En sus propias palabras

Portada2 (1)La Carlos Rosario, que sirve al distrito multirracial de Columbia Heights en Washington, es una escuela secundaria marcada por la lucha constante por la supervivencia en el caótico sistema escolar de la capital estadounidense –uno de los peores de la nación en índices académicos. Hace poco la escuela estuvo en la portada del Washington Post: un reportaje del diario utilizó su historia para hablar de secundarias del Distrito de Columbia enfrentadas a tiempos difíciles por costosas apuestas de reestructuración y por intentos fallidos, año tras año, de que sus estudiantes alcancen los promedios mínimos de notas en lectura o matemáticas.

Decía el reportaje del Post, citando a maestros de la Carlos Rosario, que la deserción escolar es uno de los principales problemas en esta secundaria. Lo que no decía el artículo es que buena parte de la población estudiantil, aquí, está formada por adolescentes y jóvenes adultos recién llegados de Centro América, Etiopía o Vietnam; por muchachos que llegan con un nivel escolar de primaria temprana, en muchos casos muy baja capacidad de lectura en el idioma materno y, casi siempre, sin ninguna idea del idioma inglés, a salones de clases supuestos a servir a alumnos de 9º y 10º. Grado; por jóvenes que, además, han venido a Estados Unidos a trabajar, “a ganar dinero”, a buscarse un mejor futuro, según lo cuentan ellos mismos.

Puede ser que a ojos y entendederas anglosajonas, o al menos cuando se la pasa por las mediciones estándares del sistema educativo estadounidense, la Carlos Rosario sea una escuela de retaguardia… Pero… Pero… para decenas de jóvenes migrantes los programas de inmersión al idioma inglés, de los que esta secundaria es abanderada, han marcado la diferencia entre la marginación y el inicio de una adaptación menos traumáticos a esta sociedad, entre el salario mínimo y un puesto de supervisor en un restaurante, entre una vida productiva y la calle. Desde 2010, la escuela edita e imprime libros en que recopila ensayos, poemas, dibujos y cuentos hechos por los alumnos de estos programas. El recorrido por esas páginas es un camino intenso, sin aditivos, por la vida de los migrantes en Washington, DC. Algunas transcripciones (traducidas del inglés):hector3

–          De Romeo Cabrera.

 

“Cuando vine a los Estados Unidos, no sabía nada de trabajar. Descubrí mucho sobre trabajar. Trabajé. Trabajé como carpintero. Era difícil. Nunca había trabajado en algo así. Era mi primera vez, pero me gustaba el trabajo. Seguí trabajando durante un año. Trabajé duro. Me levantaba a las 5 de la mañana y regresaba a casa a las 9 de la noche. Mi trabajo estaba lejos. Primero, tomaba el metro y me tardaba 45 minutos, luego mi jefe me recogía en la estación. Luego el jefe manejaba por más de una hora. Eso era en el verano. Empezábamos a trabajar a las 7 de la mañana y trabajábamos hasta que el sol se escondía a las 8 de la noche. No me importaba. Solo seguí trabajando y aprendiendo más sobre ese trabajo. Después de unos años aprendí mucho… Luego empecé a ir a la escuela a aprender inglés… Lo que quiero es ser un jefe. Eso deseo. Así haré más dinero.

 

–          De Misael Argueta

 

“Vengo desde muy lejos y soy un campesino

Aunque vengo con muchos sueños de mejorar mi destino

Y estoy en un lugar donde todos queremos estar

Donde se cree que la ley es justa y a todos tratan igual.

 

Por eso yo me vine, pensando que era real

Aunque tomé un camino diferente estoy en el mismo lugar

Dónde está mi gente, para la vida mejorar

Aunque duele la familia abandonar.

Hoy que estoy al otro lado, siento que no he mejorado

Creo que mi familia y yo vivimos más pobres y acosados

Y vivo preocupado por las leyes que inmigración ha dictado

Voy a seguir trabajando y como hispano he luchado

Ojalá el nuevo gobierno de Obama reconozca

Que esta es la gente que está necesitando.

 

hector2–          De Jaqueline Z. Ventura

 

Te llevé con esperanza los siete largos meses de mi embarazo, seguido te sentía patear y como te movías despacio. Creciste dentro de mí y me preguntaba cómo serías. Cuando tu cabecita húmeda emergió, mi hijo, que momento de alegría. Debí haber oído tu llanto al nacer.

Papá, mamá y tu hermano, teníamos una casa esperándote. Después de mi trabajo en el parto, llegaste frío. Cuando el doctor dijo que mi hijo estaba muerto dentro de mí, tomé tiempo junto a mi esposo para pensar por qué, por qué, pero no teníamos respuestas. No lloraste, no respiraste. No esperábamos esto. Dijeron que no viviste, pero has vivido para nosotros todo el tiempo. La muerte y la vida son los mismos misterios.

 

–          De María Yessenia Fuentes

 

Recuerdo un día en enero del año 2001. Estaba trabajando en el Burger King de la capital, San Salvador. Todo estaba en silencio, pero en solo un minuto la vida de miles de personas cambió por completo. Cuando el gran terremoto empezó, todo a mí alrededor temblaba. Es algo realmente triste de recordar. Nunca olvidaré como la gente corría para ponerse a salvo. Otros solo rezaban. Otros gritaban. Todos hacía algo diferente, pero todos sentíamos pánico… Cuando se detuvo, la vida de mucha gente había cambiado ese día. Es inolvidable como muchas madres trataron de proteger a sus hijos y los esposos a sus esposas. Fue solo ver que la vida puede cambiar tan rápido para una familia o para una nación entera en menos de un minuto. Gracias Dios por estar viva.

hector1

Publicado en Noticias, Uncategorized

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

*

Últimos Tweets
Twitter outputted an error:
Could not authenticate you..