HACIA LA CUNA DEL PROFETA | Parte II: Con el pueblo

La vida del arzobispo Romero es cada vez más reconocido como un modelo cristiano de un pastor y obispo dedicado al servicio de Dios, un santo para el siglo XXI. En su ministerio en nuestro país encarnó la opción por los pobres y después de su martirio, él es una tremenda inspiración para muchos cristianos católicos. Para bastantes su ejemplo de vida al servicio de Dios fortalece su fe, los llena de esperanza y los enorgullece de ser peregrinos cristianos que buscan la justicia, la paz y una mejor convivencia en este país que lleva el nombre de Cristo Salvador.

Peregrinos se alistan a primera hora de la mañana frente a la plaza Morazán listos para salir para Ciudad Barrios.

Hoy en día el Beato Romero se erige como un testigo verdaderamente creíble de la resurrección de Jesucristo. Para estos tiempos en donde prevalece el escepticismo, la 1.ª peregrinación para conmemorar su memoria evidencia su legado, ser la voz de los sin voz. Es ahora que este pueblo lo evoca caminando hacía su tierra natal conmemorando de esta manera la memoria de un salvadoreño que se entregó en vida al servicio de Dios y de los más pobres.

A lo largo del camino cientos de fieles cantaban, entregaban comida y agua a los peregrinos. No hizo falta nada.

En un país atormentado por la delincuencia, la corrupción, los abusos contra los derechos humanos, envuelto en mentiras y encubrimiento; la memoria de Monseñor Romero y sus mensajes todavía vigentes son el incentivo para que cientos de personas se hayan unido a la peregrinación desde la Catedral de San Salvador hasta Ciudad Barrios.

Los vendedores aprovecharon para acompañar la peregrinación y vender productos adecuados a la ocasión.

El Beato Romero escuchó a los pobres contar sus historias y sus problemas. Son esos mismos pobres, en tiempos diferentes, que ahora recorren el camino hacia la cuna del profeta tratando de seguir los pasos de entrega espiritual del mártir salvadoreño, que con su vida lo han llevado a Romero a convertirse en Santo.

Muchos aprovecharon para tomarse fotografías con el Cardenal Gregorio Rosa Chávez.

En la peregrinación se podía ver muchas personas con sus mochilas. Muchos de ellos no sabían qué tan largo sería el camino o si iban a llegar hasta el final. NO sabían a dónde iban a dormir o qué iban a comer o beber. Todos iban cargados de mucha fe.

Al principio los peregrinos llevaban sus maletas en sus manos, pero luego del trayecto del primer día tuvieron ponerlas en camiones para hacer el viaje más ligero.

¨Realmente yo estaba pequeño cuando él vivió, pero recuerdo todo lo que él hizo. Fue un gran profeta y así deberían de ser todos los sacerdotes¨, comenta Salvador Chicas, quien estaba en medio de la muchedumbre con un retrato de Monseñor Romero en sus manos. Chicas, por cuestiones de trabajo, solo acompañó la peregrinación un tramo.

Salvador Chicas, unos de los peregrinos espera la salida hacía la cuna del profeta.

Algo que nos sorprendió mucho en la peregrinación fue la cantidad de jóvenes, todos recordando el legado de devoción y de ejemplo cristiano del Beato Romero. La mayoría ni siquiera lo conoció y lo que saben del beato es quizás por medio de libros o de escuchar sus homilías. En las orillas del camino, los niños de las escuelas salían a la calle a ver a los cientos de peregrinos pasar caminando.

Muchos jóvenes salieron a las calles a apoyar a los peregrinos.

¨Tengo mucha fé en el corazón y realmente no sé qué es caminar 157 kilómetros. Pero tengo mucha fe que voy a llegar hasta donde pueda. A ver si no me ingresan en el hospital de San Miguel. Le estoy dedicando esta peregrinación a Dios y a Monseñor Romero para que bendiga a mis hijas y a mis nietos. Esta es la forma de recordar a un gran hombre que sirvió a Dios¨, asegura Manuel Escalante, de 67 años.

Manuel Escalante conversa sobre sus dudas antes de la peregrinación. Aunque asegura que es amante de las caminatas aceptó que esta peregrinación sería todo un reto.

A lo largo del trayecto la peregrinación se iba haciendo más grande a medida que muchos fieles se iban uniendo en el camino. Algunos solo por unos pocos kilómetros otros hasta Ciudad Barrios. Mientras que varios de los que comenzaron se quedaban en el camino.

El payaso Shawelyn animaba a los peregrinos con sus malabares. Pedía por la paz en el país.

¨Nosotros simbolizamos la vida artística, a todo aquel payaso que sale a los buses a ganarse la vida y que ahora ya no lo puede hacer debido a la delincuencia. Le pedimos a Dios de que cese la violencia en este país. Queremos la paz  para todos. Nosotros tenemos que estar presentes representando al artista nacional salvadoreño… todos necesitamos de Dios, sin Dios nada somos¨, así se expresaba el payaso Shawelyn, quien acompañó la peregrinación desde el cantón Tierra Virgen hasta San Martín.

En todo el trayecto la caridad fue evidente. Las comunidades católicas se habían organizado para ofrecer a los peregrinos comida y bebida.

En todo el recorrido se podían ver a religiosas, fieles católicos y muchos ciudadanos con agua, comida, cantando y apoyando a los peregrinos. Muchos querían ver este evento tan significativo para el país y la feligresía católica.

María Marcelina Rivas (blusa blanca) fue una de los cientos de salvadoreños que no pudieron ir en la peregrinación pero salieron a verlos pasar.

¨Me recuerdo que cuando era niña hacia una peregrinación a pie hasta Esquipulas. Pero nunca había visto una así como esta con tanta gente¨,  dice María Marcelina Rivas, de 77 años, quien era uno de los cientos de personas que por su edad solo observaron el paso de la peregrinación.
En el primer día algunos abandonaron el recorrido.

Manuel Escalante, sufrió lo que muchos peregrinos tuvieron que enfrentar y fueron las ampollas y dolores musculares.

¨Tengo llagas en los dos pies. Yo voy a hacer lo posible por llegar¨, dijo Manuel Escalante. El día terminó con un evento en San Rafael Cedros y posteriormente los peregrinos se trasladaron en buses para ir  a dormir a Apastepeque, ahí fueron recibidos con un acto artístico y una cena. Muchos durmieron donde pudieron en portales, en el parque o siendo acogidos por las personas de la comunidad. No había un espacio vacío.

Cerca de Cojutepeque un grupo de hermanas de la orden de las Carmelitas Descalzas esperaban a los peregrinos con refrescos y agua. Pero sobre todo apoyo moral que después de casi 35 km era necesario.

Y sigue el camino

La mañana traía nuevos retos, ya que el tramo sería desde Apastepeque hasta el puente Cuscatlán donde todos los peregrinos tomarían un autobús y se trasladarían de ahí hasta Chapeltique para cerrar el segundo día de peregrinación.

María Braulia López, de 76 años, hizo la peregrinación descalza.

Al salir de Apastepeque cuando ya se sentía el calor vimos a María Braulia López, de 76 años, del Carmen, Cuscatlán, quien descalza caminaría hasta Ciudad Barrios su motivación era ¨quiero hacer esta peregrinación por amor a Jesucristo y a su madre la Virgencita María. Yo no sé hasta dónde vamos, pero voy hasta donde vaya la peregrinación¨, asegura con un gran entusiasmo. Esta fe inquebrantable era algo que motivaba a aquellos que ya no podían o que su fuerza física los abandonaba.

Alberto Henríquez, de 24 años.

¨Mi motivación más grande de hacer esta peregrinación es honrar la memoria de Monseñor Romero, y que esta peregrinación me dé la fuerza a mí para siempre trabajar por la justicia, poner siempre a Dios primero y ayudar a las personas que lo necesitan, tal como él lo hizo ¨, comenta Alberto Henríquez, de 24 años.

José Carlos Borromeo, de 35 años, de San Pedro Perulapán, camino con una cruz hasta Ciudad Barrios.

Más atrás venía con una cruz de madera a cuestas José Carlos Borromeo, de 35 años, de San Pedro Perulapán. ¨He sentido que Monseñor Romero ha nacido en el pueblo y pongo este peregrinar para que nos ayude a nivel de país, a nivel del mundo; ya que si monseñor Romero ha resucitado en el pueblo, tiene que resucitar en nuestro corazón y que este peregrinar hacía su cuna y al lugar donde nació sea una bendición de Dios. Lo hago con mucho amor y con mucho entusiasmo¨, asegura Borromeo.

Jenny Espinoza, de 21 años.

Todos los peregrinos tenían una motivación especial, una petición, un llamado de Dios en su corazón o un agradecimiento a Dios por bendiciones. Pero el común denominador era pedir por la paz del país.
¨Lo que me motivó a venir a la peregrinación son muchas cosas: en acción de gracias por muchas bendiciones que he recibido en mi familia, por la salud y por la experiencia que significa compartir con cientos de peregrinos caminar hacía el lugar donde nació Monseñor Romero, el cual no conozco¨, asegura Jenny Espinoza, de 21 años.

Salvador Pérez, de 19 años.

¨En diferentes ocasiones he recibido bendiciones bastante grandes y en este caso veo la memoria de Monseñor Romero como algo por lo cual luchar. Él siguió prosperando a pesar de las amenazas y adversidades. Su amor por su pueblo fue tan grande y nos los dejó¨, dijo Salvador Pérez, de 19 años.

La llegada a Ciudad Barrios fue pintoresca llena de murales alusivos a Monseñor Romero.

En su famoso poema, el obispo retirado Pedro Casaldáliga dice del arzobispo Romero: «Y supiste beber el doble cáliz del Altar y del Pueblo, con una sola mano consagrada al servicio». (San Romero de América, 1980.) En esa frase se describe la predicación profética del Beato Romero siendo intermediario entre la palabra de Dios y el pueblo.

Manuel Castillo, de 64 años.

¨Esta peregrinación es algo maravilloso. Es algo con lo que yo soñaba, en tener algún día una oportunidad de ir a caminar sin límites, llevando la palabra de Dios¨, Manuel Castillo, de 64 años.

El trayecto más pesado por el calor fue el segundo día. En algunos momentos, intermitentemente, era fresco bajo los árboles.

Romero se tomó los acontecimientos, la historia que se desarrollaba a su alrededor, y la usó para predicar el mismo mensaje que se revela en la Biblia. Al igual que las parábolas y los salmos, los titulares del día se convirtieron en el medio por el cual predicó el Evangelio, dejándonos hipnotizados con la grandiosa sensación de que Dios camina junto a su pueblo, en nuestros valles de pesares, en nuestros abrevaderos de alegría y en nuestros lugares amargos.

Jaime Orlando Barraza, de 40 años, es recibido por un grupo de fieles católicos.

¨El motivo de mi peregrinación es que tengo porque agradecerle a la Santísima Trinidad, al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, porque por sus llagas he sido sanado. Estoy aquí por la fe y la fe mueve montañas espirituales y no terrenales. Cuando tienes un nuevo amor (a Dios) esto es lo que pasa y ya no te da pena defenderlo en público¨, asegura Jaime Orlando Barraza, de 40 años, de San Salvador.

Jesús Villalobos, de 62 años.

¨Voy a cumplir la promesa que le he hecho a nuestro Padre, porque me ha dado salud y por la oportunidad de vivir. Voy a lograr mi objetivo de llegar a Ciudad Barrios… a todos les deseo suerte porque esto es algo que nunca habían hecho, esto de que fuera una peregrinación tan larga. La gente que piensa que no hay un Dios, si hay un Dios todopoderoso¨, finaliza Manuel de Jesús Villalobos, de 62 años.

La peregrinación unió a aquellos que no se conocían y hermano más a lo que ya se conocían e inspiró a todos a ser mejores cristianos.

Ya en Ciudad Barrios los que llegaron hasta la cuna de Monseñor Romero ya no eran los mismos que habían comenzado hace dos días la peregrinación. Esta experiencia los ha cambiado de alguna forma y otra. ¨Misión cumplida. Feliz porque he cumplido lo que me prometí. Estoy satisfecho conmigo mismo¨, comenta Abraham Hernández, de 80 años, quien junto a un par de jóvenes que conoció en la peregrinación llegó hasta Ciudad Barrios. ¨Nosotros nos conocimos acá y realmente motivados por él, 80 años de edad y lo ha logrado eso realmente nos ha inspirado¨, dice el más joven del grupo.

La llegada a Ciudad Barrios después de tres días de caminar tenía una sabor a que algo no se había terminado. El caminar en la fe y conversión es un sendero que nunca acaba en la vida.

¨El final estuvo de maravilla Dios ha sido misericordioso. El objetivo lo logramos y fue llegar hasta acá a la cuna de monseñor. Dios me ha tocado mucho en el camino espiritualmente hablando. Algunas veces tenemos que hacer caso omiso a las quejas del cuerpo para hacer más fuerte nuestra alma. Esperamos el próximo año repetirlo otra vez¨, asegura Carlos, quien sentado en una acera descansa, mientras atrás de él lo interrumpen diciendo: ¨Lo importante no es llegar sino saber llegar¨.

 

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