No, no se ha equivocado de blog o entrada, no vamos a dar consejos sentimentales ni a leer «Cartas a María» (aunque no caería mal escribirle a María para preguntarle por nuestro fútbol); pero es que la confianza es básica también en el fútbol, a todo nivel.

El defensa debe confiar, ciegamente, en su portero al ceder atrás el balón, así como el volante en su delantero al habilitar una pelota al espacio… el técnico en el jugador que va a ingresar y el jugador mismo en su técnico cuando decide obedecerle en todas sus instrucciones. La confianza debe ser mutua, recíproca, sino, fracasa cualquier intento de obtener resultados esperados. Aplica no sólo al fútbol, sino a cualquier trabajo, a cualquier actividad, su jefe debe confiar en Ud. y Ud. en él, de otra forma no hay relación, hay poco desarrollo.

Pero en el fútbol, la confianza más importante, es aquella que el dirigente debe depositar en su Director Técnico, y viceversa. Cuando desde arriba las cosas fluyen bién, por efecto cascada, lo demás deberá funcionar.

La confianza reside en renunciar a resultados inmediatos, aceptar derrotas y tolerar fracasos en la búsqueda de algo superior, el proceso, el trayecto largo de construír una idea permanente, un estilo y una filosofía de juego que prevalezca sobre cualquier resultado dominguero. Los ejemplos recientes más claros de esto en el fútbol de El Salvador tienen nombre y apellido, Jorge Rodríguez, Metapán, Santa Tecla (miren la posición de ambos en la tabla).

Directivos, confien, definan bien primero que desean, que pretenden, que buscan, luego amárrense a un DT pero habrá que darle plena confianza, en las buena, y en en las malas… los procesos largos suelen reditar los mejores resultados.