¿Quién quiere leer pupusas?

 

 

Creo que antes de comenzar es justo que haga una advertencia: el contacto con el siguiente libro puede ocasionar un transtorno fisiológico conocido como hambre.

Al menos eso fue lo que me pasó. El libro en cuestión es Dime lo que comes y te diré quién eres. Léxico del pan, las comidas, bebidas, lácteos y todo lo relacionado con la alimentación salvadoreña de Matías Romero, miembro de Número de la Academia Salvadoreña de la Lengua e investigador del Centro de Investigaciones en Ciencias y Humanidades, CICH, de la Universidad Dr. José Matías Delgado.

Dice Romero: “Como lexicógrafo amante del habla folclórica y pintoresca de El Salvador, el autor va en busca de salvadoreñismos, a los que da preferencia en medio de los miles de términos gastronómicos, muchos de los cuales son de circulación internacional y pertenecen al léxico general. Más al fondo de la forma léxica regional está el sabor humorístico gracioso, el dato histórico, la ubicación territorial y ecológica, el contenido psicológico y la relación con la identidad nacional”.

Sí, porque si comer es un placer y leer también lo es imagínese mi estimado lector el doble placer de leer sobre comida y más, si se trata de comida salvadoreña.

Más que un viaje por el maíz, la tortilla, pupusas, carnes, quesos o bebidas Romero nos propone un encuentro con nuestra identidad.

De la pupusa y la tortilla Romero concluye que son las dos caras de la  femenidad salvadoreña: la señora y la trabajadora. Pero es el pan el que cuenta con su propio léxico tan colorido como una panera bien surtida. Alemanas, ayúdame a vivir, bizcotela, borracho, cachito, cardenal, champurrada, honrada, lengua de gato, novia, pastel de chucho, peperecha, revolcada, totoposte y volován, son algunas de más de 200 palabras que nos descubre el autor.

Al llegar la hora de la comida podemos probar un poco de casamiento, un caldo de puya, carne seca acompañada de chilmol y unas butifarras, y para cerrar un arroz con leche o bien una canoa. ¿Se le antojó un quesito? Eso tenemos de sobra, puede escoger entre morolique, fresco, duro blandito, achiclado, capa roja, duro viejo, mantequilla y por supuesto, Petacones.

Si entre tanto comer y comer ya le dio se puede tomar una birria o biela, una charamusca o una vaca negra o si ya llegó al postre puede cerrar con broche de oro con un chocobanano, una frutaleta  o simplemente un sorbete.

En fin, Dime lo que comes se devora fácil y se goza el doble. ¡Buen provecho!

Por cierto, Matías Romero ha escrito otros dos libros que no se quedan atrás: Diccionario de salvadoreñismos y Léxico del cuerpo humano en el habla popular salvadoreña.

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Un comentario para “¿Quién quiere leer pupusas?”

  1. Sandra Moreno dice:

    Telena, solo puedo comentarte que todavía siento el sabor de las pupusas en mi boca luego de leer tu artículo. Y para la hora del café te recomiendo el libro “Los enemigos íntimos de la democracia”, de Tzvetan Todorov. Es realmente revelador para entender nuestra frágil democracia. Este autor nos da mucha luz cuando, por ejemplo, dice: “Una de las fórmulas de la democracia la dio Montesquieu: ningún poder ilimitado puede ser legítimo”. Felicidades de nuevo por tu suculenta nota.

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