2012 La ciencia contra el fin del mundo

¿Cómo medían el tiempo los mayas?

Escrito por: Jorge Colorado      Publicado: 05-02-12      Comentarios: 0

Imagen del Altar Q en Copan

Todas las sociedades han poseído mecanismos para medir el tiempo. Algunas con más exactitud que otras. Ciertas culturas llevan la cuenta de los días a partir del conteo de días solares y otros a partir de fases lunares.

Los calendarios no son cosa sencilla. Para construir un calendario es necesario conocer muy bien los cambios en la naturaleza y tener una comprensión matemática que permita organizar las observaciones de la naturaleza con el concepto del tiempo.

Los mayas poseían varias formas para medir el tiempo. Una de ellas era un calendario religioso de 260 días conocido como el Tzolkin. Otro era un calendario solar de 360 días que incluía 5 días de aciagos, llamado el Haab.

Ambos calendarios se sincronizaban y volvían a comenzar cada 52 años, dicha fecha era celebrada con varios rituales y observaciones astronómicas.

Los mayas erigieron la famosa Cuenta Larga que funciona de la misma manera que nuestra línea de tiempo de años y siglos. Usted sabe que 2010 se encuentra antes de 2012, y que 2012 precede a 2013. Nuestra línea de tiempo considera el nacimiento de Cristo como el punto cero, hacia atrás del cero se marca como Antes de Cristo (A.C.) y posterior se marca como Después de Cristo (D.C).

La base de la Cuenta Larga maya iniciaba con el  Kin, es decir, un Kin significa un día.

Y 20 Kines formaban un Uinal, que sería algo así como uno de nuestros meses.

18 Uinales significaba un Tun; es decir, un año de 360 días, pues 20  X 18 = 360.

20 Tunes formaban un Katun, equivalente a 7,200 kines (días) que representan 19.72 años nuestros.

20 Katunes se agrupaban en un Baktun, es decir 144,000 Kines (días) que representaban 394.52 años nuestros.

La correlación de las fechas de nuestro calendario actual con las fechas de la Cuenta Larga es todo un debate académico; en cualquier caso, una de esas correlaciones considera que el punto de partida (el año cero maya) fue el 12 de agosto del año 3114 antes de Cristo. En dicha fecha no hay ningún evento astronómico de importancia, salvo el paso del sol por el cenit en algunas latitudes mesoamericanas.

 Para entender la forma en la cual procedían los mayas para llevar a cabo la cuenta larga, piense en un odómetro de un vehículo (los números que marcan el kilometraje en el automóvil) en donde se avanza desde los metros, decenas, centenas y miles de kilómetros.

La Cuenta Larga mayas se movía de la misma forma, lentamente desde kines hasta baktunes, según el paso del tiempo. Organizándose de la siguiente forma: Baktunes, Katunes, Tunes, Uinales y Kines.

Siendo así, el día donde comienza la cuenta maya sería el 0.0.0.0.0, un día después la Cuenta Larga se movería 1 kin, quedando 0.0.0.0.1, al segundo día quedaría 0.0.0.0.2 y así sucesivamente lentamente por kines, uinales y tunes hasta completar el ciclo de 13.0.0.0.0 baktunes.

Según el arqueoastrónomo Antony Aveni los últimos días del Baktun 12 (en el cual estamos actualmente) se escribiría de la siguiente forma:

12.19.19.17.18

12.19.19.17.19

13.0.0.0.0 (se escribiría 0.0.0.0.0)

13.0.0.0.1 (se escribiría 0.0.0.0.1)

Para saber más le recomiendo leer “Observadores del Cielo en El México Antiguo” de Anthony Aveni y “La Civilización Maya” de Robert  Sharer, ambos editados por el Fondo de Cultura Económica.



Los Mayas

Escrito por: Jorge Colorado      Publicado: 30-01-12      Comentarios: 0

Detalle de estela de Copan

Es difícil apreciar a los mayas en toda su dimensión, éste no es un pueblo uniforme y homogéneo como generalmente creemos, “lo maya” es un caleidoscopio cultural, amplio y complejo, con sus similitudes y sus diferencias internas, difícil de dimensionarlo. Los mayas siguen aquí con nosotros, no pertenecen al pasado, ahora ya no acostumbran a construir pirámides como en antaño, pero siguen asentados en los mismos sitios que han poblado desde hace unos cuatro mil años. Si usted es un ciudadano centroamericano o mexicano, posiblemente tenga un vínculo genético o cultural con ellos; es decir, parte de los mayas reside dentro de usted, incluso si lo ignora o lo niega.

La moderna fascinación por los mayas comenzó en el siglo XIX, cuando los exploradores John Lloyd Stephen y Frederick Caterwood* llegaron a Centroamérica y exploraron la selva descubriendo misteriosas ciudades antiguas. Para entonces la región se desangraba en guerras federales y sus habitantes no eran conscientes de su propia historia. El aporte de los exploradores fue relacionar a los mayas actuales con los constructores de los antiguos templos abandonados; es decir, afirmaron que Copan, Palenque y Chichen Itzá, entre otros sitios, fueron autoría de un pueblo que todavía existía y que durante la colonia se nos obligó a olvidar.

Desde ese momento generaciones de arqueólogos, antropólogos y lingüistas trabajaron para descifrar los textos en piedra y descubrir una historia asombrosa hasta entonces oculta. Nos tomó más de  cien años descifrar los enigmáticos símbolos grabados en piedra y excavar sus ciudades, fue como ir descubriendo un universo nuevo.

Nos dimos cuenta que los antiguos mayas no poseían un poder centralizado, sino que se organizaban en ciudades-estado que luchaban continuamente entre ellas, sincronizaban sus batallas con las posiciones celestes del planeta Venus y en ocasiones recibían incursiones culturales desde el centro de México. Los textos y murales relataron historias de señores y sus construcciones, también nos narraron sangrientos sacrificios que muchos desafortunados cautivos sufrieron.

Descubrimos que algunos templos están alineados con salidas y puestas del sol, son edificios calendarios, una especie de máquinas para cronometrar una cuenta de tiempo cíclico, según solsticios y equinoccios. Los mayas, al igual que nosotros, tenían una fascinación por la astronomía, posiblemente porque el cielo les pareció misterioso. Lo estudiaron y calcularon eclipses y posiciones del sol, la luna y los principales planetas con muchos años de antelación. Todo ello sin telescopios y  con un propósito ritual, mitológico y calendárico, expresados en una matemática construida a partir del número veinte.

A pesar de toda su elegante cultura, cometieron errores –pues eran personas tan inteligentes y torpes como nosotros- y lo pagaron con un alto precio, aparentemente tenían un profundo problema demográfico y medioambiental. Ya sea por guerras, enfermedades o cambio climático, sufrieron un misterioso debacle entre los años 850 y 900 después de Cristo. La mayoría de sus ciudades colapsó, las abandonaron y se las tragó la selva para nunca volver a poblarse.

Pocos siglos antes de la conquista, el sur de Chiapas, Guatemala y El Salvador recibieron una fuerte influencia del centro de México, los mayas residentes en estas zonas fueron mexicanizados de cierta manera. Y pocos siglos después, durante la conquista europea fueron cristianizados a la fuerza, aunque algunos elementos religiosos católicos fueron fácilmente adoptados por los mayas (los martirios de los santos y Cristo, la sangre y el culto al corazón de Jesús, etc.) la cristianización les destruyó su historia y su religión. Fray Diego de Landa quemó una buena cantidad de libros de amate y piel de venado, ese día ellos y toda la humanidad que nacería en los siglos posteriores perdimos para siempre conocimientos, historias y visiones del cosmos que ni podemos imaginar.

Después de la independencia, los mayas fueron marginados de los procesos políticos y económicos de las nuevas repúblicas, lucharon contra los planes de homogenización del Estado y en otras ocasiones fueron masacrados en el devenir de guerras civiles.

Hoy, siguen ahí, ubicados en grandes densidades poblacionales que abarca el Sur de México, Guatemala, Belice, occidente de Honduras y El Salvador. Algunos de ellos se organizan en comunidades muy cerradas y siguen hablando su lengua de siglos.

Desde la antigüedad este pueblo viene sufriendo los embates de la historia, en un inicio sus propias circunstancias, luego conquistadores españoles y repúblicas liberales jugaron en su contra, en ocasiones exterminándolos y en otras invisibilizándolos. Hoy, a principios del siglo XXI, las corrientes de la Nueva Era (New Age) se suman al atentado histórico, descontextualizando y descomponiendo sus conocimientos, artes y calendárica. La Nueva Era inventa que fueron extraterrestres que ayudaron a este antiguo pueblo en la construcción de sus edificaciones,  también introduce absurdas ideas energéticas y espirituales en el contenido del discurso indígena, para terminar proponiendo la idea más descabellada de todas: que el 21 de diciembre del 2012, en el cierre del baktun, será el fin del mundo.

Considerar las ideas de la Nueva Era, es un verdadero insulto para los mayas.

* Recomendable leer:  “Incidentes de viaje en Centroamérica Chiapas y Yucatán” por John Lloyd Stephen, aparte de relatar de forma amena las entonces perdidas ciudades mayas, nos da una increíble aproximación a Centroamérica del siglo XIX. Por cierto, Stephen estuvo en San Salvador y se entrevistó con Francisco Morazán.