El aniversario que no fue

Muchos cayeron en la trampa. Yo misma estuve a punto de soltar un “¡Feliz cumpleaños!”, pero me informaron a tiempo que no, que Mafalda no cumplió años. Lo hará hasta el 2014.
El sitio oficial de Quino se encarga de desmentirlo y dice: “El día de su primera publicación fue el 29 de septiembre de 1964 en la revista Primera Plana. Para Quino es el día del nacimiento de Mafalda como personaje de historieta. Cualquier otro cálculo de cumpleaños es incorrecto”.

Ya aclarado el asunto, no hay duda que Mafalda todavía tiene mucho que decir a este mundo tan cargado de contrariedades que ni ella misma, con todo su sentido común, lograba comprender a cabalidad.

Cuando comencé a leerla hace muchos años no la entendía del todo. Había frases y situaciones que no eran aptas para niños (y después lo comprendí) porque Mafalda era y es una tira cómica dirigida a  adultos. 
Como sea, recuerdo que las primeras veces que leí Mafalda en aquellos libritos de Ediciones de la Flor se me hizo tan sensato su discurso, que no imaginaba por que el mundo no podía ser como debía ser.

Pero a pesar de todo me identificaba con su rebeldía y con su amor por los Beatles. Alguna vez se me ocurrió sacar a pasear a mi tortuga con un lazo como lo había visto, en otra ocasión creo que hasta llegué a pedir en clase la suspensión de un examen para evitar el inútil derramamiento de ceros, tal y como Mafalda lo había hecho (sin éxito, por supuesto).

También recuerdo haber ido al súper a comprar carne y pensar que todos los de la fila estábamos comiendo la misma vaca, de haber visto a una mujer embarazada y pensar que llevaba a su hijito a cassette, de desear tener una de esas pastillitas para despertar la voluntad (Voluntex) que Felipe rechaza y de, como él, imaginar que iba en una misión espacial camino a la tienda. 

 Sus amigos tampoco pasaban desapercibidos. Susanita, con su enorme deseo de ser esposa, madre y conocedora de la vida de los demás; Felipe casi siempre angustiado (estresado diríamos hoy) porque nunca se decidía a empezar sus tareas; Manolito, enfocado en las ventas del Almacén Don Manolo; Miguelito, que odiaba el mar desde que imaginó que era una sopa; la revolucionaria Libertad y Guille, el hermanito de Mafalda que más de alguna vez cité con su: “¿No te ibaz con los viejoz, voz?”.

 Pero de las cosas que más admiré de Mafalda (y todavía admiro) es su capacidad de cuestionar su entorno. Nada pasaba desapercibido para ella.  Claro, escuchaba los noticieros y leía los diarios y eso alimentaba esa maravillosa capacidad, que por desgracia pocos cultivan. En fin, Mafalda reinvindica el derecho a ser como somos, de preguntarnos por qué el mundo es como es y de rebelarse ante ello o como Miguelito diría: “¿Decime de qué te sirve ser niño, si no te dejan ejercer?”.

Los dejo con uno de sus consejos.

 

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Un comentario para “El aniversario que no fue”

  1. Carlos dice:

    recuerdo muy bien a esa tortuga que tenía Mafalda como mascota, si mas no me equivoco el nombre era Democracia (sera por lo lento que era).

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