer leyendo en un interior”, de Ricardo Lopez Cabrera (Museo de Bellas Artes de Granada, 1898).

No me gusta pedir disculpas. Aunque pensándolo ¿a quién le gusta? ¿hay alguien que disfrute pedir disculpas incluso teniendo en cuenta nuestro bagaje religioso por mi gran culpa? Creo que me estoy expresando mal (y eso es algo que no me cuesta hacer), pero lo que quiero decir es que tengo serias dificultades para que mi boca logre articular lo que mi mente está tan claro y largamente pensado. Claro, una cosa es pensarlo, planearlo y otra ejecutarlo.

¿Pero qué estoy queriendo decir? Ese es el problema.

Quería comenzar este blog con algo más trivial como enumerar las novedades que trae diciembre, de los títulos que me ha llamado la atención en las librerías de la ciudad por si alguno piensa, entre banquete y banquete, dar de comer al cerebro y la imaginación. Debo confesar que eso no lo he pensado mucho e inmediatamente la he tirado al basurero de las malas ideas.

Luego me dije, “habla de lo que estás leyendo” y entonces me topé con dos problemas.

El primero que lo último que he leído son las crónicas de mis alumnos de periodismo. Un proceso agotador pero al final con muy buenos resultados. Nunca es fácil pensar en una propuesta, salir a reportear y luego entrar en ese escribir y corregir varias veces hasta que quede un producto de calidad. Toca dedicar tardes enteras a leer los textos, fijarse en cada detalle, anotar las observaciones, entregarlas y esperar a que los textos vengan de regreso mejorados.

El segundo problema es que después de pasar varias semanas leyendo trabajos no me queda tiempo ni fuerzas para leer otra cosa ni cabeza para escribir. Pero las clases han terminado y la vacación se acerca. Ahora espero volver a mis lecturas, a mis libros y a este blog.

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