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08 Abr 2009 ¿Mostrar o no mostrar? Esa es la cuestión.
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En la edición del domingo pasado publicamos una extensa entrevista (pueden leerla pulsando acá) con el fotoperiodista español Gervasio Sánchez, ganador de prestigiosos premios internacionales por sus imágenes que muestran las consecuencias de las minas antipersonales en las víctimas. En la última de las preguntas le planteamos cuál era su opinión sobre la decisión de publicar o no violencia explícita en los medios. Como bien saben, es un tema bastante sensible acá, en las redacciones salvadoreñas.

Para no hablar en un plano estrictamente teórico, por favor, vean esta imagen (es un imperativo retórico, seguro que ya lo habrán visto). La tomó Gervasio Sánchez en noviembre de 1989, en Soyapango. El ensañamiento es bastante explícito.

Paracaidistas del Ejército salvadoreño acuchillan en Soyapango cadáveres de guerrilleros durante la ofesniva final de 1989.

Fotografía de Gervasio Sánchez

 

Visto esto, la repuesta de Gervasio.

 

Parafraseándolo, fue algo así como que no se debe de publicar todo lo que se fotografía; en especial, la violencia gratuita. Pero tan censurable como publicar violencia gratuita es dejar de mostrar la crudeza cuando es necesario mostrala. ¿Y cuándo es necesario? Esa es la respuesta más complicada, por la carga de subjetividad que conlleva. Lo que Gervasio tenía claro es que la magnífica fotografía de la fotoperiodista salvadoreña Lissette Lemus que ganó el World Press Photo no debió de haberse censurado. íƒâ€°l lo dijo así: í¢â‚¬Å“No publicar una fotografía en la que hay una persona muerta y unos niños mirando es censurar la realidad del paísí¢â‚¬Â.

 

Por cierto, su fotografía del soldado acuchillando el cadáver de un guerrillero fue la portada de un periódico español muy prestigioso, aunque ya desaparecido, llamado Diario 16. Las más duras se las guardó.

 

Y a ustedes, ¿les gustaría ver imágenes de este tipo en las portadas de los diarios, revistas o blogs?

01 Abr 2009 Entonces, ¿quieres ser fotoperiodista?
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Este es el título de un artículo que ha sido lectura obligada para los aspirantes a fotoperiodistas en La Prensa Gráfica cuando recién ingresan a trabajar a este medio. En el texto se presentan los retos de esta profesión que aspirar a fundir las detrezas de un fotógrafo con el juicio informativo de un periodista.  Entre las preguntas que se platean para detectar vocaciones están las siguientes:

1. ¿Qué es lo que usted espera de una profesión como fotoperiodista?  ¿Dinero, glamour, satisfacción de su ego? ¿Se mira usted como una figura popular del mundo maravilloso y espectacular del fotoperiodismo?

2. ¿El fotoperiodismo le ofrece satisfacción a su ego?

3. ¿Está usted interesado en el periodismo tanto como lo está en la fotografía?

4. ¿Es usted una persona educada?

5. ¿Está usted bien informado?

6. ¿Tiene usted la suficiente energía?

7. ¿Está usted preparado para ser un contador, secretaria, hombre de negocios, director, publicista y vendedor?

8. ¿Ama usted su trabajo?

Estas son algunas de las preguntas que se tienen que responder. Durante años fui el editor del departamento y recibí a los jóvenes interesados en el fotoperiodismo y sus respuestas; algunas acertadas, otras no tanto. Sin embargo, muchos de los que se quedaron en La Prensa Gráfica han llegado a ser algunos de los mejores fotoperiodistas de este país.

Las respuestas que más me impactaron fueron las de una mujer. Me reservo su nombre porque no le pedi autorización para publicarlo, pero ella concluyó que el trabajo de fotoperiodista es de lo mejor, y el que se queja es como dice la canción de Facundo Cabral: ‘El que trabaja en lo que no ama, aunque lo haga todo el tiempo, es un desocupado’.

Esta fue su reflexión:

Mis amigos repiten la misma historia. Cuando tengo tiempo para ellos, ya es muy tarde. Mi novio está a punto de cortarme y el cuerpo parece estar llegando al límite. Aún no comulgo con mi equipo y el alma que debe estar en la foto no se encuentra por ningún lado.  A medida que la semana transcurre disparo sin sentido y la frustración me invade. Entonces me quiebro, y pierdo el temple. Este quiebre me enseña, me sacude y pone todo en perspectiva. ¿De verdad quiero todo esto? ¿El cansancio, la soledad, los vacíos y la inseguridad de sentir que no lo estoy haciendo bien?

Cada día, al levantarse el sol, la búsqueda por una imagen se convierte en un estilo de vida; arduo trabajo y privaciones les esperan a quienes decidan hacerlo suyo. En la toma de esta decisión, los matices y el amor por el trabajo son fundamentales.

Mientras negocio con el despertador el último minuto de sueño la afirmación parece retumbar en mi cabeza. Así que quieres ser fotoperiodista… aquel artículo ha descrito las últimas tres semanas de mi vida. Es la segunda semana, el día empieza y no he comido nada aún. La noche anterior no hubo descanso, los parciales me esperan por la tarde. Mientras intento apresuradamente llegar en medio del tráfico matutino al trabajo, el celular suena. Es mi madre que me desea un buen día de trabajo. No he pasado mucho tiempo con ella. Cuando llego a  casa es tarde y ella se encuentra dormida.

 Solo dos semanas han bastado para doblegar mi orgullo y hacerme entender que tengo mucho que aprender, que en medio de toda esta adversidad me fortalezco, me hago día a día mejor fotógrafa, me convierto en fotoperiodista. He regresado a las bases, me he caído del pedestal en el que creí encontrarme y me sorprendo a mí misma dispuesta a descubrir lo nuevo, lo que me haga mejor. Estoy dispuesta a escuchar y a aprender, y lo que venga ya solo puede ser ganancia.

Este es mi sueño, mi sueño de niñez y verlo convertido en realidad dependerá de mí.

¿Que si quiero ser fotoperiodista? Sin dudarlo, después de dar una probadita a este nuevo mundo puedo decir que sí.

Si usted, amigo lector, está interesado en ser fotoperiodista o simplemente quiere sabe run poco más sobre esta profesión, puede leer el texto motivacional entero pulsando aquí.

22 Mar 2009 Tírennos un pedrazo
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Se agradecen las felicitaciones, pero se echan en falta las críticas constructivas. Lean.

 

Este correo llegó el viernes 13 de marzo, y lo firma René Mauricio Morán.

í¢â‚¬Å“Soy un estudiante de quinto año de Comunicaciones, y estoy muy agradecido con ustedes por tener una revista tan completa, con artículos y crónicas muy ricos en contenido y con una redacción tan especial que lo transporta a uno hasta el lugar que describen. Como estudiante estoy aprendiendo mucho, y tengo muchas preguntas sobre cómo…í¢â‚¬Â

 

Este otro llegó ayer, sábado, y lo firma Arturo Alvarado.

í¢â‚¬Å“Quiero darles las gracias. Una revista como la de ustedes es de lo más objetivo que he visto y vale la pena leerla. Muy pocos medios se han dedicado a hacer periodismo de manera real, objetiva y de calidad. Les doy las gracias por ser como son, y los animo a seguir siendoí¢â‚¬Â¦í¢â‚¬Â

 

Sinceras gracias, René y Arturo.

 

Ahora bien, uno ya lleva lo suficiente en esto del periodismo como para saber que esos correos -motivadores, sin duda- no son más que dos gotas entres un mar de lectores. O un lago. ¿O un charquito?  De hecho, hemos notado acá un bajón en el número de correos que han caído al e-mail en las últimas semanas, y algo parecido está sucediendo con los comentarios en este blog. Es cierto que el bajón coincide con el final de una campaña política extenuante en la que la revista se mantuvo al margen, pero no sé si habrá algo más detrás.

 

 

Soy de la opinión de que el periodismo ha sido uno de los grandes perdedores de la contienda electoral. Los medios dominantes se alinearon descaradamente con ARENA, y los pocos medios de izquierda hicieron lo propio con Mauricio Funes. Desde el punto de visto de la ética periodística, unos no son menos pecadores que otros. En medio quedó un diminuto grupito de medios y periodistas que intentaron capear el temporal lo mejor que pudieron o supieron. Y la revista, aunque repito que apenas publica temas de corte político-partidario, intuyo que también salió manchada. Así lo creo yo, opinión personal, mía.

 

Así las cosas, los invito, en especial a los críticos, a que nos señalen cuáles son los errores que cometemos en Séptimo Sentido, pero exclusivamente en la revista, no nos carguen cruces ajenas. Me refiero a qué falta, qué sobra, qué huele mal, qué necesita retoques, qué gusta, secciones, temáticasí¢â‚¬Â¦ Parafraseando a René Pérez, el vocalista del grupo puertorriqueño Calle 13, les invito a que levanten los brazos, agarren una piedra y nos tiren un pedrazo. Bajo el título del post hay un enlace para dejar comentarios.

 

La retroalimentación con los lectores, estoy convencido, es uno de los pilares de la sanidad periodística.

13 Mar 2009 Cuatro meses al aire
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Este blog lleva cuatro meses al aire. El primer post, el bautismo, se remonta al 17 de noviembre. Fue uno titulado í¢â‚¬Å“La bendita libretaí¢â‚¬Â, y generó un debate en torno al periodismo que ahora, releído, me atrevo a calificar como interesante. Fue un buen arranque. Desde entonces, como digo, cuatro meses y más de 40 post. Con altibajos y bajialtos, el blog camina.

 

 

Para mí está siendo una experiencia enriquecedora. Gusta, gusta mucho, ver que hay gente al otro lado que reacciona a lo que escribimos, bien sea para cuestionar, para criticar, para profundizar o para proponer. Es una sensación agradable saber que alguien te lee y que hasta se toma la molestia de redactar algo. Además, en lo personal estoy muy satisfecho con la calidad de nuestros lectores. No es este un blog que arrastre masas, ni mucho menos. Raros son los post que han generado más de una decena de comentarios. No es tan sencillo encender la chispa. Sin embargo, el grueso de los aportes de ustedes, lectores, han sido propositivos, inteligentes. La mejor prueba es que en todo este tiempo no hemos dejado de publicar por irrespetuoso ni un solo comentario.

 

Lo dicho, compañeros, agradecido con esta experiencia en la que, como hace pocos días teorizó en su blog el cronista chilenoJuan Pablo Meneses, nos toca ejercer como pianistas de un hotel. Meneses dice que los bloggers que publican en la web de un medio grande son como el pianista de hotel, que sabe que la gente llegó a escucharlos por casualidad, que sabe que la fidelidad de su público es casi nula.

 

Quizá así sea, pero de igual manera se agradece la interacción. Mucho.

06 Mar 2009 Esto espera a los malos periodistas
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Unas gotitas de humor para contrarrestar esta campaña polítca tan eterna, hueca de argumentos y violenta, en la que ni los periodistas nos hemos librado de recibir golpes. Les invito a ver este video promocional de un diario uruguayo llamado íƒÅ¡ltimas Noticias, aunque la invitación a que lo vean nada tiene que ver con esa cabecera en concreto.

Casi les puedo garantizar que les va a gustar.

Ahora les invito a que comenten lo que acaban de ver. Les doy pie: ¿vieron algún parecido con nosotros, con la prensa salvadoreña?  Por favor, les ruego que los comentarios sean dentro de los márgenes del respeto.

01 Mar 2009 El temor inexplicable
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Dicen que los periodistas, cuando se reúnen entre ellos, solo saben hablar de periodismo. Estoy convencido de que, como toda generalización, la afirmación está plagada de excepciones. Pero en mi caso particular, así ocurre. La mayoría de mis amigos y conocidos salvadoreños son periodistas, y casi siempre en nuestras pláticas se cumple la máxima con la que arranca este párrafo.

 

El pasado viernes no fue la excepción. Un colega y amigo llamado Carlos Martínez (que trabaja en el periódico digital El Faro) y yo tuvimos que soportarnos durante buena parte de la noche. El grueso de lo discutido, obvio, el periodismo. Y de todo lo que hablamos hay un punto que me gustaría compartir con ustedes: el temor que se siente a veces en esta profesión. No me refiero a amenazas o maltratos de parte de las fuentes, que por fortuna no son tan habituales en El Salvador ocmo en otros países. Ambos hablábamos de un temor más subjetivo, menos evidente, un temor que uno puede incluso evitar porque es el periodista quien lo busca, un temor que rara vez se comparte en una plática, un temor difícil de explicar con palabras.

 

Por contar una buena historia uno es capaz de afrontar riesgos que van más allá de lo que le exigen su contrato o su jefe. Dar ese paso cuesta, a veces: es irse solo a la colonia más recóndita y mísera de una ciudad desconocida, o subirse en marcha al último tren lleno de migrantes, o hacer esa pregunta que sabemos que enojará al entrevistado de turno, o citarse con un marero.

 

En lo que ambos coincidimos es en la dulzura de la sensación que se tiene cuando uno vences las dudas. Hablemos de la situación que hablemos, pocas sensaciones son más amargas que quedarse con las ganas de preguntar o de conocer… cuando a uno se desvive por esta profesión que Gabriel García Márquez definió como el oficio más bello del mundo.

26 Feb 2009 ¿Más política en Séptimo Sentido?
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Estamos a las puertas de las que todo indica que serán las elecciones presidenciales más reñidas de cuantas se han celebrado en la historia reciente de El Salvador. Y no hay que ser un lince para inferir que la presencia de esos trascendentales comicios en las páginas de Séptimo Sentido ha sido marginal. La política está en cualquier tema que se aborde, pero ahora me estoy refiriendo a la presencia activa, directa, a la política masticada, a la pura y dura. Hablo de que no ha habido en las páginas de la revista entrevistas de profundidad con los actores principales ni crónicas de largo aliento sobre las dinámicas que generan las campañas ni perfiles í¢â‚¬â€œverdaderos perfilesí¢â‚¬â€œ sobre los candidatos a la Presidencia o a la Vicepresidencia.

Ya no hay tiempo para nada de eso. Pero hay dudas.

A nuestro correo electrónico han llegado mensajes que aseveran que de Séptimo Sentido celebran precisamente el hecho de que no tenga esa presencia tan activa la política. Para eso hay otras páginas en La Prensa Gráfica, dicen. También han llegado correos en sentido opuesto, correos que exigen la presencia de esa política cruda en las páginas, que silenciarla es renunciar a una de las más profundas esencias del periodismo.  

Y a usted, ¿le habría gustado si hubiéramos saturado las páginas de la revista con Funes, con Ávila, con el PCN, con los estériles debates al interior del TSE, con sesudos especialistas opinando sobre el futuro del país, con Will Salgado, con el color rojo-cambio o con el anticomunismo-tricolor?

Hay dudas.

03 Feb 2009 Los detalles

 

Martín Caparrós

Lo hizo el gran maestro en 1958. Gabriel García Márquez, cronista por antonomasia, no tuvo reparos en inventar un personaje para su crónica í¢â‚¬Å“Caracas sin aguaí¢â‚¬Â. Ante un hecho inapelable como la ausencia de agua en la capital venezolana durante varios días, Gabo cedió a la tentación de contarlo a través de un personaje ficticio: el científico alemán Samuel Burkart. A fin de cuentas, debió pensar el maestro, ¿quién mejor que un científico y además alemán para encarnar la generalizada sensación de indignación y rechazo ante la ausencia de agua potable? ¿Merece la pena inventar los detalles para lograr que el mensaje de fondo sea más contundente?

 

Pues bien, eso que hizo el gran maestro (al menos una vez) en 1958, sigue siendo motivo de acalorados debates entre las generaciones de cronistas que hoy rellenan las mejores revistas que trabajan el género. El pasado 29 de enero, jueves, asistí en Cartagena (Colombia) a un conversatorio sobre la crónica en el imponente Teatro Heredia, uno de los motores de la vida cultural en la ciudad caribeña. Moderados por Daniel Samper, director de la revista Soho, alrededor de dos mesitas estaban tres cotizados cronistas í¢â‚¬â€œMartín Caparrós, Juan Villoro y Alberto Salcedoí¢â‚¬â€œ y un cuarto llamado Fabrizio Mejía Madrid.

 

Juan Villoro

Toda la plática resultó fascinante. Pero el punto que quiero traer a este blog es que Caparrós y Villoro defendieron la modificación de los detalles en sus crónicas para ganar contundencia, y que eso no debe de ser motivo de escándalo. Tuve la oportunidad de hablar con otros respetados y prolíficos cronistas en las horas y días siguientes, y obtuve por respuesta dos ideas: una, que no hay que escandalizarse por esa aseveración, que el periodismo comete mayores pecados que modificar un color intrascendente para darle, por ejemplo, brillo a una escena; y dos, que hay crónicas y crónicas, que las hay más literarias y las hay más informativas.

 

Mi opinión en este debate, si les interesa, es que un cronista no debería de inventar ni modificar nada, nada, absolutamente nada. Ni colores ni sensaciones ni aromas, nada. Ni aunque lo hayan hecho Gabo o Caparrós. Nada. Nunca.

 

¿Tiene usted alguna opinión sobre este asunto?

21 Ene 2009 El cronista miseria
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Esto parece más un blog personal que uno colectivo, como era la idea original. Pero como dicen que lo prometido es deuda, en este post hablaremos sobre los cronistas miseria. Ayer les comentaba que uno de los riesgos de trabajar en un país como El Salvador, donde la pobreza es tan agresiva, era convertirse en eso, en un moldeador de la miseria. Pero no di el paso de definir a qué me refería. Ahí voy ahora. Lo primero, aclarar que la combinación de palabras no es mía. La estoy hurtando del blog del reconocido cronista chileno Juan Pablo Meneses.

Juan Pablo Meneses

Juan Pablo Meneses

Meneses es otro de los periodistas que ha logrado colarse en el grupo de los cronistas respetados de América Latina, esos que ya tienen libros publicados y les cuesta nada colocar sus textos en las revistas más prestigiosas del género. Pues bien, hace poco le dio por reflexionar sobre la figura del cronista que hace de la miseria su materia prima para trabajar, de aquel que se regodea en la pobreza para elaborar sus notas. íƒâ€°l lo explica mucho mejor que yo. Les dejo con sus palabras.

 

El cronista miseria es uno de los grandes personajes de la fauna cronística.

El cronista miseria consigue fondos gracias a los bajos fondos.

Para el cronista miseria las cosas son simples: para hablar de la miseria humana, se va a una villa miseria. Para decirnos que el mundo es una basura, se va a un basural con niños abandonados. Para confirmarnos que no tenemos salida, cuenta la historia de unos pobres en la cárcel.

El cronista miseria, debilidad de ONG´s y Fundaciones bien pensantes, escribe mal y amarillo.

El cronista miseria elige sus temas con la misma lógica con que responden las candidatas a Miss Universo: í¢â‚¬Å“Los problemas del mundo son la pobreza, el narcotráfico y las guerrasí¢â‚¬Â.

Ideológicamente, el cronista miseria no se hace problemas: divide a las personas entre buenos y malos.

Aunque no sea su meta, el cronista miseria suele fomentar el pánico social y el avance policial. El cronista miseria es amigo de uniformados, y es conocido por los poderosos de cada barrio bravo.

El cronista miseria habla de periodismo narrativo y de lenguaje literario, aunque sus textos sólo terminan siendo una crónica roja de larga extensión.

El cronista miseria disfruta metiendo sus textos en medios del primer mundo, o en revistas tercermundistas dedicadas al buen vivir: Miseria chic.

El cronista miseria piensa que las dobles lecturas son lo mismo que releer.

El cronista misera cree que una buena crónica es narrar miserias que están a la vista, cuando en realidad se trata de revelar miserias ocultas.

El cronista miseria defiende su parcela, su nicho, su quinta de miseria, como si fuera una propiedad privada.

El cronista miseria nunca escribe de los poderosos, aunque conoce a muchos.

El cronista miseria no entiende la pornomiseria.

Algunos piensan que el cronista miseria es un invento del nuevo periodismo latinoamericano.

El cronista miseria se burla de quienes, piensa él, sólo escriben de frivolidades. Seguramente, su risa también sea su gran triunfo: ha logrado frivolizar todas nuestras  grandes miserias.

Cuanto menos, su pensamiento es buen punto de partida para la reflexión. ¿Existen los temas importantes? ¿El buen y el mal periodista se mide en función de la ‘trascendencia’ de lo publicado? ¿Quién decide qué es lo trascendente? Y es que en este gremio tan variopinto hay de todo un poco. Trayendo las palabras de Meneses al escenario salvadoreño, no son pocos los colegas acá que estratificamos la profesión. Saliéndonos del circulo de la miseria del que habla el cronista chileno, escribir sobre política, sobre asesinatos o sobre la desnutrición infantil es estar en la cima, es contar lo importante. Redactar sobre deporte, sobre cantantes o sobre un elefante es para principiantes, frívolos o fracasados. Como casi todo en esta vida, yo me atrevo a aseverar que en esto también hay matices y que, además del qué, cada vez será más importante el cómo se cuenta algo. De hecho, tengo la firme convicción de que un relato es más meritorio si logra atrapar a un lector cuando su materia prima es lo rutinario, aquello que en las facultades de periodismo nos dijeron que no era noticia.

14 Ene 2009 La crónica e internet
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Si algo caracteriza a Séptimo Sentido es la longitud de sus textos. Raro es que uno baje de las 3,000 palabras, cuando en las páginas de La Prensa Gráfica rarísimo es que una nota supere las 800. Desde sus inicios la revista le apostó a los relatos extensos, prescindiendo de las notas secundarias o terceras, los recuadritos, las frasecitas o los numeritos que llenan las páginas de los diarios de todo el mundo. Séptimo Sentido le apostó a la crónica, y la buena crónica exige espacio. Ahora bien, cuando se transita por este terreno es fácil tropezar, sobre todo en un país con tan escasa tradición periodística de calidad. Para un aspirante al calificativo de cronista es tentador recrearse en las licencias del género: abusar del yo omnipresente o del texto alargado sin historia que lo respalde. Son pecados que con más frecuencia de la deseada se siguen cometiendo en esta revista y que, créanme, no son tan sencillos de extirpar.

Daniel Titinger

¿A qué viene todo esto? Leí hace unos días una reflexión de Daniel Titinger en su blog que quiero compartir con ustedes. En ella, el reconocido cronista peruano habla sobre la tensa relación entre la crónica e internet, dos mundos que a primera vista son irreconciliables. Uno exigiendo tiempo al lector y espacio; y el otro, dosificando -banalizando- cada vez más la información. Al lector asiduo de la revista no le resultará del todo extraño el nombre de Daniel Titinger. En la treintena de números de Séptimo Sentido publicados, han cabido dos temas suyos. Uno trataba sobre el fútbol en Surinam y el otro sobre la relación entre peruanos y chilenos, canalizada a través del Huáscar, un barco de guerra del siglo XIX.

Les dejo con su reflexión.

El periodismo literario se vuelve cada vez más literario y menos periodismo. En un exceso de retórica para envolver pescado los diarios y revistas presentan como crónica cualquier texto soporífero que empieza así: «Era una noche fríaí¢â‚¬Â¦», y la noche, sin querer, le hace sombra a la crónica. Llenar de adjetivos una frase y decir yo, me, mi, conmigo, parece la fórmula secreta del nuevo periodismo que enseñan las universidades, y más sabe el alumno que más barroco se pone.

En la prehistoria del periodismo narrativo los dinosaurios poblaban la Tierra y las técnicas literarias se usaban como fuegos artificiales en una página en blanco. La moda í¢â‚¬â€œaquí tambiéní¢â‚¬â€œ es cíclica y como planta venenosa ataca las raíces. Y lo hace mal. Porque el viejo nuevo periodismo se lee y se relee con placer y el nuevo nuevo periodismo í¢â‚¬â€œapodado boom en América Latinaí¢â‚¬â€œ no sé en verdad ni qué es. Un muchacho de veintitrés años quiere ser Tom Wolfe elevado al cubo. Pero nunca leyó a Rodolfo Walsh. Y yo preferiría que fuera la cuarta parte de Walsh. Nuestra razón de ser, la información, parece un asunto de tercera fila. Si los colmillos de la modernidad nos cogen en ese estado, ay del periodismo literario.

* * *

El mundo de ahora se mide en pulgadas y se accede a él a través una wiki. Creemos que el tiempo avanza más rápido, pero los minutos de mi abuelo también duraban sesenta segundos: lo que avanza más rápido es la información. El pasado que se desvanece en tu computadora sigue ocurriendo en la calle. La tragedia es que salimos a la calle armados de pantallas en nuestros bolsillos, y eso es todo lo que vemos.

Las pantallas nos anuncian cosas cada segundo: todo es información frente a tus ojos y terminas el día con tantos datos nuevos que con suerte recuerdas tu nombre; es decir, tu email. Mientras el periodismo diario siga haciendo de notaría de esa realidad, los periódicos saldrán de la imprenta rumbo al museo de historia. El periodismo literario, o el periodismo narrativo, mejor, debe convertir esa información en conocimiento: el por qué antes que el qué. Y eso vale tanto para la escritura como para el génesis de una crónica: por qué escribes lo que escribes. Una idea te diferenciará de una máquina que en veinte años será capaz de llorar. Si el cronista usa la información para descubrir, iluminar y sorprender, no habrá medio digital que pueda contra eso.

* * *

Sucede hoy en la prensa escrita lo que seguro sucederá en los monitores del mañana: si tenemos información, buenas ideas, pero no hay una gran historia detrás, ay del periodismo literario. La inmortalidad del papel depende tanto de las buenas historias como de la tala de árboles, pero el e-book, el audiolibro, el blog, y todas las tecnologías que vengan serán igual de insoportables con textos periodísticos que no digan nada. A qué se le teme, ¿al futuro o a nuestra incapacidad de meter las narices en la vida real de la gente real? ¿De qué escribimos? ¿Para qué escribimos? Si alguien no soporta lo que hacemos, pasará la página o hará clic o cambiará de canal o apagará la radio, y todas esas acciones son y serán, en el fondo, la misma.

Pero los jóvenes no leen. Al menos es lo que se dice. Lo real, supongo, es que los jóvenes no leen lo que les aburre. Obvio. Nadie lo hace: en mi mesa de noche hay al menos dos libros agonizando con un marcador en la página treinta y tantos. Pasa con toda la literatura í¢â‚¬â€œnovelas, poesía, periodismo, ensayo, etcéteraí¢â‚¬â€œ: cada vez se imprimen más libros y cada día se queman más libros que jamás se vendieron. Tengo una buena historia. Tengo una gran idea. Tengo una investigación impecable. No tengo lectores. ¿Para quién escribo, entonces? El lector, estimado lector, ya no es el mismo de antes: prefiere una carita amarilla y feliz a escribir estoy feliz.

* * *

El periodismo literario tendrá que acostumbrarse y reacomodarse en el nuevo mundo. Si antes se descubrió con asombro la penicilina, la luz y las técnicas literarias en la no-ficción, hoy es tiempo de pensar en la tecnología al servicio de la crónica. Hay cronistas que publican sus historias en internet y añaden audios, videos, links. Hay cronistas que aseguran que la verdadera historia la cuentan quienes comentan en sus blogs, y el texto debe leerse desde el título hasta el último comentario. Dije leerse. ¿Qué pasará luego? No lo sé. Pero la única profecía es que las modas son cíclicas y algún día un muchacho de veintitrés años dirá que quiere escribir de Nueva York como José Martí, o ser la cuarta parte de Walsh, mientras otro se pondrá a escribir í¢â‚¬â€œdije escribirí¢â‚¬â€œ y colgará para siempre los absurdos emoticones.