Ese invento llamado biblioteca

 

Biblioteca en Dublin.

La verdad es que no puedo recordar el día que conocí mi primera biblioteca, pero estoy segura que la experiencia debió haber sido emocionante porque desde entonces me han fascinado.

En casa, nuestra biblioteca no era nada espectacular. Estaba situada al fondo de la casa, en un espacio que antes había sido parte del jardín. Era bastante simple, una librera que abarcaba toda la pared y en la pared de a lado un pizarrón para hacer tareas. Al centro de la habitación abierta una hamaca, así que cuando queríamos leer algo, el deleite era doble.

Los libros me resultaban tan familiares que incluso jugábamos con ellos. Construíamos casas, defensas para nuestras fortalezas, escaleras y laberintos. Y entre juego y juego, de repente, los abríamos, sin miedo ni pena, ya éramos amigos.

Por la noche el panorama se tornaba un poco siniestro. La biblioteca, silenciosa y oscura al lado del jardín, se convertía en un lugar digno de una novela de terror en el que corrías el riesgo de ser asaltado por toda clase de ruidos a cual más sospechoso y por algunos animales nada agradables como sapos y murciélagos. A pesar de la amenaza, era emocionante ir a la biblioteca a buscar un libro.

Con los años esa habitación de tres paredes se transformó en salón de estudios y cuarto de juegos. A ratos servía para explicar un problema en el pizarrón, a ratos para jugar ping pong, a ratos para dormir una siesta. Todo bajo la mirada comprensiva de los libros.

En el colegio, que tenía dos pequeñas bibliotecas, mi curiosidad aumentó. Tampoco eran bibliotecas complicadas: una habitación, libreras y libros. Fue allí en donde me dí cuenta de las posibilidades infinitas que encierra ese invento maravilloso que se llama biblioteca. Qué lugar encantado era ese, al que se podía ir cuando quisiera, en el que con solo abrir un par de hojas me podía encontrar con un mundo diferente y en el que todo podía suceder. No podía entender porque pasaba vacía.

Tampoco lo entiendo hoy. Sé que la televisión ha robado lectores, que no importa si la telenovela es pésima pero se prefiere a un buen libro. Con internet solo se ha conseguido que las personas se hagan aficionadas a bajar contenidos, al copypaste, pero de leer no creo que estemos leyendo más.

Es entonces cuando vuelvo a poner mis esperanzas en esas bibliotecas públicas y privadas que se mantienen contra viento y marea, que resisten por amor a los libros, por amor a las historias, al conocimiento y la belleza, por amor a la infancia y a un mundo que se conoció y del que no se quiere salir.

Tu puedes dejar un comentario, o seguir desde tu sitio.

4 comentarios para “Ese invento llamado biblioteca”

  1. Carlos dice:

    Ahora con la tecnología se va perdiendo el gusto de ir a las bibliotecas, todavía recuerdo cuando buscabas en el fichero por materia o autor y después llenabas la ficha para pedir el libro, ahora solo basta teclear en internet y aparece como por arte de magia.

  2. Boris dice:

    lo que dice Carlos es cierto, la vez anterior en el colegio de mi hijo vi un fichero, le tome una foto y se lo entrege a mi hijo … “que es eso” me comento y le explique … papá hoy todo es via WEB. la tecnología nos aleja de lo hermoso que es la lectura y más si es en papel.

  3. Julio dice:

    “Siempre imaginé que el paraíso sería algún tipo de biblioteca”.

    Jorge Luis Borges, escritor argentino.

  4. Judirh dice:

    Cuando tuve a mis hijas, pensè llevarlas a un lugar donde la imaginaciòn, la aventura y emociòn las salpicara, las llevè a la Biblioteca Nacional de mi Paìs, y otras màs. El amor a la lectura se transfiere como muchas cosas màs, los hijos muchas veces hacen lo que ven hacer a sus Padres.

Dejar un comentario