LA LLAMA DE LA PAZ

En septiembre de este año KmCero503 fue invitado a acompañar a un grupo de ciclistas que escoltaría a los atletas que llevarían la Antorcha Centroamericana de la Independencia.

LLegada de la Antorcha de la Libertad y la Paz a la frontera Las Chinamas, Ahuachapán.

El recorrido era desde la frontera Las Chinamas hasta la ciudad de Santa Ana. Un trayecto de 46 kilómetros que en su mayoría eran en escalada desde los 330 metros hasta los 770.
Lo interesante de este recorrido es que iríamos junto a un pelotón de estudiantes y militares que a trote llevarían la antorcha y pasarían por varias ciudades como Turín, Atiquizaya y Chalchuapa. Era un recorrido de mucha pedaleada, la mayoría cuesta arriba bajo un duro sol. Pero más importante para mí es que, luego de 196 años de independencia, acompañar a la Antorcha de la Libertad en bicicleta es algo que llenaba de mucha alegría, ya que de alguna forma participamos manteniendo viva esa llama de los ideales libertarios que fundaron nuestra patria y que se reflejan en todas la personas que salían a la carretera a saludar a los jóvenes que corrían con la antorcha en sus manos.

Donde todo inició

Las cachiporristas de la Escuela Fabio Morán, de Las Chinamas. Belleza, gracia y talento.

El día inició en San Salvador a las 4:30 a.m. cuando nos dirigimos al punto de encuentro en el Centro de Gobierno, en donde un camión nos esperaría para llevar nuestras bicicletas; en total fuimos 35 ciclistas los que acompañamos esta simbólica pedaleada. La antorcha había sido encendida dos días antes en la Ciudad de Guatemala, en donde corrió en las manos de los chapines hasta la frontera de Las Chinamas, en Ahuachapán. Era ahí donde nosotros nos encontramos y comenzamos a pedalear hacia Santa Ana. Eran las 9:10 a.m. cuando de la mano de un jovencito guatemalteco la antorcha cruzó el puente y fue entregada a un estudiante salvadoreño. El acto estaba lleno de mucha alegría, había banderas por todas partes, música de banda y cachiporristas. Todos esperaban a la antorcha que simboliza la libertad y la paz. De aquí recorrería durante tres días todo el país hasta llegar a la frontera con Honduras, donde continuaría su paso por Nicaragua hasta Costa Rica, justo para el 15 de septiembre.

Parte del grupo de ciclistas que inician su marcha.

Pero además de esto, la antorcha original iba encendiendo pebeteros en todos los pueblos en donde pasaba, y ese fuego se distribuía hacia ciudades y cabeceras departamentales, lo que era aún más simbólico, porque la llama de la paz no solo pasaría por el país, sino que se quedaría aquí.
En el camino conocimos a las cachiporristas de la Escuela Fabio Morán de Las Chinamas, todas unas bellezas y muy simpáticas. Su misión era darle porras a los estudiantes que comenzaron su recorrido hacia Santa Ana.

Tierra de leyendas

En todo el recorridos había muchos estudiantes apoyando a los atletas que acompañaban a la antorcha.

El primer tramo que teníamos que recorrer era desde la frontera Las Chinamas hasta Atiquizaya. Era el tramo más pesado, ya que todo fue en escalada desde los 330 metros hasta el punto más alto del recorrido, a  770 metros. Pero era el trayecto más bonito, ya que los paisajes en esta zona del país son espectaculares, y el clima es fresco.
En todo el trayecto los estudiantes hacían estaciones para repartir la llama de la libertad y la paz a las diferentes ciudades. La primera era en el desvío hacia Ahuachapán, en donde fue encendida otra antorcha que sería llevada hasta esa ciudad para que de ahí fuera repartida en los diferentes pueblos del departamento.
En el camino nos encontramos frente al cementerio de Las Chinamas, y lo único que nos vino a la mente es que no importa cómo seamos: altos, bajos, gordos, delgados, feos, guapos, morenos o blancos; todos, absolutamente todos, vamos a llegar a este lugar. Entonces, ¿por qué no vivir felices, en paz con nosotros mismos y con nuestros hermanos? La vida es tan corta como para no llevar a cabo nuestros sueños, pero sin dañar a nadie, solo siendo felices y haciendo el bien a los demás.

El cementerio de Las Chinamas me recordó algo: hay que ser felices y vivir en paz.

En este trayecto a lo lejos se puede ver la laguna Llano del Espino, un lindo lugar que antiguamente era llamado Huitziapan o Laguna de Espinas. Este espejo de agua tiene unas 34 manzanas de extensión y en él existen caracoles, ninfas acuáticas y otros animales propios del área. De hecho, un platillo muy particular de este lugar es el cóctel de caracoles de agua. Muy sabroso.
Como en muchos lugares de nuestro país, existen historias de misterio y esta laguna no es la excepción. Los habitantes del lugar cuentan que a medianoche se aparece un lagarto gigante que vive en el fondo de la laguna, incluso aseguran que es un monstruo que reina en el lugar. Para dar fe a sus historias, agregan que han aparecido algunas personas y animales de granja mordidas por esta misteriosa criatura.

Elaboración de harina de arroz para quesadillas como en antaño. Deben de quedar deliciosas.

Viajar en bicicleta nos permite escuchar y sentir lo que pasa a nuestro alrededor. A lo lejos escuchaba como el ruido de un tambor con un ritmo lento pero continuo. Esto llamó mi atención, y al acercarme a la casa donde provenía el ruido, me encontré que era Ermin Cruz, de 67 años, quien aporreaba arroz para hacer harina para elaborar quesadillas, un platillo típico de la zona. Fue una lástima que no me pude quedar a probar estas delicias, deben de haber quedado deliciosas porque la dedicación para hacer todos los ingredientes es el elemento especial en esta receta.

Ciudad con historia

Trabajadores celebran la independencia.

Nuestra siguiente parada era el municipio de Turín, siempre en Ahuachapán, la cual es una antigua población fundada y habitada desde tiempos inmemoriales por indios pokomanes del grupo maya-quiché; sin embargo, fueron conquistadas y colonizadas sus tierras por guerreros pipiles y posteriormente por españoles.
En 1878, durante la administración del doctor Rafael Zaldívar, se convirtió en pueblo, con el nombre de Turín, el valle denominado Rincón de la Madera, en jurisdicción de la Villa de Atiquizaya. El nombre de Turín fue elegido por los primeros colonos en honor de la ciudad italiana del mismo nombre que es considerada la más rica en cultura e historia de aquel país europeo.

Llegada de la antorcha y los atletas a la ciudad de Chalchuapa.

El paso por Turín fue breve, al igual que el que se hizo por Atiquizaya, ya que el acto oficial de traspaso de la antorcha se realizaría en la hermosa ciudad de Chalchuapa, departamento de Santa Ana. La ciudad estaba llena de estudiantes que esperaban desde temprano la antorcha. Todos quería ver ese momento tan simbólico.

En todas las ciudades se encendía un pebetero para que la llama de la libertad y la paz quedara ahí permanentemente.

En el lugar la banda regimental tocaba una marcha militar para animar el momento, y al instante de la entrada de los atletas y el pelotón de ciclistas, todo fueron aplausos y sorpresa. Entre uno de los discursos resalta una frase muy sentida:  “El fuego de la antorcha no debe apagarse porque simboliza los años de lucha para que nuestros pueblos pudieran ser libres. La llama significa nuestra libertad e independencia”, aseguró César Hernández, alcalde de la ciudad.
Chalchuapa quiso celebrar de una manera única la llegada de la antorcha, para esto se contó con la participación de alumnos de varias escuelas y colegios, quienes despidieron a la antorcha frente a la iglesia colonial Santiago Apóstol, una joya arquitectónica de nuestro país que data del año 1650, aproximadamente. Este templo cuenta con ricos detalles ornamentales, ya que en su construcción combinaron el arte español con el indígena, una mezcla exquisita.

Hacia Santa Ana

Los últimos 15 km eran en un terreno más plano y sin pendientes. Aunque el clima era más caliente. En este trayecto nos encontramos a dos personas que utilizan la bicicleta para desplazarse diariamente. Uno era el pastor del ministerio profético Monte Hermón, quien se desplaza a evangelizar en bicicleta. Mucho más adelante estaba José Antonio Crespín, quien tiene un negocio ambulante en un triciclo. Si lo podemos describir, es una ferretería en ruedas: en esta vende de todo, desde cinchos, tornillos, ralladores de queso, escobas, tubos de bicicleta, cintas para zapatos, correas para perros, entre otras muchas cosas.

La ferretería ambulante de José Antonio se desplaza por todo Chalchuapa ofreciendo productos a domicilio.

«Yo me desplazo vendiendo por todo Chalchuapa. Este es un vehículo económico y saludable», dice José Antonio. «Buen precio y servicio a la puerta de la casa», asegura.
La llegada a la ciudad de Santa Ana fue entre sirenas de policía, aplausos de niños, gente curiosa que no sabía qué sucedía. En un ambiente festivo y con mucha alegría llegamos hasta el parque central de Santa Ana, en donde fue recibida la antorcha por las autoridades de la ciudad.

Adrían González, frente al monumento de La Libertad en Santa Ana.

«Me llena mucho de esperanza que se hagan actos como estos, que se celebre la independencia, pero que también se celebre la libertad y la paz que tanto necesita nuestro país», asegura Adrían González, de 77 años, un lustrabotas del parque. «Sabe que todos queremos vivir en paz en El Salvador. Y para mí, la llama de la antorcha significa eso llama que nunca debe apagarse en nuestros corazones», agrega.
Con el Palacio Nacional y la Catedral de Santa Ana como fondo terminó nuestro recorrido por esta hermosa región de nuestro país que, al igual que el resto de departamentos, anhela poder vivir en una paz verdadera.

 

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