Hace poco me tocó despertarme antes del amanecer. Había oscuridad y silencio, una atmósfera tan fría que me impresionó cómo todo permanece quieto, dormido. Aunque palpas la oscuridad y el silencio se torna en ocasiones incómodo no tuve miedo, sabía que era cuestión de esperar.

Es una espera deliciosa porque sabes que en esa oscuridad y silencio se está gestando un nuevo día, un nuevo día en el que todos volveremos a la vida, un nuevo día que le dará sentido a la vida y la renovará.  

Entonces caí en la cuenta que cada día pasamos por ese proceso.

Necesitamos ciclos, necesitamos cada día un nuevo día, un amanecer y un atardecer que nos indique que ha empezado o terminado, así como ahora el calendario llega a su fin y a partir de mañana (en algunos países sucederá antes) iniciarán un nuevo año, el 2013.

¿Y qué hacemos? Los amigos llaman, los familiares nos desean prosperidad, salud, bendiciones, decimos “el año que viene seguro será mejor” y nos fundimos en un abrazo esperando que el calor de esa noche dure por siempre.

Tan únicos somos que a pesar de las crisis, tragedias e infortunios seguimos esperando que algo bueno vendrá. Es increíble cuánta esperanza guarda el corazón humano, cómo cada uno de nosotros empieza a planear, a desear cosas buenas de una manera completamente natural.

Les deseo, de todo corazón, un feliz 2013. Tenemos un año nuevo ante nosotros. Una segunda oportunidad, un plan B o Q, una página en blanco, como le quieran llamar, pero en todo caso todos recibiremos la misma cantidad de días para ser y hacer algo que valga la pena.

La cuestión es adónde irás, ¿tomarás esos días para transformar tu vida, para elevar tu calidad humana, para ser mejor persona?

En verdad, espero que sí.