TELENA

 

Llegó la hora macabra

La hora de todos temida

A Marta Elena Ibarra

Llegó la parca por su vida

 

“No me lleves”, imploraba Telena,

“Que tengo tantas cosas pendientes,

Páginas que llenar de alegrías y penas,

Y amaneceres en lejanos ponientes”.

 

“Tengo que amar y ser amada,

Y con demencia, sentir lo que pocas sienten.

No puedes llevarme, vieja parca

Porque quiero vivir con uñas y dientes”.

 

Ya queda pensativala Muerte

Ya mira a Telena y mira su guadaña.

Ya se lleva los nudillos secos a la frente

Y habla cuando ve la cosa clara.

 

“Entiendo que no has vivido lo suficiente

Que quieres beber la copa hasta el final

Dar el último beso antes que te bese la muerte

Y leer libros y ver las tardes en otro mar”.

 

“¿Es que también eres poeta, muerte hermana”,

Preguntó extrañada Telena Ibarra

No, esos versos son los que una mañana

De tormenta me dijo Francisco Ayala.

 

“No te llevaré, sigue viviendo un poco más”

Dijo al final la muerte, conmovida

“Pero recuerda que no hay que decir jamás

En esta vida, porque ella pronto termina”.

 

 

Estos son los versitos que adornan mi calaca del 2 de noviembre (y que me regaló Francisco Ayala), llenas de un humor muy particular y es que a veces parece ser la única manera de ver cara a cara a la muerte, sin que nos asuste tanto.

Sin embargo, la muerte aunque nos querramos reir de ella, le temamos o simplemente la ignoremos está allí porque es parte de la vida.

La muerte me recuerda que no soy todopoderosa, entonces intento ser un poco más humilde.

La muerte me recuerda que el amor de Dios, de mi familia y amigos me acompañan, entonces me hace ser más agradecida.

La muerte me recuerda que este no es mi lugar definitivo, entonces deseo ser mejor ahora.